La introducción de Marisol Centeno con el diseño fue primero a través del vestuario, más tarde a través de la interpretación de los textiles. Hoy es la creadora de Biyuu, marca fundada por Estudio Marisol Centeno, y Life and Style platicó con ella.
La belleza de lo cotidiano
“En los 90, la actuación para niños en México era más natural, más naíf quizá. No tenía la expectativa de que eso se convirtiera en algo más. Fue una etapa de mi vida muy diferente y divertida, una etapa en la que tenía un rigor y una disciplina muy estrictos. De mis seis a mis once años tuve mucho rigor y luego siento que me cansé. Ya estaba en secundaria y se abrieron otros intereses, más reales y auténticos. Fue cuando descubrí la música, la indumentaria, la manera de generar un discurso a través de la ropa y también fue cuando empecé a buscar la interpretación desde otros lugares”.
“Entre los 12 y 14 años empezó a aparecer el textil en mi vida. Empecé a verlo desde la mirada del vestuario, a darme cuenta de cómo este podía influir en el carácter de un personaje. Paralelamente, del lado de la familia de mi mamá, tuve la oportunidad de tener contacto con comunidades en los Altos de Chiapas. Pasaron los años, hice teatro, cine, trabajé en proyectos cinematográficos que me dieron mucha satisfacción personal, películas que comercialmente a lo mejor eran complicadas, de nicho, que disfruté mucho. Pero el diseño me seguía llamando”.
Empecé a ver al diseño como una plataforma para ofrecer un discurso social
“Cuando cumplí 15 años, tuve la fortuna de hacer un viaje a Turquía en el que fuimos a ver una producción de tapetes artesanales. Fue algo que me conmovió mucho; fue la primera vez que reflexioné sobre cómo los objetos podían generar una conexión con nuestros sentidos, religiones y quehaceres. Comprendí que la indumentaria podía ser una resistencia social y la empecé a relacionar con los pueblos originarios mexicanos, que eran muy cercanos a mí. Empecé a ver al diseño como una plataforma para ofrecer un discurso social”.
“Me siento más cómoda en el diseño, no considero que haga arte. Me especializo en procesos artesanales. Creo que la diferencia fundamental entre el diseño y el arte es que el primero siempre tiene una funcionalidad que puede ser emocional, sensorial o incluso muy funcionalista. Tiene que ver con una observación detallada del entorno. Me siento una diseñadora muy arraigada a la vida cotidiana. Cuando creo algo, imagino que alguien más lo va a tocar y vivir. En México, además, la artesanía está siempre ligada a una tradición patrimonial, reflejo de la multiculturalidad del país”.
“Me encanta ir al estudio. Ahora soy mamá, y eso ha cambiado mis tiempos. La idea del estudio es que sea un laboratorio para la investigación textil. Aquí recibimos y respondemos a clientes, pero también es donde jugamos con los diseños y donde surge el prototipado de nuestros productos; además, dibujamos y tejemos acá, aunque no todo se hace aquí, claro”.
“Tenemos varias maneras de trabajar. Una es experimentar directamente con la técnica, tratando los materiales... Otra es empezar a investigar un tema concreto, como lo que hicimos con la lana cochinilla, en donde partimos de la propia química de este pigmento. Encontré una cita de Carl Sagan que dice que lo que percibimos como belleza está muy relacionado con el posicionamiento de los átomos y las moléculas, algo que me pareció muy hermoso y puro, ya que está relacionado con cómo percibimos las cosas a través de la vibración de nuestros propios ojos. Fue así como hicimos el desarrollo del color, basado en el cambio del pH del pigmento. Son proyectos que parten de una búsqueda intelectual”.
En los últimos años he estado muy interesada en la generación de color, pero la falta de agua provocada por el calentamiento global lo ha convertido en algo insostenible
“En los últimos años he estado muy interesada en la generación de color, pero la falta de agua provocada por el calentamiento global lo ha convertido en algo insostenible, así que hemos empezado a experimentar con los residuos del aguacate. Antes, el color era una proyección de la cultura, pero ¿qué ocurre si eso no se puede seguir haciendo? Son preguntas que me hago continuamente. Tengo un equipo muy talentoso; son diseñadoras muy especializadas en producto, pero también en el textil”.