Tragos de autor: El Cóctel de Gala
Había tres cosas por las que el genio de Salvador Dalí (1904-1989) sentía devoción: su musa Gala, la comida y la coctelería. Una afición que derivó en libros de recetas, como Las cenas de Gala, y bebidas, como el coctel de Gala, dos formas ejemplares de fusionar las fuentes de inspiración del artista.
Sabemos por otros dos libros, Vida secreta y A la mesa con Salvador Dalí, que, a los siete años, el pintor surrealista manifestó un fuerte interés por ser cocinero y que la importancia simbólica de la comida fue clave en su obra:
el camembert derretido le inspiró para sus relojes, mientras que su amor por los platillos afrodisiacos le llenó la cabeza de referencias sexuales poco convencionales. Pero si existe algo que ejemplifica a la perfección la importancia de dicha unión, es el coctel de Gala, un trago aperitivo con corazón de cava rosado que toma el nombre de su mujer y que Dalí preparaba en ocasiones muy especiales.
Dicen también que, en realidad, él bebía poco: se limitaba a servirlo a sus invitados y a mojarse los labios. También dicen que una vez pidió un coctel en el hotel Palace de Madrid y en él descubrió un pelo blanco. Temeroso de que se tratara de su primera cana, lo intentó sacar con tanta torpeza que se cortó el dedo. La bebida se volvió roja, se asustó, dejó en el interior un billete de 25 pesetas y se fue sin pedir el cambio, cuando el trago sólo valía tres pesetas.
En esta anécdota se podría ocultar la razón por la que le gustaban tanto los tragos rojizos, como el coctel de Gala, y de que dijera cosas como: “La sangre es más dulce que la miel, y la mía, mucho más”. Salvador Dalí era surrealista hasta para beber.
INGREDIENTES
1 oz de cava rosado
2 oz de Martini blanco
1 oz de Campari
2 oz de jugo de naranja
1 oz de jugo de limón
1 cucharada de azúcar
MODO DE PREPARACIÓN
Tras mezclar todos los ingredientes en una coctelera en el orden descrito, se sirve el trago en copas de coctel o champaña. Para sentirse un poco más cerca de Dalí, se puede decorar el borde de la copa con azúcar y teñirlo con granadina o un producto similar, tal como lo hacia el genio surrealista.