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El Derecho a la reparación de tus aparatos, ¿qué es y por qué es necesario?

Una opción tan lógica que casi suena absurda, pero es algo de lo que hemos sido privados por demasiado tiempo.
lun 26 julio 2021 01:17 PM
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En México y en los países en desarrollo la reparación de aparatos tecnológicos es parte del entorno cotidiano de las ciudades.

Cada vez es más común escuchar sobre el derecho a la reparación, ¿pero en qué consiste? Muy sencillo: que los usuarios tengan la posibilidad de arreglar o de llevar con un técnico elegido cualquier producto de su pertenencia que así lo requiera. Esto sin distinción de objetos, tecnologías o marcas. Suena tan lógico que casi parece absurdo, pero lo cierto es que la sociedad global se ve cada vez más privada de poder hacerlo.

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Pongamos un ejemplo. Es común escuchar que las personas invierten una suma importante en un equipo, como puede ser un celular o una computadora, pero que sólo unos años después tienen algún problema que ni siquiera tiene que ver con el funcionamiento del producto, como puede ser el cargador o la batería. En el papel se trata de un problema sencillo, pero los repuestos pueden ser tan virtualmente imposibles de instalar o tan difíciles de conseguir, que los usuarios se ven forzados a comprar un equipo nuevo.

La situación se complica más cuando de aspectos intangibles se trata, como es el caso de un software que no puede ser actualizado porque la marca decidió descontinuar un modelo, lo que invariablemente hace que el producto se torne inservible aun cuando opera perfectamente bien. Un inconveniente que antes parecía exclusiva de las computadoras, pero que cada vez aqueja más equipos como es el caso de la televisión.

Esto resulta en un ciclo sin fin de gastos para las personas, pero también de generación de desechos con el reemplazo discriminado de productos cuya vida útil aún podría continuar de una manera muy importante si las marcas así lo permitieran.

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¿Realmente es necesario?

Mucho se ha debatido sobre la necesidad de legislar el derecho a la reparación si consideramos que las compañías ya están legalmente obligadas a reparar sus productos si estos padecen algún desperfecto. El problema viene con todos los huecos que existen. De inicio muchas de las leyes actuales se centran en las garantías, así como en “el tiempo en que los productos sigan fabricándose, armándose o distribuyendose”, como es el caso de la Ley Federal de Protección al Consumidor.

A esto se suman los altos costos de las reparaciones oficiales. Como ejemplo, u n estudio realizado en 2011 demostró que los estadounidenses que llevan sus automóviles a talleres independientes ahorran aproximadamente un 24% en comparación con los que lo hacen sólo en sitios autorizados.

Más complicado es el caso de las marcas tecnológicas, que penalizan cualquier intervención ajena a la compañía por más mínima que sea, como puede ser el caso de las pantallas de los celulares, alegando que no pueden hacerse responsables por piezas manipuladas fuera de sus servicios técnicos. Apple dejó atrás esta práctica apenas en 2019.

Para terminar están los distintos impedimentos técnicos que van de la casi absoluta imposibilidad de siquiera abrir algunos dispositivos sin piezas exclusivas –algo que en muchos casos es solucionado por los usuarios con toda clase de tutoriales– al secretismo industrial de compañías tecnológicas que se rehúsan a compartir su información por temor a que les sea robada. Mención aparte para la obsolescencia programada [escribí un artículo al respecto en mayo, pero no lo encontré, por si gustas buscarlo para el link] que consiste en un envejecimiento deliberado de un producto determinado que obligue a reparaciones fuera del periodo de garantía o incluso a la compra de un nuevo dispositivo.

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Así se ve el panorama actual

El derecho a la reparación cobra cada vez más fuerza en Estados Unidos, la Unión Europea y Reino Unido, por lo que se espera que no pase mucho para que el movimiento alcance un carácter global.

Casi todos los estados de la unión americana han propuesto actas relacionadas en este 2021, mientras que Massachusetts aprobó una ley que exige a los fabricantes de vehículos que proporcionen la información de diagnóstico y reparación a los propietarios, así como todas las instalaciones de reparación independientes para cualquier automóvil fabricado antes de 2015. Por su parte, Joe Biden recién firmó una orden ejecutiva para que los propietarios de tractores no se vean limitados por las exigencias de los fabricantes de equipos agrícolas y recurran a talleres independientes o incluso los reparen ellos mismos si así lo prefieren.

El Parlamento Europeo trabaja en “la eliminación de obstáculos legales que impidan la reparación, reventa y reutilización”, respaldado por encuestas que señalan que el 77% de los ciudadanos de la Unión Europea preferiría reparar sus equipos que reemplazarlos. Reino Unido ha impuesto una serie de reglas que obligan a los fabricantes de electrodomésticos a vender piezas de repuesto durante diez años, sin importar que el equipo completo haya sido descontinuado.

A esto sumemos el apoyo de diversos grupos activistas entre los que sobresale The Repair Association cuyo objetivo es “abogar por políticas, reglamentos, estatutos y estándares favorables a las reparaciones a nivel nacional, estatal y local”. Una misión sustentada en cuatro puntos: acceso a la información, disponibilidad de partes y herramientas, permiso de desbloqueo y diseños que hagan posible la reparación.

Los avances son numerosos y el futuro es prometedor, pero lo cierto es que el derecho a la reparación también tiene su cara controvertida. Existen equipos cuya reparación externa no concierne a nadie más que los involucrados, como puede ser un electrodoméstico o los ya mencionados tractores. La situación se complica con los dispositivos conectados cuya información abierta podría resultar en graves problemas de seguridad.

Las principales compañías invierten importantes sumas para evitar hackeos que vayan del robo de datos a la toma de control de los distintos equipos, como pueden ser los celulares, las computadoras e incluso los automóviles. Los fabricantes alegan que no podrían hacerse responsables si el funcionamiento de sus sistemas es otorgado a terceras partes que bien podrían usarlo con toda clase de fines.

Un reporte de la Comisión Federal de Comercio desechó la mayoría de estos argumentos, aunque reconoció que una apertura absoluta podría atentar contra los derechos de propiedad intelectual de las distintas marcas.

El derecho a la reparación aún tiene un largo camino por recorrer, pero todo apunta a que cada vez falta menos para que pueda hacerse realidad, lo que invariablemente resultará en un gran apoyo para los bolsillos de los usuarios, así como para un mundo que nos exige ser más cuidadosos con los recursos y desechos.

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