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Comer para sanar

El chef Mike Bagale ha confiado en su creatividad para diferenciarse en una industria competitiva. Tras muchos viajes de investigación y descubrimiento, habla del poder medicinal de los alimentos.
dom 13 febrero 2022 11:34 AM

La primera imagen que tengo de Mike Bagale es una escena del capítulo de Chef ’s Table dedicado a Grant Achatz y a su restaurante Alinea. En ella, Bagale explica la manera en que logró completar la casi imposible misión que Achatz había planteado a su equipo: crear comida flotante. Utilizando una combinación de distintos tipos de azucares, el imparable Bagale logró mate- rializar unos globos comestibles que se convirtieron en un emblema del mítico restaurante de Chicago.

Es curioso que años después nos reunamos en una videollamada para hablar de sus proyectos y su visión de la comida, una en la que los azúcares ya no tienen cabida. Después de diez años en Alinea, la mayoría de ellos como chef ejecutivo, Bagale renunció a un trabajo que muchos cocineros consideran un dream job y se embarcó en una serie de viajes alrededor del mundo para investigar distintas tradiciones culinarias y sus ingredientes. Japón, China, Hong Kong, México e India son algunos de los países que ha incluido en sus itinerarios y que han cambia- do radicalmente su manera de comer y de acercarse a la cocina.

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¿Qué razón te llevó a renunciar a tu puesto en Alinea?

Mike Bagale (M.B.): Tengo el deseo de cocinar de una forma nueva y distinta. He estado trabajando en este me- dio más de 20 años y me he dedicado a un tipo muy específico de cocina. En Alinea la comida es muy avant-garde y yo siempre buscaba ir más allá de los límites y crear técnicas que no exis- tían previamente. Me presionaba con frecuencia para reinventar la cocina, y después de 10 años, la mayor parte de ellos como chef ejecutivo, se agotó mi tiempo. No diría que estaba estaba quemado, pero sí quería experimentar una nueva forma de cocinar y explorar nuevos terrenos.

¿Cómo surge esta visión de la comida como medicina?

M.B.: Últimamente he comenzado a consumir ingredientes muy saludables y medicinales que cocino en casa con mi esposa. Evitamos el uso de azúcares y alimentos genéticamente modifica- dos en favor de otros que se consideran preventivos o medicinales. Al hacer esto, tuve una especie de momento de revelación en el que me pregunté por qué no estaba cocinando así todo el tiempo, incluso en lo profesional. Eso generó más preguntas y comencé un proceso de investigación y descubrimiento acerca de las razones por las que nuestra cultura está tan alejada de este movimiento.

¿De qué manera ha influido tu formación académica en Comunicación para la Industria del Cine en tu trayectoria como chef?

M.B.: Siempre he utilizado mi formación en los campos del cine y la comunicación para contar historias; por eso inventé el globo comestible. La gente usa las emociones como forma de nostalgia y siempre quise hacerlo en la cocina para trasladarlo a las mesas: ofrecer una conexión emocional entre la comida y su versión más artística. Era casi como ir al cine. Probablemente no me di cuenta en ese momento, pero para mí era una manera muy natural de mezclar ambos mundos.

A raíz de estos cambios, ¿cómo se ha transformado tu manera de cocinar?

M.B.: Pasé de lo más complicado, estresante y avant-garde a literalmente cocer ingredientes con un resultado igual de delicioso. Cocinar es muy fácil, o al menos puede serlo.

En tu opinión, ¿cuáles son los principales problemas asociados a la manera en que comemos actualmente?

M.B.: En Estados Unidos, Europa y México, hay graves problemas de obesidad. El azúcar se ha vuelto un elemento muy importante de nuestra vida diaria y ha hecho que nuestra alimentación se transforme de manera por demás drástica. Casi toda la gente ha llevado una dieta alta en azúcar durante demasiado tiempo, y esto ha dado como resultado que los alimentos dulces se consideren deliciosos, lo que es completamente equivocado. Nos hemos vuelto adictos al azúcar, y la comida rápida es un básico, lo que significa que las grasas saturadas y los alimentos procesados son fáciles de obtener y que nuestros problemas de salud siguen agravándose. Todas estas cuestiones se han asociado a la idea de comida segura, pero en realidad consumimos alimentos a los que nuestro cuerpo se ha vuelto adicto.

La gente usa las emociones como forma de nostalgia y siempre quise hacerlo en la cocina para trasladarlo a las mesas: ofrecer una conexión emocional entre la comida y su versión más artística

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¿Y cómo se ve esto reflejado en el planeta?

M.B.: Nuestra manera de consumir y la falta de educación tienen un impacto directo en el calentamiento global, en la erosión del suelo y, al final, todo esto tiene un efecto en nuestro cuerpo. Consumir de la manera en que lo hacemos está destruyendo el planeta; la ganadería es la principal causa del cambio climático y la principal causa de nuestros problemas de salud. Podemos erradicar todo eso eligiendo tener una mejor dieta.

¿Cuáles son tus metas actuales?

M.B.: Desde la perspectiva cultural, lo que estoy haciendo es educarme. Un deseo muy personal es rendirle honor a otras culturas y no despreciar ningún ingrediente. También estoy trabajando en la idea de mi nuevo restaurante. En mi opinión, no hay chefs que estén elevando la comida al nivel de medicina. Quiero que la gente conozca ingredientes y alimentos que, al consumirlos, los hagan sentirse increíblemente bien. Mi principal objetivo es ofrecer una experiencia gastronómica inolvidable y que después los comensales se enteren de cuáles fueron los ingredientes que probaron y que descubran sus propiedades alimenticias y curativas.

Un deseo muy personal es rendirle honor a otras culturas y no despreciar ningún ingrediente

¿Qué es lo que más te gusta de México y de su comida?
M.B.: Me encanta el país, pero tam- bién me encanta su gente, su cultura y su idea de familia. La comida mexicana muestra con claridad nuestro proceso evolutivo como especie, pero sin haberse transformado radicalmente. Cuando como tacos en la Ciudad de México, siento automáticamente que estoy comiendo un pedazo de historia. Desde un punto de vista humano, es casi intimidante estar rodeado de comida que tiene tanta alma. En ocasiones, la comida no tiene que ser reinventada y la comida mexicana es un ejemplo de ello.

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