La botella más exclusiva de Dom Pérignon
De toda la cartera de vinos que existen, la champaña es la que ocupa un lugar justo al lado de los grandes momentos (tu cumpleaños número 40, la boda de un amigo, el cambio de año, tú dinos). Parece que su composición, y las burbujas, son meritorias de un descorche especial.
Esta semana llegaron a México las botellas (menos de quinientas) de una de las ediciones de champaña más peculiares del mundo: 1998 Dom Pérignon P2. Un producto que se deriva de la observación, la paciencia y la cocción lenta.
Lo que hace especial a esta etiqueta es el tiempo: cada vintage de Dom Pérignon (ya de por sí una añada excepcional, en este caso 1998) se lanza al mercado en su primera plenitud, “la plenitud de la armonía”, cuando la champaña, después de siete años, está en su primer apogeo. En este punto, el chef de cava de la casa guarda un lote para observar su comportamiento y concluir que diez años más tarde la champaña llegó al punto de su segunda plenitud, “la plenitud de la energía”.
Esta energía se traduce en un vino que sostiene una línea tensa entre complejidad (de final largo, envolvente en boca) y frescura, con una acidez muy marcada. Las copas de esta champaña no necesitan mucha compañía pero se llevan bien con platos que se compongan con jengibre, curry rojo, langosta o caviar.
Tu reino por esta champaña, que guarda la promesa de arribar en unos años a su plenitud tercera. Bueno fuera que todo envejeciera con tanto aplomo.
1998 Dom Pérignon P2
De venta: Palacio de Hierro por $5,100 pesos.
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