Siete hoteles boutique mexicanos para escaparse el fin de semana
En casonas antiguas, en medio de valles o a la orilla del mar, estos hoteles boutique mexicanos son ideales para escapar unos días del mundo sin romper con el distanciamiento social.
Quien ha tenido oportunidad de hospedarse en grandes y lujosos hoteles de cadenas internacionales sabe que la experiencia que ofrecen los hoteles boutique es totalmente distinta, lo cual no significa que sea menos disfrutable.
Al ser más pequeños y contar con menos habitaciones, el servicio suele ser más relajado y el contacto con el personal de servicio es más cercano. En muchos de ellos, existe una gran flexibilidad para utilizar los espacios con distintos fines –un desayuno en el jardín, una comida al aire libre, una cena romántica–, según las necesidades de los huéspedes, creando experiencias a su medida.
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Albergados en casas antiguas, escondidos en medio de la naturaleza, con una atmósfera más relajada y bohemia, estos son algunos de los hoteles boutique favoritos de Life and Style, que cabe mencionar, son una excelente opción para desconectarse unos días del mundo sin dejar de respetar el distanciamiento social.
Maison Couturier se localiza en San Rafael, Veracruz.(Undine Pröhl)
Una antigua finca construida a finales del siglo XIX por inmigrantes franceses es hoy uno de los hoteles más originales de Grupo Habita, quienes convirtieron la propiedad en una “pensión agrícola”. Rodeada por plantaciones de plátano, limonares y la vegetación tropical de San Rafael, en Veracruz, en sus alrededores se fabrican quesos artesanales, pan de agua en hornos de leña y en las casas privadas la comida tiene un sazón francés basado en antiguas recetas de familia. En total son 18 habitaciones con terrazas privadas y detalles de muebles antiguos.
Originalmente diseñada como una residencia privada por el artista John Houshman y el reconocido arquitecto David Howell, este hotel se localiza en la cima de una colina a 15 minutos del centro de San Miguel de Allende. Rodeada de naranjos, olivos y jardines de hierbas, la propiedad cuenta con siete habitaciones y en su corazón se encuentra una alberca alimentada por un manantial termal. El enfoque de Casa Adela, más que en los lujos modernos, está en el escenario natural que la rodea y los huéspedes pueden pasar el día tomando el sol junto a la alberca, tomando clases de yoga, disfrutando de un masaje, observando las estrellas desde el roof top, tomando un vino en el bar o sobrevolando el valle en un globo aerostático. El restaurante Cocina, a cargo de la chef Vanessa Nava, ofrece una selección de cocina mexicana con sabores locales.
Habitación de Monte Uzulu.(Elke Frotscher y Alan Favero)
A una hora del aeropuerto de Huatulco, en San Agustinillo, este hotel de once suites es una de las más recientes adiciones a la oferta hotelera de las costas oaxaqueñas. Su diseño minimalista y bohemio – a cargo de Alan V. Favero de Taller LU’UM, Mariana Ruiz de Atte y Tiago Pinto de Carvalho– tiene el objetivo de brindar un confort sostenible y de bajo impacto ambiental. Los huéspedes pueden solicitar sesiones privadas de yoga, masajes, sesiones de temazcal y clases de surf, así como probar las creaciones del restaurante Temporada, que trabaja con ingredientes estacionales y orgánicos de productores locales.
Tras pasar por una completa renovación y convirtiéndose en la tercera propiedad en México del grupo asiático Banyan Tree Hotels & Resorts –que operará a través de su marca de lujo Angsana–, Hacienda Xcanatún ha reabierto sus puertas con manteniéndose fiel a su historia y a su fuerte arraigo a la cultura yucateca. Sus 18 suites fueron renovadas bajo la dirección del despacho mexicano Estudio 240 y su restaurante Casa de Piedra ha quedado a cargo de la chef Paloma Ponce. Desde luego, una visita a su spa –que se apega a las tradiciones orientales de la Banyan Tree Academy– es una experiencia que no se debe pasar por alto.
Reconocido con importantes premios de arquitectura e interiorismo, este bed and breakfast de la Ciudad de México es un fiel reflejo del barrio en el que se encuentra, la Colonia Roma. La casona data de 1913 y su nombre está inspirado por quien fuera su ama de llaves. Al edificio antiguo se sumó uno completamente y ambos se conectan a través de un patio central. Cada una de las cinco suites está pintada de un color específico –negro, amarillo, rosa, azul y verde– para crear un ambiente particular, pero en sintonía con el complejo en su conjunto. La oferta culinaria se basa en ingredientes locales de la más alta calidad, que se cocinan al momento y como en casa. Dentro de una ciudad que no se detiene, Ignacia Guest House es un acogedor oasis de paz, tranquilidad y diseño del más alto nivel.
Las 36 suites del hotel Rodavento se encuentran distribuidas en un terreno de quince hectáreas en medio del bosque y con un lago propio. Una de sus características más destacables es que los huéspedes tienen a su disposición todas las comodidades que ofrece la vida moderna sin perder el contacto directo con la naturaleza. Los más aventureros pueden dedicar sus días a la práctica de actividades como el rappel, tiro con arco, paseos en bicicleta, escalada, cabalgatas y stand up paddle. El entorno es perfecto para organizar parrilladas o picnics al aire libre y lo mejor es que el personal puede ayudar a coordinar todos estos planes.
Este hotel de nueve habitaciones se ha convertido en uno de los favoritos de Tulum por su atmósfera relajada, su servicio personalizado y unas habitaciones que invitan a desconectarse del mundo gracias a una decoración que captura la mística de este destino del Caribe mexicano. Sus áreas comunes hacen que uno se sienta como en casa, pudiendo elegir si toma el desayuno o la comida en la sala, en las mesas de la terraza o en un camastro frente al mar. Los pisos de cemento con resina, la madera y la palma de los techos invitan a caminar descalzos hacia la alberca o hacia la playa. Los desayunos están incluidos y nuestra recomendación indiscutible es la Master Suite, en la que ver amanecer es un verdadero deleite visual. ¿Otra buena noticia? Justo enfrente está el restaurante NU, un imperdible de Tulum.
