
Con este proyecto, el apellido Ferragamo comenzó a ser asociado también al mundo de la hospitalidad y Salvatore Ferragamo, hijo de Ferruccio y nieto de Salvatore, ha estado a cargo de trasladar los valores de una marca asociada al universo de la moda a nuevos terrenos. Además de operar como hotel, el proyecto también incluye la producción de vinos y de productos orgánicos que se emplean para alimentar a los huéspedes y en los proyectos gastronómicos desarrollados bajo este paraguas.
La sostenibilidad, el uso de energías limpias, la obtención de certificaciones orgánicas y la creación de experiencias únicas son algunos de los pilares sobre los cuales se ha construido la reputación de Il Borro. A la luz de la pandemia, todos ellos se han vuelto más relevantes para los viajeros que han tenido un despertar de conciencia. “La sostenibilidad se ha vuelto muy importante para todos y creo que su aplicación ha sido el principal efecto de la pandemia. Desde luego, también hay una sensación de distanciamiento. Los viajeros no quiere estar en sitios abarrotados de gente. Somos un hotel localizado en el campo con 1,100 acres de tierra. Es un pueblo medieval, así que uno sale de su cuarto y puede caminar por las calles empedradas del pueblo. Esa es una experiencia muy distinta a estar en una gran ciudad, alojado en un hotel enorme”, asegura Ferragamo desde Italia.

De igual manera, asegura que la percepción del lujo también se ha transformado. Más allá de la abundancia y el exceso, las nuevas experiencias apuntan hacia una manera más discreta de disfrutar los pequeños placeres de la vida. “El hecho de alojarse en una villa medieval de 1,000 años de antigüedad que ha sido perfectamente restaurada es una experiencia verdaderamente única. Al mismo tiempo, tenemos los productos que cultivamos aquí, a literalmente 100 metros del restaurante”, añade.