El botox se ha convertido en un recurso muy socorrido para retrasar los efectos del tiempo en la piel. Esto busca disminuir las marcas de la edad, como arrugas y cicatrices. Aunque en muchos casos podría parecer milagroso su efecto, tiene sus reacciones posteriores que podrían no ser muy deseables al largo plazo.
Científicos determinaron que las inyecciones de botox pueden cambiar la forma en que el cerebro interpreta y procesa las emociones. Este trabajo de investigación hecho por la Universidad de California en Irvine , sugiere que cuando vemos una expresión de enojo o felicidad en la cara de otra persona, gesticulamos con los músculos de nuestra cara para simular la expresión y esto se trastoca con el botox.