Bartender, ¿chismoso o psicólogo?
En teoría un bartender es esa persona que te atiende en un bar, pub o coctelería y que está siempre al pendiente del más mínimo detalle en lo referente a las bebidas que ofrece. Pero, la verdad sea dicha, en la vida real un bartender es muchos más que eso, es psicólogo, es expiador de culpas y es, claro, torero de borrachos mala copa.
Adrián Borgaro, especialista de los tragos en Baltra , dice que la dinámica de confianza y amistad entre bartender y cliente se ha recuperado en los últimos años gracias a que la gente retomó la costumbre de sentarse en la barra de un lugar. "Es una dinámica que te permite encontrar nuevos amigos y recibir feedback de los clientes", explica.
Todos llegan a la barra buscando un buen servicio y una recomendación con respecto a la oferta de cocteles del lugar. Pero, con el pasar de los tragos, la gente se empieza a sentir cómoda y lo más normal es que empiecen a platicar sobre su día. "El bartender puede ser ligeramente metiche o chismoso", confiesa Adrián, "Baltra es un lugar pequeño y yo tengo muy buen oído, por eso a veces no puedo evitar reírme de lo que la gente platica".
"Además, lo que también tenemos los bartenders es que podemos interpretar caras, gestos o comentarios y así sabemos si fue una semana pesada para el cliente para ponerle un poquito más al trago y que se sienta más tranquilo y se relaje”, añade el bartender de Baltra.
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Tres confesiones para recordar
De acuerdo a Borgaro, si de confesiones o pláticas hablamos, es más fácil que un hombre permita que el bartender se integre a la conversación a que lo haga una mujer. Los temas que inevitablemente se cruzan en algún momento durante la plática siempre tendrán que ver con relaciones amorosas, política y fútbol. Y si de desamores se trata, Adrián Borgaro señala que en estos casos los consejos de un bartender siempre deben ser muy polite. "Al final, yo no sé la historia completa del cliente, no quiero que lleguen a su casa y digan 'como Adrián de Baltra me dijo que así debería ser, me voy de la casa'".
Aquí algunas de las pláticas reales que le ha tocado escuchar:
Confesión 1
"Una vez un grupo de amigos estaban hablando de uno de mis amigos. Estaban platicando que habían ido a su centro de consumo y que hacía muy malos tragos, la verdad me dio mucha risa, al final me integré a la plática con ellos y les dije que era uno de mis mejores amigos".
Confesión 2
"Un día llegó una chica con su amigo de toda la vida y dos amigas, se sentaron en la barra y traían una plática bastante subida de tono. La chava estaba contando absolutamente todo lo que había hecho con su novio y todo lo que le gustaba que le hiciera. Hubo un momento en el que ya no me pude aguantar la risa. '¿Qué tanto has escuchado?', me preguntó la chica, con la cara de todos los colores. Le pedí una disculpa y le dije que el lugar era pequeño y que era muy fácil escuchar todo".
Confesión 3
"Hay una persona que me llama mucho la atención, es un vecino de la zona, al que tachamos antes de que se hiciera cliente frecuente como el típico borrachito que se avienta dos o tres tragos, te los pide más cargados o quiere un trago de cortesía. Un día finalmente me contó que realiza sistemas de protección alrededor del mundo para eventos y catástrofes. Trabajó para ayudar a gente de Katrina, se fue a India tres años, vivió en varias islas para buscar protección en zonas volcánicas... Siempre que viene él, me pongo a platicar de cosas que en la vida había pensado que me podrían interesar".
Tragos para cada situación
Problema de desamor
"Los cocteles clásicos tienen buen porcentaje de alcohol y eso ayuda a sacar la pena más rápido, yo les daría un Martini".
Semana pesada en el trabajo
"También les daría un clásico como el Old Fashioned o, de los tragos de Baltra, les preparía un Lavándula que lleva una base de bourbon, jarabe de lavanda y jugo de limón".
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