'La Ola' no es un invento mexicano en lo absoluto
"Yo, Krazy George Henderson, porrista profesional, inventé la Ola... La orquesté el 15 de octubre de 1981, durante el tercer partido de la la Serie de Campeonato de la Liga Americana de béisbol, en el que se enfrentaban los Atléticos contra los Yankees de Nueva York, en el Coliseo de Oakland, ante un estadio a reventar".
Del otro lado del teléfono, en el estado de Maryland, el hombre quiere dejar un punto en claro y lanza de nuevo la sentencia: "Te repito, por si la grabadora no está encendida: Yo, Krazy George Henderson, porrista profesional, inventé la Ola". No han pasado más de cinco minutos de la primer llamada, de muchas que he tenido con Henderson, y algo me ha quedado claro: por fin conseguí la respuesta a una pregunta que me persigue desde pequeño. Una incertidumbre que nació en una de mis primeras visitas al Estadio Azteca donde, entusiasmado por la algarabía general simplemente me deje llevar y me sumé, junto a mi padre, a esa coreografía conocida como la Ola.
"¿Quién inventó la Ola, papá?", pregunté. "Nadie", fue su respuesta. Pero era obvio que un movimiento coordinado de tantas personas a la vez no había nacido de la nada o de la casualidad. A veces, imaginé a un hombre brincando tras un gol, seguido por otro, y por otro y por otro, hasta dar una vuelta al estadio. Otras, pensaba en un juego entre varios aficionados que terminó por salirse de las manos, pero siempre tuve la certeza, como muchos mexicanos y de toda la gente del planeta que vio por televisión el Mundial de 86, que esa Ola humana había sido inventada en mi país. Esa idea me tranquilizaba, hasta que apareció un par de años atrás, en un viaje a Los Cabos, un curioso gringo que, entre copas, me dijo: "Yo conozco al inventor de la Ola y se llama Krazy George.
Súbitamente, había un nombre propio que respondía a mi pregunta, a esa pregunta, lo cual parecía dejarme satisfecho. Pero la ridícula obsesión volvió, ya con el título de periodista en el bolsillo, y ahora quería ver el rostro de ese hombre, quería conocer la historia, quería ver la imagen de la primera Ola.
¿CÓMO NACIÓ LA OLA?
"Todo comenzó en 1979 en la Universidad de San Jose State. Tenía en mente una rutina en la que quería coordinar dos gradas...Que primero se levantara una parte del público y levantaran los brazos con un grito, y luego los de enfrente. Yo venía de trabajar como porrista de los Jefes de Kansas City y regresé a mi Universidad con la idea de crear nuevas coreografías que después pudiera llevar a las Ligas profesionales", relata George y enfatiza que él ya pensaba en sobresalir en el mundo de los cheerleaders (porristas), usualmente dominado por modelos con habilidades de gimnastas y de grandes botargas que fungían como mascotas y que animaban con la simple imagen épica que tenían.
"La verdad es que no salió nada concreto en esas fechas, sino hasta que fui a trabajar un par de ocasiones a Edmonton, con los Oilers, de la NHL en la temporada de 1979/1980. En el Coliseo de Northlands, el público disfrutaba mucho ya que su equipo había pasado a la gran liga, luego de formar parte de la World Hockey Association [WHA], y estaban dispuestos a celebrar de cualquier manera, así que empezaron a seguirme en todas mis rutinas. De un lado a otro de la grada, en tres secciones, se levantaban y alzaban los brazos; todo era con una pésima coordinación, pero ahí me di cuenta que algo grande podía suceder si trabajaba justo en los tiempos. En cada partido, me venían nuevas ideas y la verdad, todo por un simple error de coordinación de segundos, ya que si la rutina hubiera salido como la pensé, seguramente me hubiera detenido ahí, pensando que ese era mi gran acto".
El día que hablé por primera vez con Henderson, hace un par de años, ya había reunido varios documentos que generaban polémica. Algunos apuntaban a la Universidad de Washington y, particularmente, al porrista Robb Weller como el creador de la Ola. Otros mencionaban los Juegos Olímpicos de 1984 como el gran referente internacional. Ninguno de esos documentos probaba la autoría de tal fenómeno cultural, pero todos dejaban claro que no había nacido en México, y ese era un punto de partida. La verdad, el apodo de George (Krazy), me daba tan poca confianza que empecé a dudar en las leyendas e historias del mítico porrista que había trabajado para más de una veintena de equipos de hockey, béisbol, futbol americano y futbol soccer, sin embargo, también comencé a encontrar las pruebas.
