Haz una lista de interrupciones
La procrastinación viene, en parte, de impulsos repentinos que tenemos por resolver cosas que por el momento son irrelevantes. Si mientras trabajas tienes un impulso repentino de investigar todo sobre la inmortalidad el cangrejo, no caigas; mejor anótalo en una lista de pendientes. Así, sacarás la urgencia de tu cerebro, pues estás tomando acción al respecto, sin caer en el impulso de dedicarle más tiempo.
Revisa las obligaciones que tú solito te pones
Las personas solemos cargarnos de obligaciones que no importan: llevar el pastel del cumpleaños de tal, cambiar la organización de tu librero por orden alfabético, leemos libros que no nos están gustando... cosas en las que realmente no queremos participar y que sólo nos suman estrés. Aprende a tomar estas cosas como sugerencias en lugar de cosas que tienes que hacer. Tu ansiedad te lo agradecerá.
Ponte recordatorios cada hora
Muchos relojes y celulares tienen la opción de emitir un sonido cada hora. Quizás es molesto, pero es una gran ayuda para centrarte y hacerte regresar a lo que realmente importa. Cada vez que suene este recordatorio, respira, concéntrate, revisita tu lista de pendientes y toma acción al respecto.
Utiliza la técnica Pomodoro
Los gurús de la productividad la aman y los procrastinadores en proceso de rehabilitación también. Usa apps como Be Focused, y prográmate para trabajar durante 25 minutos seguidos y descansar 5. Cada cierta cantidad de rondas, toma un descanso de veinte minutos. Si haces esto diligentemente, reeducarás a tu cerebro para concentrarse en lo que tiene que hacer. Durante estos lapsos de tiempo dedícate a hacer las mini tareas en las que dividiste tu trabajo: es muy posible que eso te dé el impulso necesario para poner a tu cerebro en un estado de concentración profunda. Si sucede, ignora tus minutos de descanso; aprovecha el momentum que construiste.
Divide tus pendientes en tareas chiquitas
Digamos que tienes que escribir un artículo. En vez de pensar en "escribir un artículo", divide esta misión en tareas chiquitas: investigar el tema, estructurar el artículo y escribirlo, por ejemplo. Así, se vuelve menos intimidante y es más fácil que tu cerebro entienda por dónde empezar. Cuando tengas un proyecto, piensa en "¿cuál es el paso más pequeño y simple que puedo dar para empezar o continuar este proyecto?" y hazlo. En la mayoría de los casos, eso te dará el impulso necesario para seguir adelante.
Lleva un diario
A veces la procrastinación viene de las emociones. Te peleaste con tu novia, tu amigo se está portando raro contigo, le dijiste algo feo a tu mamá y te sientes culpable... y todos esos pensamientos te dan vueltas en la cabeza y nublan todo. Si es tu caso, antes de comenzar a trabajar, tómate unos minutos para desahogarte en un diario. Suena cursi, y quizás lo es, pero es un gran ayuda para descargar las emociones y aclarar la mente.
Come algo antes de trabajar y ten agua a la mano
Muchas veces no podemos concentrarnos porque no estamos cuidando nuestros cuerpos de la manera correcta. Asegúrate de desayunar bien antes de comenzar a trabajar, y mantén a tu lado un termo o una jarra con agua. La deshidratación y el hambre no son los mejores amigos para tu concentración.
Organiza tu espacio
Asegúrate de tener a la mano todo lo que necesites para realizar tu trabajo, así como ropa cómoda, una silla ergonómica, una buena iluminación, agua, aromas que te relajen e incluso una playlist con música que te haya ayudado a concentrarte en ocasiones anteriores. El chiste es crearte el mejor espacio posible para sentirte "en la zona".
De manera similar, aléjate de la tele, el celular, tus libros y cualquier otra cosa que desate tus impulsos distractores.