Es muy común que la gente me diga que tengo el mejor trabajo del mundo, algo que no discuto. Y también que piensen que mi trabajo consiste en vivir de vacaciones, algo que procuro no contradecir para no enfrascarme en discusiones. Al final, lo cierto es que estos años me han permitido afilar la mirada para encontrar esas historias, experiencias, restaurantes, destinos y hoteles que ofrecen la posibilidad de vivir momentos inolvidables, sea un vuelo en helicóptero para admirar las montañas nevadas de Canadá, un tour de rafting en Costa Rica, un picnic en una isla privada de Panamá o un paseo de pesca en la inesperada compañía de amigables delfines frente a las costas de Guerrero. Historias que vale la pena contar, que me emocionan de nuevo al sentarme frente a la computadora para escribir de ellas, que me dibujan una sonrisa en el rostro cuando llegan de nuevo a mi mente... A todas esas experiencias dedicaré alguna de las columnas posteriores.
Estoy convencido de que hay tantas maneras de viajar como personas sobre la faz de la Tierra. Nuestros intereses, gustos, historiales familiares y presupuestos, entre otros factores, influyen directamente en las decisiones acerca de los destinos que visitamos y la manera en la que lo hacemos. He viajado por carretera en taxis colectivos para llegar a las playas remotas y solitarias de Oaxaca y en jets privados para conocer la manufactura de Audemars Piguet en Le Brassus, Suiza. He comido el atún más fresco y delicioso de mi vida –acompañado de las mejores tortillas hechas a mano–, en un humilde puesto de las costas del Pacífico mexicano y he disfrutado de uno de los impresionantes menús degustación de Gastón Acurio en Astrid y Gastón de Lima. En cada uno de esos viajes descubrí algo nuevo de mí y del mundo, algo que iba mucho más allá de la cantidad de dinero requerida para cubrir los gastos.
Y es así, sin dar más rodeos, que les doy la bienvenida a este espacio en el que cada dos semanas haré un recuento de alguna nueva aventura, reflexionaré acerca de temas que llamen mi atención, compartiré conversaciones con gente de la industria a la que admiro y, sobre todo, intentaré transmitir mi pasión por esa actividad que tantas veces me ha abierto los ojos, me ha presentado nuevas perspectivas y posibilidades, y me ha hecho entender que la libertad de espíritu se alimenta día con día. Como muy probablemente terminaré escribiéndola, de la misma manera en que lo he hecho esta noche, desde el sitio en el que me encuentren la responsabilidad y la inspiración, he decidido nombrarla como me ha dictado la lógica: Columna Nómada. Para conocer mi paradero en tiempo real los invito a seguirme por Instagram . Nos leemos en dos semanas.