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La familia en la sociedad diversa

El concepto de familia ha evolucionado a una liquidez casi infinita. Un autor nos relata sus impresiones sobre uno de los pilares que catalizó el desarrollo de la civilización occidental.
sáb 10 septiembre 2022 10:45 AM
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Soy un hombre homosexual. Me casé con otro hombre. Tras muchos años de relación sentimental decidimos acceder a la paternidad por la vía de la gestación subrogada en Estados Unidos. Una donante de óvulos y una mujer que nos ofreció su capacidad de gestar hicieron posible que hoy tengamos dos hijos: un niño de dos años y una diminuta bebé recién nacida. Parece explicarse rápidamente, pero ha sido un camino largo, repleto de emociones. Simplemente, somos una familia.

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La paternidad es uno de los mayores desafíos del ser humano. Te imaginas teniendo hijos y pueden embargarte a partes iguales la dicha y la responsabilidad. En ocasiones, te invade una inevitable sensación de vértigo. Hasta que llega el gran momento: conoces a tu hijo. Y pronto empiezas a experimentar algunos de los momentos más placenteros y satisfactorios de tu vida. Mi experiencia está cuajada, como la del resto de padres, de momentos inolvidables.

Quizás he tenido que superar algún obstáculo añadido, esperar un poco más de la cuenta o dar alguna explicación extra. Hoy, formo parte de esa categoría minoritaria pero en aumento llamada familias diversas, difuso concepto que engloba a todos aquellos modelos de familia creados al margen del tipo tradicional. Entre ellas nos encontramos con un sinfín de tipologías: personas LGBTIQ+ creando familias monoparentales, homoparentales o transparentales.

Algunas son reconstituidas, otras formadas por coparentalidad o por intencionalidad. Y, a su vez, por reproducción natural, método ROPA o gestación subrogada, adoptivas, de acogida... La lista es nutrida. Dejando de lado las categorías, debo reconocer que mi vivencia personal ha sido enormemente positiva, lo que me reconcilia cada día con el género humano.

Como pareja homosexual, la llegada de hijos al hogar supone una nueva salida pública del clóset. La paternidad es muy pública y te expone de forma más evidente a tus entornos habituales (trabajo, familia, amigos) y te introduce en otros novedosos e inexplorados (guardería, colegio, parques, consultas de pediatría, lugares de ocio infantiles...). Al vernos pasear con nuestros hijos, nuestros vecinos, los comerciantes del barrio o compañeros de trabajo ven en nosotros a una familia. Porque perciben a unos adultos que cuidamos y educamos a nuestros hijos en sociedad, tejiendo unos lazos de afecto y cariño.

Y esta estructura resulta muy reconocible para la mayoría de la gente. No negaré que pueda haber gente cuyos prejuicios les impidan considerarnos una familia, pero jamás lo han expresado. Curiosamente, la institución familiar es tan universal que facilita el encaje social del individuo. Les permite identificar algo que es diferente a su realidad, pero que comparte los elementos básicos de su estructura familiar. A su vez, nosotros no nos sentimos diferentes. Ni siquiera me considero una familia diversa. Constituimos una familia que forma parte de una sociedad diversa.

Con frecuencia me pregunto qué factores han hecho de mi paternidad una experiencia diferente. De adolescente fantaseé como cualquiera con la idea tener una familia propia. Pero para los chicos homosexuales era un futuro negado. Quizás conocería a un chico como yo y podríamos compartir una vida juntos, pero ¿tener hijos? Imposible. Por el contrario, el paso del tiempo y los trepidantes cambios sociales y legales hicieron posible lo imposible y hoy los sueños de muchas personas como yo han comenzado a materializarse.

Lo curioso es que, cuando hemos comenzado a formar nuestras familias, lo hemos hecho trasladando nuestra idiosincrasia. Todas las personas LGBTIQ+, en mayor o menor medida, tenemos un pasado de lucha y resistencia, hemos enfrentado el miedo al rechazo y la discriminación. Hoy, nuestra experiencia marca el carácter de nuestras familias. La mayoría de las familias LGBTIQ+ que conozco dan una inmensa importancia a la educación sobre diversidad y al fomento de la tolerancia. Se esmeran por inculcar a sus hijos unos valores en los que les gustaría haber sido criados y que consideran indispensables para crear una sociedad más incluyente.

La paternidad alternativa te ofrece la oportunidad de crear una familia singular, libre de convencionalismos y ataduras. Como deberían serlo todas, construidas sobre unos valores propios, originales y bajo el paraguas de un cariño sincero y desinteresado. Porque ninguna familia es igual a otra.

Las personas LGBTIQ+ hemos pasado mucho tiempo tratando de encajar y ahora gozamos de un reconocimiento legal y un apoyo institucional similar al resto en la protección de nuestras familias. A diferencia de lo que sostienen algunos sectores conservadores y religiosos de la sociedad, no hemos venido a destruir la institución familiar. Hemos venido a enriquecerla, diversificarla, darle vida y duración en el tiempo.

Acerca del autor: Fernando Garín (Zaragoza, 1979) es licenciado en Derecho y trabaja en la Universidad de Zaragoza. Es autor de La pluma y el Oeste. El fascinante viaje de la homosexualidad a través del Western (2019), ensayo en el que repasa la historia del cine del Oeste desde un insólito punto de vista gay. El encanto de los náufragos (2021) es su primera novela y debut en el mundo de la ficción, una atrevida historia sobre amor, autodestrucción y esperanza.

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