Muchos llevaban gafas de sol, de natación o de buceo para evitar salpicaduras en los ojos, mientras los tomates eran descargados por camiones que recorrían las calles, o directamente lanzados a la gente desde lo alto de los vehículos.
"Vamos a 'la tomatina' porque es lo más loco que vimos acá", dijo Patricio, un turista mexicano, a la televisión local A Punt.
"Teníamos muchísimas ganas de retomar nuestra querida fiesta, el poder tirarnos tomates y soltar toda la adrenalina que llevamos acumulada en estos dos años", explicó a la prensa María Vallés, concejal de Turismo de este pueblo de 9 mil 500 habitantes.
Vamos a 'la tomatina' porque es lo más loco que vimos acá
La batalla dura una hora, seguida de una fiesta que se alarga hasta la noche, y atrae a gente de todo el mundo, pero este año no hubo lleno total y no se vendieron las 20 mil entradas disponibles, algo que Vallés atribuyó a las restricciones por el coronavirus que todavía rigen en algunos países.
El origen de la fiesta se remonta a una pelea, ésta de verdad, ocurrida en la fiesta mayor de 1945, que acabó con los participantes lanzándose los tomates de una frutería. Debió gustarles, porque sigue haciéndose, aunque las autoridades no la veían inicialmente con buenos ojos.
No faltan las críticas de quienes consideran la Tomatina un desperdicio de comida, de las que se defendió la concejal Vallés.
"Mucha gente piensa que se tira comida", dijo Vallés a la radio RNE, pero "es un tomate que se planta adrede para la Tomatina, y si no se hiciera la Tomatina, ni se plantaría".
"Gracias a la Tomatina, muchos agricultores tendrán un mejor invierno", sentenció.