Reconocido por murales realizados dentro y fuera de México, exposiciones en museos y galerías, y por colaboraciones con marcas como Nike, Converse y Aeroméxico, Edgar Saner ha logrado articular un lenguaje visual inconfundible. En esta entrevista nos abre las puertas de su estudio y nos comparte detalles de sus procesos creativos, la historia de algunos de sus objetos más preciados y cómo este espacio se ajusta a la perfección a su dinámica familiar actual.
Entrevista | Édgar Saner: un santuario para la gráfica

“Entre 2004 y 2008, estuve trabajando en una agencia de tiempo completo y por las noches me dedicaba a mis proyectos. Era como tener una doble vida. En aquel momento ya había un movimiento de street art, pero no tenía la fuerza que tiene ahora. Yo lo hacía para disfrutar la calle y para intentar generar nuevos discursos en los espacios públicos”.

“Durante algún tiempo me involucré en el diseño de juguetes, pero era un tema muy complejo porque tenías que trabajar con alguna marca y se volvió algo desgastante. Lo abandoné en 2011, pero cuando nació mi hijo mayor le hicimos un avatar y esa fue una excusa muy chida para retomar el tema. En cada uno de sus cumpleaños hemos sacado una figura conmemorativa que celebra algunas de las metas que ha cumplido”.

Mi obra es una búsqueda de identidad; así nació y así sigue siendo. Busco mostrar lo que es ser mexicano en un mundo globalizado y creo que ahora es más relevante que nunca, porque intento probar que no somos, por ejemplo, esos narcotraficantes que dice Trump. En realidad, nuestra cultura tiene muchas cosas chidas y un gran potencial gastronómico, cultural e histórico. Mi intención es revalorizar la cultura y generar otros discursos a través de la gráfica.

“Mis proyectos nacen a partir del concepto, de lo que quiero decir y cómo lo quiero decir. Con eso claro, aterrizamos la parte gráfica. A veces, recurro a mis bocetos para revisar si en algún momento hice algo que pudiera funcionar y que, de alguna forma, pueda ahorrarme algún paso. Para cada proyecto trabajo como mínimo dos o tres ideas”.

“En el caso de los murales, me gusta que la gente los vea como un diálogo y no como una invasión de sus espacios. Generalmente, llego al lugar donde lo realizaré y recorro el entorno para desarrollar el concepto. Necesito que estos generen una conexión con los habitantes para que se lo adueñen y no los rechacen. Al final, yo me regresaré a México, pero la pieza seguirá ahí y mi intención es tender puentes de comunicación y tolerancia”.

“Me encanta que todos los medios representan un reto. Nunca me ha gustado sentirme cómodo todo el tiempo con una sola cosa. Esa es la razón por la que varío mucho: hago murales, colaboraciones, prints, diseño ropa… Cada una tiene sus limitantes y sus exigencias y, con el respeto y el rigor que plantean, uno se ve obligado a llegar a soluciones que no había considerado. La gente no tiene que enterarse de estas cosas, de estas limitaciones, pero uno tiene que hacer magia y eso es lo lindo”.

“La mayoría de los libros que tengo aquí son obras con las que mi esposa y yo hemos crecido como pareja. Ella estudió una maestría en arte y muchos de esos libros son obras que ella ha leído. Yo, por mi parte, tengo una sección sobre artistas que me gustan, sobre sus historias y su gráfica. También tengo una sección de cuentos ilustrados y otra de publicaciones en las que se ha incluido mi obra”

“En este momento, este espacio de trabajo es ideal, porque no se adapta únicamente a los proyectos de Saner, sino a los de toda mi familia. Me gusta que mis hijos puedan venir aquí y empaparse de diferentes cosas: conocer gente, ver grabaciones, pintar un cuadro… Eso no quiere decir que quiero que se dediquen a lo mismo que yo. Quiero que este espacio sea una excusa para la imaginación y para potencializar la creatividad de mis hijos. Cada vez estamos más contentos con las historias que se generan aquí”.

“Me gusta crear universos a partir de objetos ya existentes. No intento reproducirlos tal cual son porque tengo muy claro que los creadores originales lo hacen mucho mejor que yo. Tomemos por ejemplo las máscaras de Tecuan realizadas en Guerrero: mi punto de partida siempre es preguntarme cómo sería mi máscara si yo pudiera pulirla, producirla e incorporarle nuevos elementos. Para mí, ese es un diálogo en el que tomo algo como referencia y lo convierto en algo nuevo, en algo que pueda vivir en mi universo".
