"Aquí tienes la sensación de estar realmente flotando separado del edificio. Es una experiencia muy diferente", explica Jason Horkin, el director ejecutivo de Hudson Yards Experiences, la firma detrás del proyecto.
Aquí tienes la sensación de estar realmente flotando separado del edificio.
Esa sensación se consigue gracias a un gran balcón con forma triangular que se separa hasta unos 25 metros del edificio y que está rodeado de paredes de cristal colocadas en un ligero ángulo que permite asomarse hacia el vacío.
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El mirador incluye también una zona con suelo de cristal sobre la que se puede pasear mientras, muchos metros por debajo, fluye el tráfico y continúan las obras que aún dominan el área de Hudson Yards.
La zona, situada en la sección central de Manhattan, a la orilla del río Hudson, ha experimentado en los últimos años una transformación radical gracias a un multimillonario proyecto inmobiliario que ha transformado un desangelado barrio en una visita obligada para millones de turistas.
Donde antes había vías y cocheras para el gigantesco sistema de transporte neoyorquino, hoy se compra en exclusivos centros comerciales y se come en bulliciosos restaurantes como los del Mercado Little Spain de José Andrés y los hermanos Adrià.
