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NFT: ¿Arte, coleccionismo o una nueva prueba del absurdo humano?

Te explicamos qué son los NFT y las razones por las que algunas personas están pagando millones de dólares por hacerse con uno.
jue 18 marzo 2021 06:00 AM
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La Real Academia Española define el arte como una “manifestación de la actividad humana mediante la cual se interpreta lo real o se plasma lo imaginado con recursos plásticos, lingüísticos o sonoros”. Una tesis certera, pero que difícilmente permite entender las interrogantes, los riesgos e incluso la excentricidad de una disciplina que siempre se ha visto marcada por la controversia. Las primeras grandes expresiones se centraron en la religión o la nobleza, con el tiempo abrieron el camino tendencias más controvertidas como el impresionismo o el vanguardismo, y posteriormente incluyeron latas de sopa o muros marcados con duras críticas sociopolíticas. Ahora la tendencia da un salto motivado por el desarrollo tecnológico plasmado por los NFT.

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Las siglas se refieren a los Non Fungible Tokens o Tokens No Fundibles, activos criptográficos que representan algo único. Están basados en blockchain, pero se diferencian de este porque tienen códigos de identificación y metadatos que permiten diferenciarlos entre sí. Su carácter digital los hace intangibles, pero su exclusividad los ha tornado sumamente codiciados entre la sociedad, lo que ha incrementado su valía sin importar que el archivo consista en un meme, un tuit o una obra de arte. Todo esto ha resultado en subastas que han alcanzado precios desorbitantes, así como incomprensibles para muchos.

Tal es el caso de Everydays – The First 5000 Days que consiste en 5,000 imágenes digitales creadas por el artista Beeple a lo largo de los últimos trece años y que alcanzó un precio de 69 mdd en una subasta realizada en Christie’s. Esto ha suscitado debates que intentan explicar el alto precio basándose en la calidad de la obra, el arduo trabajo que implicó o la naturaleza única de la pieza.

¿Será que estamos ante el nacimiento de un movimiento artístico, una tendencia pasajera o sólo ante una nueva muestra de la excentricidad humana? El artista Andrés Reisinger se decanta por la primera opción al considerar que “este tipo de tecnologías sirven para poner en valor lo que hacemos, añadirle capas que ya vemos en la realidad, la escasez, la autenticidad". Enfatiza además en este último punto al explicar que "el arte es un entorno sencillo para entender qué son los NFT porque no cambia mucho del mundo real. Una obra artística real puede ser copiada y reproducida de muchas maneras, pero no es la original o la serie original, y nadie duda de ello, pues es el mismo razonamiento llevado al mundo digital, que era algo que hacía mucha falta a los creadores digitales".

Esta aseveración es clave para entender la popularidad del NFT artístico, pero también de aquellos tan improbables como son los posts de una red social, especialmente cuando estos podrían considerarse históricos. Tal es el caso del primer mensaje enviado en Twitter, subastado por su CEO Jack Dorsey por la cantidad de $2.5 mdd. Cualquiera puede capturarlo o compartirlo, pero sólo uno puede tener un certificado de autenticidad de su creador. Es por esto que el sitio Valuables , que organizó la transacción, explicó que estas adquisiciones pueden representar una inversión, pero también pueden tener un importante valor sentimental “como un autógrafo en una tarjeta de béisbol, el NFT en sí es el autógrafo del creador en el contenido”.

Esta comparación es fundamental para entender el éxito tras NBA Top Shot. Auténticas tarjetas coleccionables realizadas Dapper Labs y que recaudaron cerca de $32 mdd entre aquellos aficionados del baloncesto ansiosos por coleccionar versiones digitalizadas de algunos de los momentos más gloriosos en la historia de este deporte.

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A pesar de las fuertes sumas que han acumulado, el fin último del NFT no siempre es la comercialización, pues como muchas otras expresiones, también son aprovechados para la transmisión de mensajes sociopolíticos o el apoyo a causas concretas. Tal es el caso de Petr Davydtchenko, cuyo video de sí mismo devorando un murciélago frente al Parlamento Europeo resonó por ser el primer performance plasmado en esta tecnología, pero también por su dura protesta contra el trabajo de las farmacéuticas. Otro ejemplo es la cantante y artista visual Grimes, quien recaudó más de $6 MDD en una colección NFT, destacando que un porcentaje fue para la organización Carbon180 especializada en la eliminación de carbono de la atmósfera.

via GIPHY

Más inusual y –admitámoslo– controvertido es el caso de Nyan Cat, uno de los GIFs más emblemáticos de todos los tiempos y cuyo décimo aniversario se vio engalanada por una remasterización que fue subastada en forma de NFT y que deambuló cerca de los $500,000 USD. No pasó mucho tiempo para que el creador del icónico felino, Harold Torres, realizara una nueva venta, esta vez de seis de los memes más famosos como Bad Luck Bryan y Grumpy Cat, en un evento registrado bajo el nombre de Memeconomy. El creativo aseguró que este acontecimiento no buscaba enriquecer a nadie, sino dar un poco de apoyo y reconocimiento a los creadores de estas imágenes icónicas, recordando además que “a veces miras hacia arriba y hay una empresa que tiene tu foto en una camisa y están ganando millones de dólares sin siquiera hablar contigo al respecto”.

¿Arte, coleccionismo o una nueva prueba del absurdo humano? Tal vez una mezcla de todo. Si algo nos ha enseñado la historia de la humanidad es que el precio de un objeto no siempre radica en su estética ni en los elementos que lo componen, sino en el valor que le concede una sociedad llena de paradojas y contradicciones.

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