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Ir a Puerto Rico es la mejor idea que tendrás este verano

Con la música como invitada de honor, visitamos Puerto Rico para conocer los detalles de un país lleno de sabor
mié 18 mayo 2016 08:59 AM
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Cortesía - (Foto: Cortesía)

Alegría. Fiesta. Sabor... todas funcionan a la perfección, pero, en realidad, la palabra para definir la vida en Puerto Rico es diversidad. Por ejemplo, la isla del Encanto junta lo mejor de dos mundos en sus coloridas calles, pero también en su forma de hablar, tan llena de palabras que sin el sol ni la salsa, no podrían entenderse. El resultado: un spanglish único.

En realidad, lo que hace Puerto Rico es abrazar y hacer suyo todo lo que lo toca; así ha cobrado una identidad única este territorio norteamericano en suelo latino que, de alguna manera, después de siglos de ser la puerta de entrada de Europa al Nuevo Mundo, nunca ha dejado de considerarse a sí misma una España caribeña. El mix se constata al ver ondear al viento las tres banderas juntas: la de Estados Unidos, la de Puerto Rico y la antigua bandera española, en lo alto del fuerte de San Cristóbal, la edificación más grande que construyó el imperio español en las Américas y que es un punto obligado para cualquiera que ponga un pie en el Viejo San Juan no sólo por su valor histórico, sino por las incomparables vistas que ofrece a los cientos de cámaras que la capturan. Lo cierto es que es fácil dejar el corazón frente al mar en el Viejo San Juan. Al recorrido por el casco viejo no sólo llegan los más grandes cruceros que atracan frente al paseo de la Princesa, un recorrido en el que además de encontrar mercancía local, se puede hallar la historia del sabor de la música.

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Sin duda, la música ha tomado el lugar. Para ir de hangueo (fiesta), han abierto innumerables locales en las callejuelas del centro donde suena la bomba, la plena y el reggaetón. Una de las principales es la de San Sebastián, que casi inicia en el barrio de La Perla, famoso en las letras de Calle 13 y en su proyecto en búsqueda de sus raíces con el que recorren el trayecto que hizo el salsero Ismael Rivera, el Sonero Mayor.

La maravilla boricua es que mientras otros reniegan de sus orígenes, los puertorriqueños los exaltan y los suman en esta coctelera, mezcla de historias, leyendas e influencias españolas, africanas y taínas, la cultura indígena dominante en la isla. Uno de esos pequeños lugares imperdibles, que hacen inolvidable cualquier viaje, está incrustado en lo que antiguamente era el café favorito de la ciudad, Los Hijos del Borinquen. Este bar casi clandestino, sin letrero en la entrada y que de día pasa desapercibido es ahora denominado La Factoría, y con sus DJs, su ambiente bohemio y su coctel Lavender Mule, se ganó un puesto en la lista de los 50 mejores bares del mundo, devolviendo su lugar a Puerto Rico en el panorama actual de la mixología.

La coctelería es uno de los placeres que se deben redescrubrir en esta ciudad, cuna de la piña colada, la mezcla de piña, coco y ron que pudo haberse hecho por primera vez en un barco pirata en el siglo XIX o en un hotel de lujo en 1952, pero que con la certeza de las leyendas, se da por cierto que fue en San Juan.

Sin duda, un viaje en el que el placer es el anfitrión.

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