Combina la crítica con buenos comentarios
Toda crítica, cuando se recibe, se siente como un rechazo, y si es por parte de un ser querido, como una falta de amor. Por eso, es importante de alguna manera mostrar aceptación o admiración al momento de soltar el comentario negativo. En vez de: “Esta comida sabe horrible”, di: “Tienes mucho talento para cocinar pero siento que si le pusieras más sal a este plato te quedaría mucho mejor”. La entrega es totalmente diferente.
Sé específico
Dale a la persona la oportunidad de entender por qué no te gusta lo que hace, para que ella analice si debe corregir algo. En el ejemplo anterior, decir que la comida sabe horrible no aporta ni resuelve nada. En cambio, si explicas que sientes que le falta sal, le estás dando una guía al cocinero para mejorar su sazón. Siempre procura que tu crítica construya. En vez de condenar, explica lo que está en juego para ti. Por ejemplo, en vez de decir: “Eres un idiota”, di: “Cuando trataste mal a mi novia me hizo sentir mal. Entiendo que no te cae bien y que puede ser cansado estar con ella a veces, pero los dos son personas importantes para mí. Sé que es mucho pedir, pero significaría mucho para mí que la trataras mejor”.
Deja claro que equivocarse es normal
No hagas que la otra persona se sienta como una tonta. En vez de decir: ¿Estás mal de la cabeza? ¿Cómo se te ocurre invitar a tus amigos cuando la casa está hecha un asco?, di: “Yo sé que es difícil mantener la casa impecable cuando los dos trabajamos todo el día, y a todos nos pasa, pero, ¿no podríamos esperar a que esté más ordenada para traer visitas?”.
Revela lo que en realidad quieres
A veces las quejas vienen de la vulnerabilidad en nosotros que busca ser reconocida, pero nos da pena revelar lo que queremos, y en lugar de hacerlo, atacamos. En vez de: “Me prometiste que ibas a llegar a las 7 y son las 9:30. ¡Estoy harto!”, cuando en realidad lo que no te atreves a decir es: “Estaba muy emocionado porque hoy por fin íbamos a poder pasar tiempo juntos y preferiste hacer otras cosas, y la historia que me estoy diciendo a mí mismo es que yo no soy tan prioritario para ti como tú lo eres para mí, y quiero que todo fluya bonito contigo. Por eso me altero”. ¿Ves como la queja es la misma pero el nivel de hostilidad es radicalmente distinto?
No uses palabras tan contundentes
Nunca uses palabras directas. A nadie le cae bien una crítica tan contundente (aunque te la pidan). En el fondo, nadie está preparado para aceptar que no es perfecto, pero si te lo dicen como una posibilidad y no como un hecho, se vuelve mucho más fácil. En vez de decir: “Es que siempre quieres ser el centro de atención. Me da mucha pena que siempre acaparan la conversación con historias que a nadie le importan”, di: “Tal vez no todos se identifican con las cosas tan interesantes que te pasan”.