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La Ciudad de México en los ojos de Horacio Pancheri

Horacio Pancheri, nadador profesional en su juventud, modelo y actor, decidió abandonar Argentina para instalarse en CDMX; descubrimos sus rincones favoritos de la capital.
dom 24 abril 2022 09:36 AM
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Horacio Pancheri decidió abandonar Argentina para instalarse en la Ciudad de México.

Podría decirse que Horacio Pancheri (Buenos Aires, 1982) vive en una maravillosa contradicción. Argentino enamorado del vino europeo, porteño emigrado a la Patagonia e hincha del Boca Juniors, pero figura del equipo de natación de River Plate en su juventud.

Llegó a la Ciudad de México en 2012 como modelo publicitario para apenas unos meses después transformarse en actor de éxito. “Jamás en mi vida me imaginé ser actor. Soy una persona muy introvertida. Solo el hecho de pensar en pararme en un escenario me daba vergüenza”, confiesa a Life and Style mientras paseamos por las colonias Roma y Juárez de la Ciudad de México, refugios capitalinos del protagonista de El juego de las llaves, la serie de Amazon Prime Video que a finales de este año estrenará su tercera temporada y que ha transformado su interpretación y su relación con la industria.

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“Ser galán de telenovela te puede dar mucho, pero también te puede poner muchas trabas, así que hubo un momento en que necesitaba romper el molde. Cuando salió la oportunidad de rodar El juego de las llaves, una coproducción entre Amazon y Pantalla, unos me veían para el papel de Sergio, que al final fue para Sebastián Zurita, y otros para el de Valentín, que fue con el que finalmente me quedé. Necesitaba hacer algo diferente”, puntualiza.

Dicharachero, seguro de sí mismo y acostumbrado a las cámaras, asegura, sin embargo, que el camino para convertirse en una de las caras más reconocidas de la televisión mexicana, fue siempre azaroso. “Mi papá era médico y cuando yo tenía cuatro años lo trasladaron a Esquel, en el sur del país. Luego, cuando tenía 12, tuve un problema de asma que me llevó a la natación, el deporte que me ocupó hasta los 28 años”.

Fue entre los 18 y los 19 años, una vez que abandonó la carrera de periodismo deportivo –“estuve solo un curso y no me gustó”, explica–, cuando Pancheri nadó de manera compulsiva, tanto que estuvo a punto de representar a Argentina en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004. “Me quedé a solo 20 centésimas”, recuerda con resignación. Y fue en la alberca, paradojas de la vida, donde encontró el parteaguas que cambiaría su vida y que unos años más tarde le llevaría a cruzar todo el continente americano hasta llegar a México.

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El look de Horacio: chamarra, pantalón y zapatos, Ermenegildo Zegna; camiseta, Adolfo Domínguez.

“Estudiaba la licenciatura en Deportes en la Universidad del Salvador, en Buenos Aires. Quería ser preparador físico de un equipo de futbol; ese era mi verdadero sueño. Trabajar para Boca, para la selección. Eso es lo que quería hacer en la vida”, explica. “Pero un día llegó un equipo de publicistas a la alberca buscando nadadores para un comercial de Estados Unidos y me eligieron. Me pareció divertido y me quedé”, recuerda. Más tarde, ya licenciado, llegaron los books, las presentaciones ante las agencias y la elección del modelaje comercial como profesión definitiva.

Fue entre cámaras, viajes y focos cuando la opción de la interpretación empezó a aparecer en su horizonte profesional. “La gente me decía que probara en México, que había muchas oportunidades para actores argentinos, pero en realidad yo estaba muy bien en Argentina. Tenía mi casa, mis amigos, mi novia...”, recuerda. Pero la idea estaba sembrada y decidió prepararse para dar un salto que sería no solo profesional, sino también vital. “Me fui a España dos meses a tomar algunos cursos y también trabajé con maestros en Argentina, hasta que en 2012 me mudé a México. No quería quedarme con las ganas”. Tenía 30 años. “No es muy normal que un tipo decida que quiere actuar a los 30 años”, reconoce.

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Recién aterrizado, en un entorno desconocido –“siempre me ha costado salir de mi zona de confort”, reconoce– y con la idea de dirigir su vida hacia la actuación, Horacio comenzó a trabajar con el reputado René Pereyra, actor y maestro de actores y persona clave en su evolución como intérprete. “Me sacó cosas de adentro que no conocía. Me enseñó a ser vulnerable, a contar mis miedos, a enfrentarme al público. Aprendí a sacar las cosas que tenía guarda- das”, rememora.

Con Pereyra estuvo seis meses, hasta que recibió una llamada de Televisa. Querían contratarlo, pero antes era necesario pasar por el Centro de Educación Artística (CEA) de la poderosa televisora. “En el CEA estuve seis meses y aprendí muchísimo, sobre todo, acerca de rodajes en televisión, que no había hecho antes”, explica sobre la institución en la que se vio obligado a competir con actores y actrices mucho más jóvenes. “En ese momento me ayudó que ya tenía cierta madurez, pero también la disciplina que me dio la natación. Estudiaba absolutamente todo, los monólogos, las escenas... Competía contra chicos y chicas de 20 años que estaban en otro momento de su vida. Pero yo con 30 años me quería comer el mundo”, analiza.

