Razones para viajar a Ginebra hay muchas, pero no podemos ignorar que para la mayoría de las personas que toman un vuelo hasta esta ciudad alpina, la principal son los negocios. La alta relojería, la banca, las relaciones internacionales y las industrias farmacéuticas y alimentaria son algunos de los sectores que impulsan su dinamismo y que la convierten en una de las capitales más cosmopolitas de Europa. Sin embargo, más allá de las salas de juntas y las comidas de trabajo, también tiene una cara en la que la alta gastronomía, la hotelería de lujo, el arte, las compras y la historia suman puntos a su lista de atractivos.
La otra cara de Suiza
Los conocedores saben que no hay una mejor ubicación para hospedarse que las orillas del lago, principalmente, en las cercanías del Pont du Mont-Blanc. Justamente ahí, con su fachada neoclásica y sin ninguna estructura que le obstruya las vistas más emblemáticas, se levanta el Four Seasons Hôtel des Bergues Genève, que, de hecho, fue el primero en abrir sus puertas en la ciudad en 1834. El famoso Jet d’eau –la fuente más alta del mundo–, el casco antiguo y hasta el mismo Mont Blanc, en los días más despejados, pueden apreciarse desde sus ventanas o desde el rooftop de Izumi, su restaurante de cocina japonesa fusión.
Pero sus cualidades van mucho más allá. A su herencia y reputación, se suman 115 habitaciones –incluidas 44 suites– que frecuentemente alojan a empresarios, políticos y celebridades internacionales del más alto nivel. Decoradas por el estudio de Pierre-Yves Rochon, brindan una atmósfera ideal para el descanso y también para ordenar room service y desayunar en sus celestiales camas. En caso de tener antojo de comida italiana, basta reservar una mesa en su restaurante Il Lago, a cargo del chef Massimiliano Sena, y probar alguna de sus especialidades inspiradas en las tradiciones del sur de Italia que le han valido una estrella Michelin.
Desde luego, estando en Suiza, una de las naciones mundialmente reconocidas por su visión holística de la salud, no se puede dejar pasar la oportunidad de visitar su spa. Del cuidado de la piel a masajes y tratamientos corporales realizados con marcas como Biologique Recherche, Docteur Burgener y Swiss Perfection, su menú ha sido diseñado para recargar energía y fomentar la salud a largo plazo.
Y una vez adaptados al huso horario, es momento de salir al sol y vivir la vida al estilo ginebrino, sea corriendo a orillas del lago o navegando en sus cristalinas aguas, disfrutando de un tradicional fondue, explorando las boutiques más exclusivas, eligiendo el siguiente reloj de nuestra colección, visitando sus museos y galerías o saboreando esos chocolates que en cada esquina nos recuerdan que aquí las horas y la dulzura se miden con la máxima precisión.
Les Armures
Con calor o frío, comer un fondue cuando se visita Suiza es una absoluta obligación. La mezcla de queso gruyère y vacherin con vino blanco en las proporciones correctas es irresistible, sea con pedacitos de pan o con papas. En Les Armures son expertos en este clásico y nuestro mejor consejo es añadir un toque de pimienta a cada bocado.
Choco Pass
Los amantes del cacao pueden adquirir este pase que, además de sugerir una ruta para descubrir a los mejores chocolateros de la ciudad, permite probar distintas creaciones. La Bonbonnière, Faverge, Guillaume Bichet y Sweetzerland son sólo algunos de los establecimientos incluidos en una nutrida lista.
Cruceros en el lago
Los días calurosos y soleados son la señal que todos los ginebrinos esperan para dirigir sus pasos al lago. Asolearse, nadar, tirarse clavados y esquiar son apenas algunas de las opciones que los emocionan; y para quienes solamente quieren relajarse, navegar a bordo de una embarcación con una copa de champaña en mano es la alternativa indicada.