Cómo sobrevivir un viaje de verano con niños
Desde que sales de tu casa hasta que vuelves a ella unos días (o semanas después), hay varios trucos para recordar, sea cual sea el tipo de viaje que planees. Estos son algunos que te pueden salvar la vida.
Preparados para despegar
Al comprar los boletos de avión, asegúrate de que tus asientos queden junto a tus hijos, y nunca selecciones puertas de emergencia, está prohibido que menores viajen en estos espacios. Pregunta siempre por las políticas de pre-abordaje anticipado y utiliza esta ventaja. Casi todas las líneas mexicanas la aplican; sin embargo, si viajas al extranjero ten en cuenta que no todas usan esta cortesía.
Piensa en todo lo que puede suceder alrededor del vuelo: puede demorarse, así que lleva comida y agua suficientes. Esto es especialmente importante si viajas por líneas de bajo costo. Hasta los cuatro años, los niños pueden pasar líquidos y comida en sus pañaleras o mochilas (aún por el filtro de seguridad). Lleva snacks saludables y divertidos: galletas de animalitos, fruta picada, nueces. También puedes llevar dulces, pero limita la cantidad de azúcar que consuman: alguna vez, mi hijo de 18 meses se pasó todo un vuelo caminando por el pasillo porque le había dado demasiado chocolate para que no llorara.
En otra ocasión, viajaba de Los Ángeles la Ciudad de México cuando a mi hija de dos años tuvo severos problemas estomacales. Mis siete pañales se terminaron en 45 minutos. ¡Me entró pánico! Aprendí que ante una situación de este tipo, no debes acudir a los sobrecargos. Si se te terminan los pañales, no dudes en pedir apoyo a otras padres de familia que viajen contigo –todas pasamos por eso alguna vez.
También es importante traer los medicamentos cotidianos a la mano y juguetes, libros para colorear o un iPad cargado con videos. Antes de aterrizar, dales a los niños algo de tomar, pues evitará que les duelan los oídos. Y al llegar al destino, permitan que los demás pasajeros bajen y salgan al final. Podrán revisar que no se quede nada tirado debajo del asiento con calma (que no se pierda el peluche favorito al principio del viaje). Además, las carriolas se entregan en la puerta del avión y tardarán un poco en sacarlas.
Sobre ruedas
Éste es un reto especial, que mucho depende de la duración del trayecto. Empieza por pronosticar las temperaturas del recorrido: con mucho calor, visítelos ligero y lleva alguna manta para cubrirlos fácilmente si hace frío. Utiliza cambios de ropa cómoda para que se puedan ensuciar sin problema al comer o tomar agua en un coche en movimiento. También, es bueno considerar persianas o, de plano, la típica cobija en las ventanas para que no les moleste el sol.
Los niños siempre se entretienen escuchando canciones o cuentos. Que no falte música en el camino. Asegúrate de que llevan una mochila con sus juguetes favoritos... puede ser la diferencia entre la paz y el caos. Si tus niños son activos, siempre bájalos del coche cuando carguen gasolina y dales unos minutos para moverse.
Los snacks también son básicos. La fruta picada y los sándwiches frescos son ideales, y siempre hay que llevar un termo fácil de abrir y que no se derrame. Si viajas con bebés, interrumpe el viaje para darles de comer. Alguna vez intenté darle una papilla a mi hija en la carretera a Cuernavaca y, la verdad, es para profesionales de equilibrismo.
Y no. Nadie se salva de escuchar un millón doscientas mil veces "¿Ya llegamoooos?". Enfócalos en que vean el paisaje y descubran cosas durante el camino. Hagan juegos de palabras o canten en familia y el viaje será más llevadero.
Hoteles al máximo
En el pasado quedó tu interés por el tamaño de la habitación, la decoración del lobby, o el chef del restaurante. Pregunta por las áreas exclusivas y amenidades para niños, como albercas con toboganes o chapoteaderos. Empaca juguetes para el agua, pero que no sean sus preferidos para que no les importe prestarlos o que no pase nada si se pierden en el hotel.
Vale la pena fijarse si el hotel tiene un kids club y cuáles son sus políticas: muchos no aceptan menores de 4 o 5 años, y algunos cierran en temporada baja. Además, asegúrate de que las actividades sean divertidas y que correspondan con la edad de tu hijo.
Los all inclusive no son recomendables para niños menores de cinco años; el costo/beneficio es muy alto, a menos que te encuentres con alguna promoción en la que no cobren alimentos o tengan tarifas diferenciadas para los menores.
Si quieres ahorrarte gastos innecesarios en el hotel, no olvides llevar bloqueador de sol y medicinas básicas, igual que algunos snacks como cereal, galletas y leche. En algún viaje, mis hijos acabaron con el servibar la primera noche (cenaron galletas y papas fritas). Además, los hoteles grandes tardan 45 minutos en llevarte un vaso de leche y esto puede ser un problema con niños cansados y hambrientos.
Si tienes alguna necesidad especial con tus hijos, consúltalo con el concierge, seguro pueden apoyarte a guardar el alimento en sus cocinas. Para los bebés que aún toman biberón, compra las bolsitas desinfectantes para viajes y pide en los restaurantes del hotel que te la calienten con poquita agua en el microondas. Tendrás biberones limpios sin problemas.
Y por último: no hay nada más molesto que hospedarte en un hotel en plan romántico para terminar al lado de dos, tres, o peor, cuatro niños mojándote con el agua de la alberca. Recuerda esa época y evita aplicársela a alguien más. Utiliza las áreas designadas para familias. Te sentirás más cómodo, y no habrá una pareja que te eche miradas de fuego.
Home away from home
Las largas estancias en casas de renta o Airbnb serán recuerdos memorables para tus hijos, y por algunos días se sentirán como "locales". Las propiedades cercanas al mar u otros lugares de diversión son la opción, y si puedes llegar caminando, mejor. No olvides verificar que la casa sea amigable para niños y familias, y fíjate en la seguridad de las áreas de juego y las albercas.
Probablemente tengas que llevar aditamentos que la casa no tenga, como sillas altas, cunas, o sábanas extras. Pero la gran ventaja es que tendrás una cocina para preparar comidas fácilmente. Eso sí: antes de ir al súper, pasen por la casa para corroborar que todo esté bien. Llegar a una casa con un refri descompuesto puede ser caótico.
Y no olvidar...
Al elegir un destino de mar con niños, revisa las condiciones de geografía y del océano. Hay playas más seguras que otras. Mares abiertos, con oleajes fuertes o playas profundas, mejor cuando estén mayores.
¿Y los papás? Para mantener la paz mental, turnarse es la opción. Uno se lleva a los niños a la alberca mientras otro puede leer su libro. Mamá baña a los niños mientras papá pasea en la playa. Papá los lleva a desayunar, mamá va al spa. Cuando se duerman, salgan al balcón o pidan room service y cenen como seres adultos que son. ¡Felices vacaciones!
Vía: Travel+Leisure México
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