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Opinión | Conformes con la inconformidad: un retrato de ser mexicano

"¿Qué significa ser mexicanos en la actualidad?" puede generar respuestas diferentes y debates que podrían no tener fin. Aquí la opinión de Nora de la Cruz respecto a los rasgos que definen nuestra nacionalidad.
dom 14 septiembre 2025 09:00 AM
Opinión: Conformes con la inconformidad
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No soy la primera en decirlo: quizá el signo más distintivo de la mexicanidad sea la contradicción. Risueños y solemnes, irreverentes y conservadores, iconoclastas guadalupanos, humildes pero aspiracionales, millonarios pero evasores de impuestos, etcétera. Ninguna de estas paradojas me resulta tan fundamental como la que prácticamente nos mantiene con vida: nada nos parece, todo nos indigna y, sin embargo, nada nos devuelve tanto la tranquilidad como saber que aquí nada cambia.

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Acerca de la indignación, no hay nada que explicar. Es relativamente sencillo experimentarla de primera mano: cualquiera puede expresar una opinión en la plataforma de su preferencia y recibirá una demostración casi inmediata de la tercera ley de Newton. Es más, ni siquiera se necesita de los demás para tocar de cerca nuestra mexicanidad: basta con dar un breve paseo, una vuelta a la manzana, para sentir la indignación bullir en el torrente sanguíneo.

Los baches, los charcos, la basura, los vendedores ambulantes, el precio de todo. Al detenernos frente al puesto de periódicos, el efecto se magnifica: la inseguridad, la corrupción, la incompetencia de tal o cual político, o tempora, o mores. No soy la más indicada para lanzar la primera piedra: escribí una novela de casi 300 páginas solo porque me atendieron mal en el Seguro Social. No creo que nadie me juzgue.

Ah, pero a toda cara corresponde una inseparable cruz, y esta no podía ser la excepción. Porque nosotros, mexicanos al grito de guerra, mientras señalamos este catálogo de fastidios y fallas imperdonables, de alguna manera o de otra, en distintos momentos de nuestra vida cotidiana, sacamos partido de ese desorden y, así, lo hacemos crecer.

Por cada bache que maldecimos nos pasamos un alto; confiamos en que esté el tamalero de la esquina del trabajo el día que salimos sin desayunar; aceptamos el ascenso que nos brinda nuestro compadre y, bajo ciertas circunstancias, votamos por quien haya que votar.

Todo lo anterior es cierto, y creo que podemos reconocerlo sin vergüenza. No porque sea loable, claro está, sino porque también significa algo más simple: que ante la incertidumbre de las grandes catástrofes que se ciernen sobre el mundo entero, los mexicanos nos consolamos con la modesta certeza de que todo puede venirse abajo, pero de alguna manera o de otra terminaremos por hacerlo funcionar.

Sí se puede es nuestro lema en el futbol, incluso cuando la experiencia demuestra que nunca hemos podido. Podría decirse que nuestra confianza en los milagros es extrema –gracias, Virgencita–; prefiero pensar que en lo que realmente confiamos es en lo inmediato. La alegría que siempre está al alcance de la mano: la música, la comida, la fiesta, la solidaridad de la gente querida y no mucho más. Ser mexicano es abrazar el desorden, y qué es la vida misma sino eso.

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Acerca de la autora: Nora de la Cruz es originaria del Estado de México y doctora en Teoría Literaria por la UAM-I. En 2025, publicó la novela Duerme, cicatriz (Tusquets). Es narradora y crítica literaria y gestiona el canal de YouTube Interior 403, dedicado a la crítica y promoción de la lectura, y el proyecto editorial del mismo nombre.

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