El nuevo orden del lujo

LuxuryLab Global es una meca en la industria del lujo, un espacio de inspiración y comunidad con un gran sentido de la responsabilidad. Eso impulsa a su director, Abelardo Marcondes, a promover las propuestas más vanguardistas del mundo y en especial, de América Latina año con año.
En entrevista, el filántropo brasileño nos comparte los grandes retos que enfrenta esta industria y las soluciones innovadoras que ve en ella.
1.- ¿Cuáles serán los puntos a destacar este año en LuxuryLab?
LuxuryLab Global 2025 gira en torno a una gran transformación: el paso del lujo aspiracional al lujo significativo. Este año, destacamos la intersección entre tecnología, salud, bienestar emocional y regeneración cultural. Hablamos de un “nuevo orden del lujo”: marcas que dejan de vender cosas, para ofrecer sistemas de valor.
2.- ¿Qué iniciativas a presentar en LuxuryLab han captado más tu atención?
Me fascinan los proyectos que integran neurociencia, AI y diseño emocional. Algunas casas de moda están trabajando con algoritmos de predicción emocional para personalizar experiencias, mientras grupos hoteleros implementan arquitectura sensorial para inducir bienestar. También está el lujo indígena contemporáneo, donde más de 30 marcas están trabajando directamente con comunidades y materiales locales.
3.- ¿Cuáles son los mayores avances que has visto en este sector en los últimos años?
Dos avances me parecen clave desde que lanzamos LuxuryLab Global en 2011. Digitalización estratégica: Según Bain & Co (2024), el 95% de las casas de lujo ya implementaron estrategias digitales omnicanal, y el lujo virtual (NFTs, skins, experiencias inmersivas) representa más del 10% de las ventas en moda premium.
También está la trazabilidad y transparencia: Según el Boston Consulting Group, más del 60% de las marcas de lujo fundadas después de 2020 ofrecen sistemas abiertos de trazabilidad, ya sea mediante blockchain, AI, QR narrativos o plataformas tipo Provenance.
4.- ¿Qué papel consideras que juega el lujo en el contexto mexicano y mundial actual?
Hoy, el lujo debe ser mucho más que estética o exclusividad: debe ser una fuerza de transformación real. En un mundo marcado por tensiones sociales, climáticas y culturales, el lujo puede —y debe— ofrecer respuestas profundas, sistémicas y humanas.
En México, representa una oportunidad histórica para reconectar el valor económico con el valor cultural. A escala internacional, el lujo funciona como un laboratorio ético y sensorial que es lo que LuxuryLab busca investigar y compartir. Su visibilidad lo vuelve modelo aspiracional para otras industrias.
5.- ¿Qué parte del concepto de lujo ha cambiado para ti de cuando empezaste a ahora?
Cuando comencé en 2008, el lujo era una idea estática: exclusión, escasez, precios altos y símbolos visibles de estatus. Pero en la nueva orden del lujo, el poder ya no reside en el objeto, sino en el acto de elegir con conciencia. El verdadero lujo está en el tiempo protegido, en el bienestar físico y mental, en la capacidad de estar presente, en la armonía con el entorno.
6.- En un mundo que te exige cada vez más el consumo, el lujo se ha vuelto a la vez más accesible, pero más trivial. ¿De qué manera se diferencia del consumo masificado? ¿Cómo debe hacerlo?
Es un gran desafío para la industria. En un sistema global que premia la aceleración, la sobreproducción y la inmediatez, el lujo tiene el potencial —y la responsabilidad— de ser la conciencia del mercado.
A diferencia del consumo masivo, que vive de la saturación y la rotación constante, el lujo puede y debe operar desde la curaduría, el cuidado y la atemporalidad. No es solo una postura estética, es una decisión política y ambiental. En ese sentido la labor de LuxuryLab Global lo demuestra año tras año.
7.- Para ti, ¿de qué manera el sector de lujo ha impactado positivamente a la sociedad?
El lujo ha creado ecosistemas de protección patrimonial, empleo calificado y formación artística. Por ejemplo, casas como Hermès o Loewe han invertido más de €50 millones en formación de artesanos.
En México, iniciativas como Caravana, Onora y otras marcas de autor han generado redes de comercio justo con más de 200 comunidades, pero lo más relevante es que el lujo está ayudando a redefinir lo aspiracional: ya no se trata solo de poseer, sino de pertenecer a una narrativa con valores.