Donald Trump, eterno enamorado –y obsesionado– de las redes sociales ha demandado a Twitter, Facebook y Google por la suspensión de sus cuentas.
El empresario convertido en político supo aprovechar estas herramientas para alcanzar la presidencia de los Estados Unidos y una vez en el poder, para la difusión diaria de su agenda. En ambos casos, con mensajes cargados de polémica que en más de una ocasión provocaron cuestionamientos en torno a posibles sanciones. Las presiones se tornaron insostenibles tras el ataque al Capitolio ocurrido el 6 de enero de 2021 y que resultó en una serie de penalizaciones por razones de seguridad.
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Las sanciones son bien conocidas por todos. Su cuenta de Twitter –su favorita– fue suspendida permanentemente, la de Facebook por dos años y la de YouTube de modo indefinido, pues será reabierta una vez que los riesgos de violencia en el país hayan disminuido. La primera reacción del exmandatario fue alegar una violación a su libertad de expresión y anunciar el desarrollo de su propia red social, un proyecto que dicho sea de paso, parece estancado en el olvido ante la falta de actualizaciones.
Ahora Trump contraataca con una demanda a Twitter, Facebook y Google, así como a sus directores ejecutivos Jack Dorsey, Mark Zuckerberg y Sundar Pichai por lo que considera “una censura legal e inconstitucional” y la exigencia de “el fin del silencio forzado". Se anticipa que esto podría resultar en un intenso duelo legal que podría cambiar el destino del internet para siempre, pero ¿cuáles son las posibilidades de que esto ocurra?
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Los alegatos de Trump
El expresidente considera que las empresas demandadas han violado sus derechos a la libertad de expresión plasmados en la Primera Enmienda. No conforme con ello, también las acusa de actuar como “actores estatales” al restringir las publicaciones de la gente.
Finalmente busca que la Sección 230 de la Ley de Decencia en las Comunicaciones sea declarada institucional. Este apartado en particular establece que “ningún proveedor o usuario de un servicio de ordenadores interactivo deberá ser tratado como el publicador o emisor de ninguna información de otro proveedor de contenido informativo”. Esto significa que ante la ley, las redes sociales no son editores de contenido, sino plataformas y como tal no son responsables de las publicaciones de sus usuarios. Sin embargo, sí que tienen derecho a vigilar y moderar el contenido para evitar cualquier violación a sus normas. Detalles que fueron determinantes para sancionar las cuentas del republicano.
Vale la pena destacar que no es la primera vez que Trump apunta contra esta ley, pues en su momento firmó una orden ejecutiva que intentaba despojar a las empresas responsables de las redes sociales de su protección. Esto, al poco tiempo de que Twitter advirtiera que las publicaciones del entonces presidente podían ser “engañosas”.
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El futuro de las redes
Es un hecho innegable que Donald Trump es un individuo poderoso y que como tal podría dar varios dolores de cabeza a Twitter, Facebook y Google. Sin embargo, parece improbable que su fuerza económica y política pueda derrumbar los imperios tecnológicos de los tres gigantes digitales.
Primero, porque sus viejos esfuerzos han sido desechados por Joe Biden. Tal es el caso de la orden ejecutiva contra la Ley de Decencia en las Comunicaciones, revocada por el presidente en turno.
A esto sumemos una falta de sustento legal en sus demandas, ya que la Primera Enmienda va dirigida al gobierno y no a las compañías privadas que están autorizadas a no difundir los mensajes de terceras personas. Un derecho que, irónicamente, les es otorgado por la Primera Enmienda.
Finalmente porque los antecedentes juegan en su contra, ya que Donald Trump dista mucho de ser el primero en tratar de evitar que las redes sociales moderen los contenidos de los políticos. El caso más parecido sucedió el pasado mes de mayo en Florida, cuando el gobernador Ron DeSantis acusó a estas compañías del enorme poderío que ejercían sobre los norteamericanos, alegando que “cuando le quitas la plataforma al presidente de los Estados Unidos pero dejas que el ayatolá Khamenei hable sobre matar judíos, eso está mal”. Sus esfuerzos por pasar una ley que les multara por sancionar políticos fueron desechados por un juez local.
Es casi un hecho que Twitter, Facebook y Google no tienen mucho de qué preocuparse por las recientes demandas de Donald Trump, pero esto no evita el surgimiento de otras amenazas. Esto porque los gobiernos de todo el mundo, incluyendo las principales potencias son conscientes de la creciente influencia de estas empresas y ya trabajan a marchas forzadas por lograr todo tipo de regulaciones que podrían cambiar el internet para siempre.
El efecto Trump sigue en el mundo
Puede que Joe Biden revocara la orden de Trump, pero el presidente de los Estados Unidos, al igual que muchos otros políticos de su país, consideran que la Ley de Decencia en las Comunicaciones merece ser revisada y actualizada ante los tiempos altamente tecnológicos en que vivimos. Reportes de The New York Times aseguran que los políticos “de derecha han dicho que la ley da a las empresas de internet demasiado margen de maniobra para intervenir en lo que dice la gente en línea. Los demócratas, incluyendo a Biden, han dicho que esas compañías tienen demasiada cobertura para no intervenir en las publicaciones perjudiciales”.
Las multas tampoco se han hecho esperar, siendo la impuesta a Facebook por parte de la Comisión Federal de Comercio de los Estados Unidos la más severa en toda la historia: 5 mil millones de dólares por violar las reglas de privacidad de sus usuarios en el caso Cambridge Analytica. Más simbólicas fueron las impuestas por algunos países de la Unión Europea a Twitter: 30 mil euros de la Agencia Española de Protección de Datos por no ser clara en su forma de rechazar las cookies y 450 mil euros de la Comisión de Protección de Datos de Irlanda por no haber informado de una brecha de seguridad ocurrida en 2018.
Finalmente, países como México han realizado esfuerzos por regular el funcionamiento de las distintas redes sociales. Esto ha llamado la atención de organismos como Human Rights Watch (HRW) que consideran la iniciativa como un peligro contra la libertad de expresión.
Las redes sociales han contribuido a que el mundo sea más pequeño y esté más conectado, pero su expansión ha sido tan abrupta y masiva que invariablemente se ha visto aquejada por toda clase de controversias. Es un hecho que las regulaciones aumentarán tarde o temprano, y es importante estar muy atentos para asegurarnos que estos cambios sean para beneficio de todos y no sólo de unos cuantos.