Las banderas ondeaban ya a media asta a mediodía y los británicos comenzaban a congregarse frente a las residencias reales de Buckingham y Windsor.

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"Es un día realmente triste", dijo a la AFP Sarah Allison, de 31 años, que acudió a Buckingham para presentar sus respetos con su hija de cuatro años. "Vivió una vida increíble, es una gran pérdida para su familia y su esposa, eran inseparables".
"Con su edad y sus recientes problemas de salud no ha sido una gran sorpresa, pero es uno de esos momentos que cuando miremos atrás diremos que fue un acontecimiento importante", consideró por su parte Chris Green, un funcionario de 57 años.
Tiempos convulsos para la monarquía
Felipe, que el 10 de junio debía cumplir 100 años, fue visto por última vez el 16 de marzo cuando salió en el asiento trasero de un vehículo del hospital King Edward VII de Londres, donde había sido ingresado un mes antes.
Desde allí regresó a Windsor, unos 50 km al oeste de Londres, donde él y la reina, de 94 años, han estado confinados desde el inicio de la pandemia hace más de un año.
Hacía años que no pasaban tanto tiempo juntos, puesto que él permanecía gran parte del tiempo en la residencia real de Sandringham y la reina en Buckingham o Windsor.
Tras ser hospitalizado el 16 de febrero, como "medida de precaución" por haberse sentido mal, la casa real informó que no se había debido al covid-19, del que había sido vacunado junto a la reina, sino a una infección.
A principios de marzo fue trasladado del pequeño y elegante King Edward VII al gran hospital público St Bartholomew, donde fue sometido "con éxito" a una operación quirúrgica "para tratar una enfermedad cardíaca preexistente".
Su fallecimiento pocas semanas después de ser dado de alta asesta un nuevo revés a la familia real británica en un momento convulso para la monarquía, sacudida por una de sus mayores crisis institucionales a raíz de la explosiva entrevista concedida por el príncipe Enrique y su esposa Meghan en marzo a la estrella de la televisión estadounidense Oprah Winfrey.
En esta, Enrique, de 36 años, y Meghan, de 38, aseguraron, entre otras cosas, que un miembro de la familia real había mostrado "preocupación" por el color de piel que tendrían sus hijos, dado que la madre de ella es negra.
Poco después Enrique puntualizó que no habían sido ni su abuela, la reina, ni su abuelo, Felipe, conocido por sus meteduras de pata y sus bromas de mal gusto, así como por su fuerte temperamento y su franqueza.