Intenté desconectarme por completo del trabajo, pero el cierre que he concluido hace un par de días lo hizo imposible, así que, en realidad, estoy dándome un tiempo para llevar las cosas con calma y poner orden en mi cabeza después de la montaña rusa emocional que han sido las casi dos semanas anteriores. Y, como casi siempre que necesito ordenar mis ideas, me he sentado a escribir.
Como ocurre casi siempre, la ausencia de algo nos hace valorar lo que hemos perdido. En mi caso, la ausencia de salud me ha hecho apreciar lo mucho que puedo hacer en mi día a día cuando mi cuerpo se encuentra en correcto funcionamiento. Lo único en lo que puedo pensar ahora mismo es en lo mucho que necesito unas vacaciones, alejarme unos días de la ciudad y disfrutar del silencio lejos de los correos electrónicos, los mensajes de WhatsApp y las llamadas telefónicas inoportunas. Si bien esto tiene que ver con la enfermedad que estoy superando, mi cuerpo ha estado dándome señales desde hace meses.
Sé que no soy el único, sé que no estoy solo y que este es un sentimiento compartido. Todos hemos trabajado a marchas forzadas durante más de un año, adaptándonos a nuevas dinámicas de trabajo y familiares, a nuevos procesos, a dinámicas que no conocíamos, con una movilidad física limitada, horarios inestables y todo tipo de retos. Entre todo este caos, ha habido momentos en los que me he descubierto fantaseando con volver a algunos de los hoteles en los que me he sentido más en paz, donde he podido dormir sin ansiedad, comer sanamente y a mis horas, y darle a mi cuerpo y mi mente esos mimos que a todos nos vienen bien de vez en cuando: un masaje, un facial, una sesión de meditación o yoga, una tarde de lectura junto a la alberca…
Convencido de que las cosas buenas hay que compartirlas, he preparado una selección de tres hoteles –todos muy cercanos a la Ciudad de México– en los que el bienestar es una prioridad y una vocación. Planear una escapada no requiere más que la determinación de hacer un espacio para nosotros mismos y de manejar unas horas. ¿Mi primer consejo? Evitar los fines de semana, pues son los días que estas propiedades suelen estar más concurridas y, aunque suene egoísta, es mucho mejor no tener que compartir las atenciones.
