Aunque la referencia más conocida sobre el origen del queso corresponde al cíclope homérico, la mayoría de los historiadores fijan su nacimiento en la región de Mesopotamia en torno a 7,500 años a.C., poco después de que el humano fuera capaz de domesticar a las cabras.
Cuenta la leyenda que fue un comerciante el que, preparándose para un largo viaje por el desierto, decidió conservar la leche de cabra sobrante en un recipiente fabricado con la piel de un estómago de cordero cuyas enzimas permitieron su posterior fermentación, dando como resultado el primer queso de la historia.