Ahora se alza la figura de un nuevo sospechoso: nuestra propia naturaleza. ¿cómo puede ser esto posible? Estudios recientes parecen haber concluido que más allá de los intentos por vivir en sociedad, la violencia forma una parte inamovible de nuestra naturaleza.
Ciclos violentos
¿Alguna vez han escuchado de la cliodinámica? No se sientan mal si la respuesta es negativa, que pocos saben de qué va. El término fue acuñado a inicios del siglo XXI para referirse a una serie de estudios transdisciplinarios que entrecruzan sucesos históricos con modelos matemáticos.
Uno de sus hallazgos más sorprendentes es el percatarse de que la humanidad tiene picos de violencia que se dan aproximadamente cada 50 años. No surgen de la casualidad, sino motivados por un incremento en el poderío de las élites, lo que aumentan las brechas económicas y sociales del mundo.
Suena tan lógico que casi parece absurdo, al menos hasta que analizamos las fechas y nos damos cuenta de que, efectivamente, muchos de los grandes conflictos de la humanidad han sucedido cada cinco décadas.
La investigación inicia por 1870 que puede relacionarse con la Guerra Civil de los Estados Unidos y la Guerra Franco Prusiana; de ahí pasa a 1920 que nos conduce a la Gran Guerra; después a 1970 con la Guerra de las Colonias de Portugal, así como las Guerras de Corea y Vietnam, y sin olvidarnos de las tensiones suscitadas durante la Guerra Fría… ¿ya hicieron cuentas? Si sumamos 50 años más podemos percatarnos que estamos en el epicentro de un nuevo ciclo.
Un momento, ¿entonces por qué no ha habido un estallido como en anteriores ocasiones? La interrogante resuena con más fuerza si consideramos la dureza del siglo XXI que ha estado plagado de adversidades pero que no termina de explotar.
Esto puede atribuirse a que el ser humano ha aprendido de la peor manera que cada nuevo conflicto es peor el anterior. Si consideramos cómo terminó la II Guerra Mundial, no es de sorprenderse que muchos piensen que el próximo gran conflicto pueda ser el último.
Mientras tanto, la sociedad libera presión con todo tipo de males que pueden apreciarse en la xenofobia, el racismo, así como las luchas de clases y de géneros que imperan en nuestros días.
¿No terminas de creer que esto sea posible? Entonces llevemos el estudio hacia atrás para percatarnos que 1820 coincide con los últimos años de las Guerras Napoleónicas y las Guerras de Independencia de América; que 1770 conecta con la Guerra de Independencia de los Estados Unidos; que 1720 nos lleva a la Guerra de la Cuádruple Alianza... podríamos seguir y seguir y la evidencia seguiría siendo la misma.
¿Recuerdas todas las veces que #TerceraGuerraMundial ha sido tendencia en redes en los últimos años?
¿Debemos estar preocupados?
¡Ya lo estamos! Por momentos pareciera que vivimos en un mundo dominado por el odio y el descontento. Por si esto no fuera suficiente, cada que asoma la posibilidad de un nuevo conflicto surge una ola de incertidumbre ante un posible final.
Pasó con los roces entre Estados Unidos y Corea del Norte durante la era Trump, más recientemente con la invasión de Rusia a Ucrania. Sólo por curiosidad, ¿recuerdas todas las veces que #TerceraGuerraMundial ha sido tendencia en redes en los últimos años? Nosotros ya perdimos la cuenta.
Los datos son desalentadores. Aun así, la mayoría de los estudios sociales coincide en que nuestra especie se ha tornado cada vez más pacífica y que los conflictos van en decremento. O lo que es lo mismo, que hay esperanza para la humanidad. ¿Se concretará este buen presagio? Ningún estudio puede darnos la respuesta, ya que ésta se encuentra en nosotros mismos.