Todos nos enfrentamos alguna vez a una persona de este tipo. Esas personas que por alguna razón siempre tienen un comentario o pregunta que parece especialmente diseñado para herirte o para hacerte quedar mal frente a otras personas, sin que necesariamente estén en una discusión o sean enemigos. El ser humano promedio busca entablar relaciones basadas en la aceptación y el apoyo. Estas personas, en cambio, parece que no tienen ninguna sensibilidad al decir cosas que lastimen a los demás. Sin embargo, no es intencional.
La cosa es más o menos así: estás en una junta del trabajo en la que participan varios compañeros a los que podrías considerar amigos. Sin embargo, en más de una ocasión hace preguntas que sabes que no pueden responder o preguntas por cosas que sabes que no están resueltas. Mientras ellos batallan por llegar a una solució, te das cuenta de que acabas de violar reglas implícitas de la amistad.
Las preguntas difíciles son inevitables, claro, y no sólo en el contexto laboral, sino el en que sea. El problema está cuando hacemos esas preguntas frente a muchas personas, exponiendo así la falta de conocimiento de la persona a la que dirigimos la pregunta. Si te identificas con esto, es posible que carezcas de cierta sensibilidad, de tal forma que la gente comienza a alejarse de ti por miedo a ser lastimada o humillada. Después de todo, un estudio de la Universidad de Cornell sugiere que a las personas no nos gusta que nuestros amigos y conocidos nos perciban como débiles o inadecuados porque eso nos hace menos confiables.