“No es normal llegar tan tarde a la actuación. La mayoría de la gente empieza a estudiar desde muy joven o son hijos de trabajadores de la industria”, reflexiona. En realidad, no parece que llegara tan tarde: Internet Movie Data Base, biblia pagana del cine y la televisión, le acredita varias películas, series y telenovelas, la última en 2021. Acostumbrado a los cambios de dirección que ha tomado su vida desde aquel iniciático cambio de domicilio familiar, Horacio Pancheri se aferra al cine y a la televisión, pero tampoco demasiado. “Esta es una carrera muy linda, pero también muy ingrata. Puedes hacer un gran proyecto y luego no te llama nadie en ocho meses. Hay que aprender a convivir con esa vida. Al final uno es su propia empresa, su propia marca... Es una profesión inestable. Si hay trabajo, hay marcas y dinero y todo va bien. Cuando no, hay que adaptarse”, describe.

Por el momento, tiene en mente Héroe de un lobby, la obra de teatro que estrenará en marzo en el Teatro Rafael Solana de la Ciudad de México. Hasta entonces, tendrá tiempo para pensar en el vino, su otra pasión, más telúrica, pero también más epidérmica. “Me encanta el vino. Conozco a bodegueros, me gustan las catas a ciegas y los viajes relacionados con el vino. Aún no lo he convertido en negocio más allá de una cuenta de Instagram (@lauvanoble) en la que voy subiendo pequeñas reseñas, fotos y reflexiones. Pero el día de mañana sí me gustaría hacer algo relacionado con el vino para educar, para incitar a la gente a que pruebe, a que se acerque a este mundo que es maravilloso”.

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Madre Café

“Este café está ubicado en una casa que tiene más de 80 años y eso es algo que me encanta. Además, los desayunos son increíbles, parecen hechos para que la gente tome fotos y las suba a su cuenta de Instagram. Hoy pedí una omelette para intentar cuidar la figura, aunque terminamos comiendo hot-cakes… Es un lugar al que me encanta ir en las mañanas a leer, ver gente y disfrutar de un buen espresso. Soy un gran amante del café”. @madre_cafe

Galería Arróniz

“Esta galería de arte me la recomendó mi amigo Alejandro, y durante nuestra visita el dueño Gustavo Arróniz nos permitió pasar para ver los preparativos de la exposición de Omar Rodríguez-Graham, que tenía una pinta increíble. El espacio siempre me ha parecido muy atractivo y cada vez que puedo animo a todos los amantes de las artes plásticas que conozco para que la visiten y conozcan su propuesta, que siempre me ha parecido muy interesante”. @galeriaarroniz

Milk Pizzería

“La verdad es que las pizzas argentinas son muy buenas y tienen muy buena fama, pero para mí Milk prepara las mejores pizzas no solo de la capital, sino de México. Son deliciosas, muy delgadas y con orillas esponjosas. Además, al estar hecha en un gran horno y con masa madre, puedes comer varias porciones y nunca te van a sentar mal. Sus entradas y sus ensaladas también son deliciosas. Es un lugar un poco escondido, pero lo recomiendo muchísimo”. @milkpizzeriaroma

Expendio Durango

“El lugar es muy bonito y está situado muy cerca de Madre Café, es un lugar que se puede considerar como un delicatessen. Encuentras quesos, mezcales, vinos orgánicos, fiambres... Me encanta su torta de jamón, es espectacular. Me tomé un té para hacer la digestión de los huevos y los hot-cakes de Madre Café, pero es un lugar perfecto para tomar el aperitivo antes de ir a comer. Además, es de los mismos dueños de Contramar”.
@expendiodurango

Plaza Río de Janeiro

“Es un parque que siempre me ha encantado, desde que llegé a la ciudad por primera vez hace ya algunos años. El sonido del agua en las fuentes, las sombras, los árboles, los jardines... Me parece el lugar ideal para disfrutar de un buen un rato viendo a la gente pasar, para sentarse a leer o simplemente para disponer de un tiempo en soledad o reflexionar sobre la vida al aire libre. Se lo recomiendo a todos los mexicanos y a todos los turistas que pasen por la Ciudad de México”.

Querencia

“Es un establecimiento que me parece súper cool. Siempre me han gustado las plantas y los inciensos de todo tipo, y este es un sitio al que, en cuanto tengo un momento libre, paso a darme una vuelta para comprar mi incienso de copal o de palo santo o del que se me antoje ese día. Precisamente, la última compra que hice fue una mano para sujetar el incienso. Entrar en Querencia es respirar buena onda y buena vibra. Me encanta recomendarlo”. @querencia_mx

Fotos: Gerardo Sandoval #ShotonIphone
Moda: Ruth Buendía / Asistente de moda: Alan Urbano

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