De Riviera Maya a CDMX, la hotelería en nuestro país sigue diversificándose. A respetadas marcas como Belmond, en playa Maroma, se suman conceptos boutique que impulsan la efervescencia de la capital.
Una inversión de más de 70 millones de dólares y dos años de una esmerada y minuciosa renovación se han necesitado para que Maroma, A Belmond Hotel abra de nuevo sus puertas en una de las playas más bellas de la Riviera Maya. De hecho, esta es la primera propiedad de la cadena en ser sometida a una transformación de tal magnitud desde que el conglomerado de lujo LVMH integrara la marca Belmond a su portafolio.
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Situado a orillas de una franja de arena blanca de 300 metros de longitud y justo frente a uno de los arrecifes de coral más grandes del mundo, este hotel ha ampliado su inventario de habitaciones a 72 y se encuentra en el centro de una propiedad de 80 hectáreas rodeadas de esa selva tropical que cubre al mundo maya de un verde inmutable.
Aquí, las mañanas comienzan con un café recién filtrado que es depositado en la puerta de cada habitación para que los huéspedes puedan disfrutarlo mientras ven el sol erguirse por encima del mar Caribe. El estudio internacional Tara Bernerd & Partners ha puesto especial cuidado en poner en relieve el diseño, las tradiciones y la cultura de México en cada mueble, textil y objeto de decoración elegido para las habitaciones, restaurantes y áreas comunes. Un gran ejemplo son las 700,000 baldosas que el ceramista José Noé Suro diseñó con el equipo de Bernerd y que fueron pintadas a mano en su taller de Guadalajara para ser colocadas en los pisos de las habitaciones. También tienen presencia los textiles de Oaxaca, las obras de carpintería realizadas por artesanos yucatecos, candelabros de conchas, una serie de amenities para los huéspedes, como caftanes y sandalias diseñados por la firma Collectiva Concepción, y aromas y artículos de baño desarrollados en exclusiva por la marca mexicana Xinú.
Cuatro restaurantes en los que domina un ambiente relajado y la hospitalidad tan característica del sureste de México conforman una propuesta gastronómica que abarca desde la comida local auténtica hasta alimentos preparados a la leña en Woodend, concepto creado por el chef australiano Curtis Stone, quien ha sido galardonado con una estrella Michelin. Casa Mayor, a cargo del chef ejecutivo Daniel Camacho, rinde homenaje a la riqueza culinaria del país con recetas preparadas hasta en un 90% con ingredientes mexicanos, lo que constituye una fuerte apuesta por la sostenibilidad, la pesca responsable y el apoyo a las comunidades locales. Freddy’s Bar seguirá sirviendo los pescados y mariscos más frescos frente al mar y Bambuco se suma con una amplia colección de mezcales y cocteles que cuentan la historia de distintos estados del país. Desde luego, las míticas quesadillas de la tía siguen formando parte del menú.
También destacable es el Maroma Spa by Guerlain, un espacio donde se mezclan la naturaleza, la espiritualidad, los principios de vitalidad y la veneración por las abejas meliponas, respetadas a lo largo de miles de años por las comunidades mayas. El tratamiento insignia, llamado Bee Healing Ritual, fue desarrollado en exclusiva para este hotel por la casa francesa Guerlain e incluye un facial, una exfoliación corporal y un masaje, realizados con algunos de los productos más eficaces de la línea Abeille Royal.
Sea con un libro en mano frente al mar, descansando en una hamaca desde la terraza de su habitación, nadando en alguna de las albercas que recuerdan esos cenotes de agua cristalina que salpican la Península de Yucatán, disfrutando de una cena romántica a la orilla del mar o relajándose con alguno de los rituales del spa, los fieles admiradores de este hotel encontrarán la misma mística que los ha conquistado en el pasado, pero con algunos detalles y sorpresas que revivirán su conexión con este rincón de México con más fuerza que nunca.
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VOLGA
Una fachada de concreto con amplios ventanales y una estética decididamente industrial recibe a los huéspedes de este nuevo hotel boutique de la Ciudad de México, localizado en la colonia Cuauhtémoc, a solo una cuadra de Paseo de la Reforma y de emblemas de la capital como el Ángel de la Independencia y la fuente de la Diana Cazadora.
Concebido como un punto de encuentro para trendsetters, entusiastas de la cultura y aficionados a la gastronomía y mixología, Volga tiene un total de 49 habitaciones y forma parte del portafolio de Hamak Hotels. El edificio, proyectado por el arquitecto Javier Sánchez, contrasta un exterior brutalista con interiores minimalistas e invita a los visitantes a interactuar con distintas instalaciones artísticas distribuidas en su interior, como la de Perla Krauze, una de las piezas centrales del restaurante Elora.
Este último fue desarrollado por el reconocido restaurantero Edo Kobayashi, quien ha apostado por un concepto de cocina mediterránea que complementa a la perfección el menú de snacks y coctelería etnobotánica que se ofrece en el rooftop bar. Ahí, los huéspedes también pueden ejercitarse en el carril de nado y admirar las vistas 360 de la ciudad a través de las ventanas estratégicamente colocadas por Sánchez, tomando inspiración de las construcciones más famosas de Luis Barragán.
El plan es contar con un programa de actividades y happenings que fomenten la interacción entre los huéspedes y que también atraigan a miembros de la comunidad local a este entorno inmersivo e íntimo. Para lograrlo, Volga cuenta con una alianza con House of Kirschner, empresa liderada por el productor de eventos Mauricio Kirschner, quien se encarga del diseño de las experiencias de entretenimiento. Una casa lejos de casa nunca ha sido tan artsy ni tan dinámica como este concepto que llega para revolucionar la hospitalidad en la capital.
HOTEL SAN FERNANDO
Por muchos años, la colonia Condesa ha sido considerada como una de las más bohemias y relajadas de la Ciudad de México. Parque México es un spot en el que se reúnen familias, dueños con sus perros y visitantes que buscan caminar con tranquilidad mientras disfrutan de alguna golosina comprada en los puestos y tiendas que lo rodean.
A muy pocos pasos de él se ha establecido Hotel San Fernando, un edificio de estilo art déco construido originalmente en 1947 para viviendas. Cruzar su umbral es como viajar por un túnel del tiempo que, precisamente, nos transporta a la década de los años 50; sensación que se reafirma conforme se van subiendo las escaleras de espiral que unen a los cinco pisos –advertimos desde este momento que el hotel no tiene elevador– para descubrir las distintas categorías de habitaciones concebidas por Bunkhouse, ese grupo hotelero establecido en Austin, Texas, que tiene propiedades como Hotel San Cristóbal, en Todos Santos, Hotel Genevieve, en Louisville, y Phoenix Hotel, en San Francisco.
Las 19 habitaciones muestran la imagen de un México mucho más contemporáneo, sin lujos excesivos, con muebles y piezas decorativas creadas por algunos de los estudios y creativos más talentosos del país, entre los que destacan La Metropolitana, Comité de Proyectos, Originario y Ánfora, entre otros. Los bloques de color animan las distintas áreas de cada cuarto y recuerdan, con su eclecticismo, que esta ciudad está más vibrante que nunca.
El desayuno continental se sirve en el rooftop todas las mañanas y por las noches, los huéspedes –y también los clientes externos– tienen a su disposición el bar de la planta baja para disfrutar de un trago o un snack ligero antes de salir a la calle a explorar lo mucho que la Condesa y los barrios de los alrededores tienen para animar cada noche.