Secretos detrás de la inteligencia artifical en un sólo museo
Pepper tiene unos grandes ojos negros que te miran al pasar. Gira su cabeza y explora cada uno de tus gestos, parpadea, escanea tus emociones: felicidad, alegría, tristeza, enojo. Responde a cada una de ellas. Le alegran los halagos y odia la oscuridad, es amable, cálida y, sin duda, es la mejor recepcionista de The Robot Museum, el único lugar de Europa que, desde 2013, abrió sus puertas al mundo que está más allá de la ciencia ficción y a la necesidad del hombre de reinventarse, encerrando en un sótano de Madrid la historia de la inteligencia artificial.
En ese espacio de paredes oscuras y luces neón, pequeños humanoides rompen la barrera del tiempo; son registros de la evolución tecnológica, de la capacidad de creación e innovación del ser humano y de su imparable necesidad de progresar. Se trata de un viaje que nos lleva del pasado al presente, dejando abierta la puerta del futuro, a través de las vitrinas que muestran a aquellos robots que han evolucionado la forma de vida en el planeta.
Ahí están R2D2 y C3PO de Star Wars —“el legado de la robótica”, asegura el guía—, robots autónomos, como el Terminator de Arnold Schwarzenegger y Robbie de Lost in the Space, pero este lugar va más allá de las películas.
Es la casa de Nao, quien habla 19 idiomas, baila y juega al futbol; de Wildcat, que corre más rápido que Usain Bolt; de ASIMO, que toca la guitarra, el piano y está aprendiendo a conducir; así como de InMoov, el primer robot imprimible del mundo por medio de una impresora 3D. Cada uno de ellos tiene características únicas que han puesto a prueba las capacidades del hombre, demostrando que la robótica evoluciona cada día y seguirá cambiando nuestra percepción del mundo en los próximos años, ¿o no, Arturito?
