El robot mexicano que permite caminar a personas con discapacidad
En 2006, Norberto Velázquez y sus amigos creaban robots que jugaban futbol y soñaban con darle un uso práctico a esa tecnología. Cuatro años después, tras conocer a personas en sillas de ruedas, vieron cómo sus robots podrían ayudarlos.
Con algunos ajustes al modelo inicial, nació Roki, un exoesqueleto robótico que ayuda a las personas a caminar, previene la aparición de úlceras de presión causadas por el uso excesivo de la silla de ruedas, al tiempo que fortalece los huesos y mejora la circulación y la digestión.
“El exoesqueleto es un traje robótico con dos piernas que se amarran a las de la persona y se conectan a una mochila que tiene una batería y ahí están los algoritmos de movimiento”, explica Velázquez, egresado de la UP Guadalajara, en entrevista con Expansión.
En México viven cerca de 1.6 millones de personas con discapacidad motriz, la cual les impide caminar, correr o cargar su propio peso con las piernas, lo que les obliga a utilizar silla de ruedas.
Lee: la app diseñada por mexicanos para comunicarse en desastres.
Para que una persona haga uso del exoesqueleto, necesita tener control y movilidad en las manos, que manejan los controles remotos que indican al robot los movimientos que debe llevar a cabo, así como la velocidad de los mismos, además de fuerza en los brazos para conseguir mantener el equilibrio. Esto significa que casi 50% de las personas en silla de ruedas en el país, no son candidatos para Roki.
El exoesqueleto tiene cuatro motores, colocados en rodilla y caderas, que le permiten soportar un peso de hasta 110 kilos. Además cuenta con 15 sensores entre los que se encuentran temperatura, velocidad o peso.
Aunque el modelo inicial era personalizado, esto elevaba mucho los costos, por lo que comercializarán uno ajustable, que se adapte a distintos pesos y alturas. Ahora sólo esperan la certificación de la Cofepris para empezar a vender el producto.
“Tendrá un costo de 15,000 dólares. Sabemos que es un costo alto, tiene que ver con que varias piezas que lo componen son de importación”, explica Velázquez, ingeniero mecatrónico. “Pese a ello, es más barato que el costo promedio de modelos estadounidenses de 70,000 dólares. Y queremos trabajar con clínicas y fundaciones para que sea accesible a un público más amplio que lo necesite”.
Hasta el momento, han concretado dos ventas que serán entregadas el año que viene. Esperan lograr tres ventas mensuales una vez que tengan las certificaciones necesarias. Además están recibiendo apoyo de inversionistas nacionales y asesoría en negocios de emprendedores españoles. El Inadem llevó su proyecto al equivalente de la semana del emprendedor en Francia.