Un viejo cassete VHS (el cual no tenía la manera de reproducir), llegó a mi casa cortesía del mismo Henderson. ¿Qué contenía? La vieja grabación, oficial además, de la primera Ola, realizada el 15 de octubre de 1981, durante el tercer partido de la Serie de Campeonato de la Liga Americana del béisbol estadounidense entre los Atléticos de Oakland y los Yankees de Nueva York. Mi escepticismo se disipaba.
"Cuando empecé a animar en el estadio de los Atléticos de Oakland, el equipo iba a la alza y la gente estaba entusiasmada. Mis rutinas parecían quedar pequeñas para un equipo que apuntaba para cosas grandes. La verdad, pensé que no duraría mucho y menos que en un partido tan grande de la serie de Campeonato, mi carrera cambiaría para siempre", narra Krazy George, con la nostalgia impregnada en su voz, uno de los dos grandes sellos que lo ha acompañado toda su carrera.
Su otra herramienta era un pequeño tambor, al cual comienzo a reconocer en cada una de las fotografías que Henderson me envía, ilusionado con la idea de que su gran invento sea reconocido en México como parte de su autoría: "Yo amo México, gracias a ustedes, la Ola se hizo internacional e histórica", me dice con sinceridad.
"Me tomó cuatro intentos lograr la primera Ola, aquel 15 de octubre. La coordinación comenzaba a ser frustrante y aún no sabía lo que buscaba, pero en un momento me di cuenta que habíamos superado dos partes del estadio y faltaba sólo una sección para que la ola regresara a nosotros. Los fanáticos lo notaron también, y empezaron a apoyarme, pidiendo a esa parte de las gradas que se levantara. Momentos después, todo el Coliseo siguió la orden y vimos cómo el movimiento daba toda la vuelta estaba para completarse. Nos paramos nosotros y todo estaba dicho. La emoción inundó todo el Coliseo por lo que acababamos de lograr: hacer historia".
La coreografía gigante que salvaría partidos aburridos. El movimiento de gradas que alimentaría un Mundial. La vuelta a un estadio lleno de empatía y comunión en las gradas. La Ola ya tenía fecha de nacimiento y fundador. A partir de ahí, todos los estadios de Estados Unidos comenzaron a vibrar con el invento de Henderson.
Apenas dos semanas después, el 31 de octubre de 1981, en el estadio Husky (en Seattle) donde la porra de la Universidad de Washington, lidereada por Dave Hunter y Rob Weller (quien años más tarde sería presentador en Entertaiment Tonight) realizó también una épica Ola, mostrando que el fenómeno ya no tenía dueño, aunque no por ello dejaba de tener inventor. "Yo nunca he reclamado que la Ola me pertenece, sólo que yo la inventé. Caso contrario de Robb Weller y la Universidad de Washington, que durante años han hecho todo lo posible por desacreditarme. Pero tengo cinco pruebas que no han podido refutar, demostrando claramente que la Ola nació el 15 de octubre de 1981", insiste George, tratando de establecer que no se trata de polemizar, sino de mantener a su bebé gigante con apellido y genes.
"Después de aquel juego de la Serie de Campeonato, muchos compañeros de oficio me empezaron a comentar que vieron en muchos estadios como la Ola se apoderaba de las gradas y yo mismo viví el fenómeno en los Juegos Olímpicos de 1984. Recuerdo que asistí al partido de futbol entre Brasil y Arabia Saudita de la primera ronda y ahí la vi recorrer las gradas. Creo que en esos juegos olímpicos muchos extranjeros comenzaron a vivir el fenómeno", dice.
"¿Y México?", lo interrumpo en una de las últimas conversaciones que tenemos. "El Mundial de 86 fue su gran vitrina. En cada partido se realizaba y yo veía por televisión y en fotos el alcance que tenía. Estadios tan majestuosos como el Azteca sirvieron como su casa. La Ola ahí cobró dimensiones que ni en mis mejores sueños pude imaginar. No me cuesta pensar porque muchos mexicanos piensan que la Ola es mexicana".
Una respuesta que cierra el círculo. Una declaración que me deja en claro que, cuando los pies empiezan a zapatear, anunciando su llegada, da lo mismo sexo, nacionalidad o religión, ya que lo que importa es prepararse porque la Ola está por llegar.