Basta cubrirse con la ropa más abrigadora para vivir todas esas experiencias que las bajas temperaturas ponen al alcance de la mano. Viajamos hasta allá para comprobarlo.(Fotos: Loïc Lagarde)
La ciudad de Quebec, con sus influencias francesas y británicas, es una de las más pintorescas de todo Canadá. El famoso Fairmont Le Château Frontenac es uno de los puntos de referencia para todo viajero que la visita y también uno de los hoteles con más encanto en los que se pueden hospedar.
Con sus suites temáticas —inspiradas por personajes que han tenido vínculos con la propiedad a lo largo de su historia como la reina Isabel II, Winston Churchill, Alfred Hitchcock, Grace Kelly y Céline Dion—, restaurantes con vistas panorámicas y el famoso Bar 1608, es un excelente punto de partida para explorar los alrededores.
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Las posibilidades van desde caminar por la Rue Petit Champlain para descubrir y adquirir productos de la región exhibidos en tiendas altamente instagrameables, hasta deslizarse cuesta abajo a 70 km/h en la icónica resbaladilla construida en 1884, localizada a pocos metros del hotel. Incluso, si la visita se planea en las fechas correctas, se puede participar en las actividades del Carnaval de Invierno, que van desde visitar un castillo hecho con bloques de hielo hasta presenciar los desfiles nocturnos que reúnen a miles de personas en distintos puntos de la ciudad.
Desde luego, también vale la pena explorar la escena culinaria de la ciudad y hacer reservaciones en establecimientos como Chez Boulay, un bistró que sirve platillos inspirados por la comida boreal; L’Orygine, restaurante a cargo de la chef Sabrina Lemay en donde se honran los ingredientes locales mediante recetas que sorprenden por su originalidad, como el risotto de centeno y betabel; o el bar JJacques, cuyo menú se construye sobre una coctelería de alto nivel perfecta para ser acompañada de ostras frescas en un ambiente que conjuga luces cálidas y un toque de clandestinidad.
Las opciones de actividades van desde el esquí tradicional y el snowboarding, hasta recorridos en trineo, snow tubing, estancias en el Hotel de Hielo y paseos en canoa por el congelado río San Lorenzo.
Los deportes invernales y la aventura forman parte de la vida de los quebequenses, así como también lo hacen las actividades de wellness al aire libre.(Fotos: Pierre Carboneau, Jean-François Bergeron, Bianca des Jardins)
Para los más temerarios, una de las posibilidades es reservar un espacio en uno de los tours organizados por Canot à Glace Experience para recorrer el helado río San Lorenzo a bordo de una canoa. Tras cubrirse con varias capas de prendas de neopreno y escuchar las explicaciones de los guías expertos, los participantes se aventuran a remar por el río y se enfrentan a los bloques de hielo que se cruzan por su camino durante un par de horas.
La experiencia incluye una pausa para beber chocolate caliente, una alta dosis de adrenalina, niveles considerables de esfuerzo físico y muchas risas y anécdotas para contar al regreso. Por el contrario, quienes buscan el silencio, la relajación y la paz con los paisajes nevados como telón de fondo pueden dirigirse al spa nórdico Strom, cuyo circuito de jacuzzis, pozas frías, saunas, cuartos de vapor y áreas de descanso induce a un deseable estado zen.
EXPLORANDO LOS ALREDEDORES
Pero la diversión no se concentra únicamente en la ciudad. A aproximadamente una hora se encuentra la región de Charlevoix, con atractivos que van desde las galerías de arte de Baie-Saint-Paul, hasta las colinas de Le Massif, una estación de invierno donde se pueden practicar deportes como esquí tradicional y de fondo, snowboarding y snowshoeing. Quienes siempre están en busca de la novedad pueden optar por un recorrido en trineo realizado en un circuito de 7.5 kilómetros en el que, con la ayuda de las pendientes y la gravedad, pueden alcanzarse velocidades de hasta 60 km/h.
. (Fotos: Pierre Carboneau, Jean-François Bergeron, Bianca des Jardins)
Desde el año 2000, en Saint-Gabriel-de-Valcartier se construye cada invierno el famoso Ice Hotel de Quebec. La distribución y la decoración realizada por expertos escultores de hielo cambia cada año según la temática elegida. Los huéspedes pueden recorrerlo durante el día y, por la noche, a partir de las nueve, pueden tomar un trago en su bar, sumergirse en los jacuzzis y dirigirse a sus habitaciones para vivir la experiencia de dormir en una construcción que recuerda a las viviendas de los esquimales, pero con dimensiones más ambiciosas.
Siguiendo las instrucciones sobre la ropa correcta y la manera de cubrirse con el sleeping bag que se proporciona, el sueño puede ser tan tranquilo como el silencio que impera en su interior. Por la mañana, el complejo Village Vacance Valcartier abre sus distintas pistas para practicar tubing individual o grupal.
Finalmente, en el corazón de los territorios habitados por los Huron-Wendat, el show multimedia Onhwa’ Lumina permite echar un vistazo a las creencias y costumbres de una nación que se estableció en la región hacia el siglo XVII. Los cantos tradicionales se mezclan con luces y proyecciones a lo largo de un sendero de poco más de un kilómetro de longitud que sirve para narrar la historia de un pueblo que cree en la sabiduría de los ancestros, la conexión con la naturaleza y la generosidad de la tierra.
.(Fotos: Pierre Carboneau, Jean-François Bergeron, Bianca des Jardins)
