Shoreditch, el gran barrio de Londres que no debes perderte
Tras bajar del metro, reviso el papelito que hace 20 minutos me acaban de entregar: “hay que caminar dos calles hasta llegar a Brick Lane. Una vez ahí, hay que bajar y caminar otras tres cuadras a la derecha hasta llegar a la calle Old Truman Brewery. Ahí busca el número 91 y listo. Suerte”.
La letra no es muy clara, pero también está la opción de preguntar… o simplemente perderse y ya. La idea es llegar hasta la tienda de discos Rough Trade East, ubicada en el barrio de Shoreditch, y comprar y comprar. La noche anterior se habló tanto de ella y de sus colecciones que terminó por convertirse en una visita obligatoria en el paso por Londres y el pretexto perfecto para conocer ese barrio del que todos hablan sin parar.
Pero no han pasado ni 200 metros, y aún con el papelito en la mano, sé que ya me perdí. No es mi culpa. Ni la del post it. Es de aquel saxofón que, entonando ‘Honor your mother and father’ del jamaiquino Desmond Dekker, me hizo cambiar de dirección, más que emocionado, para escuchar a un músico callejero de 20 años tocar algo que tiene más de medio siglo moviendo pies. Simplemente me resigno a ‘perder’ ese lapso para después recuperar el camino, pero no es posible. Apenas termina la canción y camino entre graffitis (uno de los grandes atractivos del barrio, al alcance de toda pared) cuando aparecen dos chicos rimando sobre la base de la canción ‘Revolution rock’ de The Clash. Alcanzo a reconocer la canción: ‘When i was a youngster’ de Rizzle kicks y camino para evitar otra distracción. De nuevo, imposible. En la esquina hay un chico que quiere ser Elvis Costello y canta: “Take off your party dress. I'm not going to get too sentimental like those other sticky valentines, Cause I don't know if you've been loving somebody. I only know it isn't mine…”.
Eso es ‘Alison’. Y él imita muy bien a Costello… ok, se acabó, nunca saldré de aquí así que mejor abrir oídos y aceptar que la notita no servirá de nada. Aún quedan dos horas para que la tienda de discos cierre así que hay tiempo para tratar de entender cómo en tres calles el soul, el rap, el punk, el ska y el dub ya alzaron la mano como vecinos del barrio dejando en claro que estamos en zona musical.
El chico recoge las monedas y guarda la guitarra. Su esquina, la de Luke Street y Paul Street, tiene que ser desocupada en pocos minutos para que llegue otro músico (especialista en The Smiths y Morrisey), me cuenta. “Si tienes paciencia, a veces te puedes encontrar a Luke Evans cantando algunas cosas de la obra Rent. No lo hace por dinero, creo que lo hace por ensayar”, sentencia, explicando que
aquí los músicos se organizan por horarios y se dividen las esquinas, pues “hay oídos para todos”.
Para ellos, Shoreditch es un gran escenario en el que se puede mezclar en el aire una balada con una canción de ska. “Creo que este barrio siempre ha tenido esa vibra. En la escuela te cuentan sobre el papel que jugó The Theatre en la zona y como siempre hubo music halls. Supongo que hoy se recuperó, pero en realidad la música nunca se ha ido del barrio”, comenta mientras camina y lo sigo, esperando que suelte algo más de Costello, quizá ‘She’.
No la canta, pero en cambio explica que ahí, desde el siglo XVI, se han usado las casas e iglesias como santuarios del arte. Ayer, donde hoy hay un restaurante de comida vietnamita, Shakespeare presentaba sus obras en el Theatre , que es considerado el primer teatro de la historia. Ayer, donde hoy hay una tienda de ropa vintage, se encontraba The National Standar Theatre y así sucesivamente cuenta de viejos recintos hasta llegar a su casa, en el mismo barrio: “Es uno de los más caros, pero para tú creatividad es esencial vivir y rodearte de tanta gente talentosa”, comenta mientras en la esquina de su casa una batería comienza a jugar a ser Jonh Bonham (Led Zeppelin) con los ritmos de ‘D’yer Mak’er.
En el mapa, la tienda ha quedado demasiado lejos. Pero en cambio, han aparecido espacios legendarios que permiten entender y explicar la importancia de la música para reconstruir, eternamente, el barrio de moda de la ciudad. Han pasado frente a mí el Rich MIX y el Old Blue Last, dos de los clásicos para enterarse que está pasando en la escena musical londinense. Y también he cruzado por el denominado triángulo de Dalston, el barrio contiguo a Shoreditch, en el que se levanta la llamada esquina del jazz, un género que también tiene su hogar en el Vortex Club y en el Café Oto.
Han sido un par de horas de caminar por un barrio donde parece que todos traemos audífonos. Donde los pies se marcan el paso al ritmo que mejor les acomoda, da lo mismo si se es o no melómano. Horas de encontrarse con tantas voces como personas y en las que el destino inicial parece haber quedado olvidado hasta que levanto la mirada y veo el nombre de la calle: Old Truman Brewery.
Casi caminando en círculos. De do a do. Ahí está el punto de llegada, la legendaria Rough Trade East… que justo tira para abajo su cortina y coloca el letrero de cerrado. No hay más. Aún sin entrar queda claro: en Shoreditch se vive el mejor día musical.