Todo lo que sube, después bajará, es cierto. Pero mientras más subes, más deberías tardar en bajar, ¿no? Pues para el representativo mexicano en
El inicio del campeonato
, por los mismos motivos de las estimaciones y esperanzas altas, creadas en un proceso, efectivo sí -al menos en eliminatorias-, pero que no fue capaz de consolidarse con el aficionado, debido a los estrepitosos casos del 7-0 (Chile) y 4-1 (Alemania). Ambos en partidos decisivos, en torneos de máxima exigencia. Marcadores así siembran dudas difíciles de esclarecer, esa incertidumbre que únicamente puede esfumarse en donde se implantó:Por ello, cuando la clasificación al Mundial llegó tan inmaculada, con ninguna complicación para Juan Carlos Osorio y su criticado estilo, las especulaciones mejoraron.
Los jerseys se vendieron y cuando parecía que estábamos listos para parecer un equipo que compite entre las élites futbolísticas (porque además, es real, gran parte de los jugadores que representaron a México en Rusia, compiten con esas élites a nivel de clubes), la realidad nos golpeó en seco, de frente. Incluso la mejor versión de esta selección se mostró vulnerable en cuanto la situación ameritaba más solidez: Suecia y
, dos estilos de juego totalmente diferentes entre sí, dejaron claro que, a más expectativas generadas,El Tri nos volvió a dejar en donde hace cuatro años
, en donde Maxi Rodríguez decidió pegarle al arco sin un ángulo favorable en 2006. En el mismo lugar en el que Landon Donovan y Carlos Tévez le han gritado un gol a decenas de miles de playeras verdes en las gradas.Y claro, la caída resultó dolorosa. Como cada cuatro años. Presupuestada o no, volvió a hacer que la vara con la que nos medimos ante los alemanes, los pentacampeones del mundo y otras potencias de primer nivel, parezca demasiado grande. Todo cambió, sí. El proceso rotó las ideas a las que vivía acostumbrado el futbol mexicano, la preparación mental cobró una importancia nunca antes concebida y la unión al interior de la selección lucía inmejorable. Todo era diferente, pero el resultado se repitió.
Se dice que la mentalidad tiene la culpa. Expertos culpan a la frialdad con la que los mexicanos encaran estos duelos. Los exjugadores en medios de comunicación señalan una "garra" casi utópica, y mientras todos se rompen la cabeza buscando explicaciones para el fracaso que, una vez más, marcó el mundial mexicano, Osorio responsabiliza, en parte, a la "calidad extra que ellos (Brasil) tienen".
La calidad extra.
El mismo 'profe' lo detalla fuerte y claro: "en la medida en la que México exporte más jugadores al extranjero, ese salto de calidad estará más cerca".Y también hay que extraer lo bueno: claro que se recordará a este Mundial como el escenario de
ante el Tricolor, pero la aspiración sigue sin conseguirse. El quinto partido no se juega. Y pese a que la idea de algunos jugadores, como , es sumamente válida y motivadora -esta que se aferra a pensar en lo mejor, en el campeonato-, lo más sano para los aficionados, para los creyentes del "sí se puede", para jugadores y directiva, es pensar en el siguiente paso primero. Enfocarse en la caída, la que se ha repetido durante siete mundiales y sólo entonces, se podrá reaccionar.Aspirar al quinto, sexto y séptimo encuentro claro que es posible, pero sin alterar el proceso y las aspiraciones naturales.