¿Quiénes son los culpables de que México no trascienda en un Mundial?
Todo lo que sube, después bajará, es cierto. Pero mientras más subes, más deberías tardar en bajar, ¿no? Pues para el representativo mexicano en Rusia 2018 , no fue así.
El inicio del campeonato resultó alentador , por los mismos motivos de las estimaciones y esperanzas altas, creadas en un proceso, efectivo sí -al menos en eliminatorias-, pero que no fue capaz de consolidarse con el aficionado, debido a los estrepitosos casos del 7-0 (Chile) y 4-1 (Alemania). Ambos en partidos decisivos, en torneos de máxima exigencia. Marcadores así siembran dudas difíciles de esclarecer, esa incertidumbre que únicamente puede esfumarse en donde se implantó: la cancha.
Por ello, cuando la clasificación al Mundial llegó tan inmaculada, con ninguna complicación para Juan Carlos Osorio y su criticado estilo, las especulaciones mejoraron.
Los jerseys se vendieron y cuando parecía que estábamos listos para parecer un equipo que compite entre las élites futbolísticas (porque además, es real, gran parte de los jugadores que representaron a México en Rusia, compiten con esas élites a nivel de clubes), la realidad nos golpeó en seco, de frente. Incluso la mejor versión de esta selección se mostró vulnerable en cuanto la situación ameritaba más solidez: Suecia y Brasil , dos estilos de juego totalmente diferentes entre sí, dejaron claro que, a más expectativas generadas, mayor es el dolor que conlleva su incumplimiento.
El Tri nos volvió a dejar en donde hace cuatro años Arjen Robben recortó y cayó al césped , en donde Maxi Rodríguez decidió pegarle al arco sin un ángulo favorable en 2006. En el mismo lugar en el que Landon Donovan y Carlos Tévez le han gritado un gol a decenas de miles de playeras verdes en las gradas.
Y claro, la caída resultó dolorosa. Como cada cuatro años. Presupuestada o no, volvió a hacer que la vara con la que nos medimos ante los alemanes, los pentacampeones del mundo y otras potencias de primer nivel, parezca demasiado grande. Todo cambió, sí. El proceso rotó las ideas a las que vivía acostumbrado el futbol mexicano, la preparación mental cobró una importancia nunca antes concebida y la unión al interior de la selección lucía inmejorable. Todo era diferente, pero el resultado se repitió.
Se dice que la mentalidad tiene la culpa. Expertos culpan a la frialdad con la que los mexicanos encaran estos duelos. Los exjugadores en medios de comunicación señalan una "garra" casi utópica, y mientras todos se rompen la cabeza buscando explicaciones para el fracaso que, una vez más, marcó el mundial mexicano, Osorio responsabiliza, en parte, a la "calidad extra que ellos (Brasil) tienen".
La calidad extra. ¿Y eso cómo se obtiene? El mismo 'profe' lo detalla fuerte y claro: "en la medida en la que México exporte más jugadores al extranjero, ese salto de calidad estará más cerca".
Y también hay que extraer lo bueno: claro que se recordará a este Mundial como el escenario de la caída de la Alemania campeona del mundo ante el Tricolor, pero la aspiración sigue sin conseguirse. El quinto partido no se juega. Y pese a que la idea de algunos jugadores, como Javier "Chicharito" Hernández , es sumamente válida y motivadora -esta que se aferra a pensar en lo mejor, en el campeonato-, lo más sano para los aficionados, para los creyentes del "sí se puede", para jugadores y directiva, es pensar en el siguiente paso primero. Enfocarse en la caída, la que se ha repetido durante siete mundiales y sólo entonces, se podrá reaccionar.
Aspirar al quinto, sexto y séptimo encuentro claro que es posible, pero sin alterar el proceso y las aspiraciones naturales.