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En busca de La Paz

Con 3 noches y 4 días en la capital de Baja California Sur y sus alrededores son todo lo que uno necesita para caer rendido a sus encantos. Comida del mar, bellezas naturales, atardeceres memorables.
dom 10 septiembre 2023 09:02 AM
(Obligatorio)
El mar y el desierto, las montañas y los cielos azules son el telón de fondo que enmarca la experiencia de Rancho Pescadero, un hotel que invita al descanso y a la práctica de actividades de wellness.

A medida que uno se despide de Los Cabos y se dirige hacia La Paz, los grandes resorts comienzan a quedar atrás y la carretera se abre paso entre el desierto habitado por cardones y choyas –los cactus más comunes en esta zona de Baja California Sur–, que lo mismo crecen en las laderas de las montañas, en las dunas de arena esculpidas por el Pacífico o en los ocasionales oasis que flanquean el camino.

A menos de una hora de recorrido, comienzan a sucederse pequeños poblados que muestran una cara distinta de este destino, una más relajada y bohemia, acaso artística y, definitivamente, irresistible. En ellos el lujo no tiene que ver con materiales preciosos, delicias traídas de países lejanos o un espíritu de ostentación. Una ola perfecta sobre la cual deslizarse, un taco preparado con el pescado que apenas unas horas atrás nadaba en estas indomables aguas, el privilegio de observar la naturaleza en su estado más puro o una cena en medio de un fragante jardín bañado por la luna llena y las estrellas son el tipo de experiencias que se pueden esperar en estas latitudes.

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La primera parada fue en Cerritos, una playa que atrae a surfistas expertos y principiantes que pasan el día cazando olas. Barracuda Cantina es uno de los establecimientos más célebres de la localidad, pues su taco de pescado fue incluido en la primera temporada de Las crónicas del taco. Una terraza cubierta con un techo de palma, un food truck y una barra es todo lo que se necesita para hacer felices a los comensales. Cocteles como el pineapple express preparado con mez- cal, las cervezas artesanales de la región y platillos como la tostada macha (hecha con cubos de atún marinados en salsa macha) son solo algunas de sus creaciones más populares que, además, sirven a una velocidad sorprendente.

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A muy pocos kilómetros se localiza el recientemente renovado hotel Rancho Pescadero, una propiedad que forma parte de The Unbound Collection by Hyatt. A él se ingresa por un jardín secreto que se revela al abrir una gran puerta de madera y que se extiende a casi toda su superficie. La visión de Lisa Harper, su creadora, era concebir un espacio para la relajación y el bienestar en el que la naturaleza tiene un sitio central y que permite a los huéspedes conectar con ella, ya sea recolectando los huevos que comerán en el desayuno o eligiendo las plantas con las cuales prepararán un aceite esencial personalizado.

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El silencio, la iluminación tenue y la filosofía farm-to-table de sus restaurantes son solo la punta del iceberg. Las albercas de temperatura controlada y el jacuzzi son ideales para entrar en calor cuando comienza a soplar la brisa vespertina en las camas instaladas en la playa, el punto en el cual se dan cita quienes desean deleitarse con los deslumbrantes atardeceres de la Baja. Ya entrados en el mood de desconexión, las clases de yoga matutinas y los tratamientos del spa son la antesala idónea para cenar en Botánico, el restaurante que cada noche transforma los ingredientes del huerto en pastas, pizzas, ensaladas y platos que no podrían ser más frescos y suculentos.

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La siguiente escala en este recorrido hacia La Paz es Todos Santos, un Pueblo Mágico que reúne galerías de arte, tiendas, restaurantes y pequeños negocios con altas dosis de encanto local. Uno de ellos es Oystera, una barra de ostras localizada en un complejo llamado Santa Terra y que se proyecta como uno de los más grandes y encantadores. Distintas tiendas y negocios lo rodean y los comensales igual pueden instalarse en sus periqueras para ver todo lo que ocurre dentro u ordenar sus ostiones predilectos en su mesa, para ver como los abren delante de ellos. Vinos, champaña, cervezas locales y cocteles se suman a su propuesta, y además de todo es fotogénico desde cualquier ángulo que se le mire.

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Dormir un par de noches en La Paz –idealmente en el hotel Baja Club de Grupo Habita– brinda la oportunidad de explorar la ciudad desde diferentes perspectivas. Una de ellas gira en torno a los murales que la decoran y que han sido inspirados por los recursos naturales que provienen de la tierra y el mar, así como por la historia y la cultura de la región. También está la comida de calle, los tacos de pescado, camarón o marlín que típicamente forman parte del desayuno y que se pueden probar en puestos instalados en distintos puntos.

Por recomendación del guía nuestras paradas fueron en Hermanos González –“El taco de pescado siempre se pide con tortilla de maíz”, me aseguró Iván–, en El Estadio y en Taco Fish La Paz, donde probamos el taco Choyero (con que- so, tocino, marlín y camarón). En todos los sitios siempre hay una barra en la que cada quien elige sus toppings, desde pico de gallo y col hasta guacamole, distintas salsas, y cebollas y pepinos encurtidos. Un agua de mango o una cerveza son igual de buenos acompañantes y la elección dependerá de lo que nos depare el resto del día.

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En nuestro caso fue un recorrido por el malecón, donde 16 esculturas muestran esos elementos que han definido el rumbo de la historia y la identidad de la ciudad. Desde las perlas que dieron fama mundial a principios del siglo XX – una de ellas aderezaba la corona con que fue proclamada reina Isabel II, quien viajó hasta aquí en 1983– hasta las especies como las ballenas y los tiburones ballena que cada año llegan a estos mares para tener a sus crías o resguardarse de las frías aguas del norte. Uno de los aspectos más llamativos de este punto de la geografía mexicana es el gran esfuerzo que hacen gobierno y sociedad para proteger la biodiversidad que constituye uno de sus recursos más valiosos.

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Salir al mar con un guía experto –los tours de We Boat Baja son altamente recomendables– es casi una garantía de cruzarse con especies como lobos marinos, delfines, tortugas o nébulas, de entender la dinámica que mantiene el equilibrio de estos ecosistemas y, desde luego, de visitar maravillas naturales como isla Espíritu Santo –un sitio declarado Patrimonio Natural Mundial de la Humanidad por la UNESCO en 2005– y la playa de Balandra.

Con algo de suerte, uno puede lanzarse al mar para observar los arrecifes de coral y a los peces que en ellos viven, llegar hasta la playa para descansar sin hordas de turistas alrededor, y aprovechar la lejanía y la falta de señal para olvidarse, así sea por un rato, de todo lo que está pasando en la civilización.

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La última noche cerró con una cena en Nemi, uno de los restaurantes que están transformando la escena gastronómica local desde 2019. A cargo del chef Alejandro Villagomez, su menú hace un homenaje a distintas cocinas del país y a los ingredientes de la región en platos como la jaiba de concha suave con chintextle, la tostada de abulón con paté de marlín o la costilla braseada en salsa borracha. Para maridar, los vinos mexicanos son protagonistas indiscutibles de una selección que sorprende y anima a escuchar esa voz interior que repite una y otra vez: a La Paz uno tiene que regresar, a La Paz uno tiene que regresar.

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