Tras estudiar en la Universidad de Kingston, en Londres, inició su carrera trabajando con Richard Rogers y Norman Foster. En 1984, fundó su propio despacho, David Chipperfield Architects. En sus inicios, se enfrentó a críticas, particularmente en el Reino Unido, donde el clima político de la época, marcado por el conservadurismo de Margaret Thatcher y las inclinaciones estéticas del príncipe Carlos, no era favorable para la arquitectura moderna.
Esta animadversión hacia el diseño contemporáneo lo llevó a buscar oportunidades fuera de su país, obteniendo sus primeros encargos en Japón. Fue en 1990 cuando debutó en su país natal con la casa del fotógrafo Nick Knight. Sobre aquel proyecto, Chipperfield contó en 2021 a la revista Icon: "Hoy nadie diría nada, pero la gente de su calle se puso a mandar cartas con quejas al príncipe Carlos. Fue una locura". La controversia fue tal que los vecinos, en señal de protesta, mantuvieron sus cortinas cerradas durante años.
A la casa le siguió el Museo Fluvial y del Remo, junto al río Támesis, en Oxfordshire. A pesar de llegar con ideas radicales, se encontró con una comunidad conservadora que deseaba mantener la esencia de su pueblo. En lugar de confrontar, se adaptó incorporando un tejado a dos aguas y utilizando madera en un diseño que fusionaba lo tradicional con lo moderno. Aunque hoy lo ve como un diseño tosco, fue un reflejo de la arquitectura como un acto de negociación y acuerdo. Sorprendentemente, fue nominado al premio Mies van der Rohe.
Sus edificios destacan y a la vez se integran con su entorno. Sus obras pueden ser minimalistas y directas, pero al mismo tiempo transmiten calidez y sofisticación. Un ejemplo es el Museo Jumex de la Ciudad de México, inaugurado en 2013 y hoy un referente del arte contemporáneo en Latinoamérica.
Un espacio cuyo diseño responde al contexto local. La cubierta en forma de diente de sierra, por ejemplo, no solo brinda iluminación natural a las salas, también pone en diálogo al edificio con la emblemática Casa Estudio Diego Rivera y Frida Kahlo. El edificio, además, incorpora materiales nacionales, como el mármol travertino de Xalapa.
¿Por qué lo elegimos?
Porque redefine la arquitectura fusionando pasado y presente. El premio Pritzker es un reconocimiento a su habilidad para narrar historias a través del espacio, demostrando que la arquitectura es más que solo hacer edificios.