La obsesión sexual que Salvador Dalí tenía con Hitler
Han pasado más de 20 años desde la muerte de Salvador Dalí, pero su obra surrealista –tanto pinturas, como películas y escritos– siguen atrayendo a críticos y analistas que tratan de descubrir qué significan todos los simbolismos de su trabajo artístico.
“Más que nadie, Dalí logró que su audiencia creyera que las cosas sin sentido eran las que más hacían sentido”, así se resumió John Russell, crítico de arte estadounidense, el legado del pintor en el obituario de su muerte. Es por esto que, entre los laberintos de la genialidad de Dalí, aún quedan misterios por descubrir.
Ya se ha hablado de la complejidad de su obra, pero no se ha dicho mucho de su extraña fascinación sexual con el dictador nazi, Adolfo Hitler.
“Lenin y Hitler me excitaban al máximo…”
Son múltiples los temas que seducían a Salvador Felipe Jacinto Dalí i Domènech. Algunos son bien conocidos como: el paso del tiempo, el psicoanálisis, la belleza, la perfección, la fama, la vida, la muerte y la homosexualidad.
La obsesión hacia Hitler no ha sido muy discutida, quizá porque el propio artista la trató de reprimir y no habló demasiado de la misma. Fue hasta 1975 que lo declaró para el libro Confesiones inconfesables de Dalí, escrito por su amigo André Parinaud:
“Lenin y Hitler me excitaban al máximo. Hitler más que Lenin, por supuesto. Su espalda regordeta, sobre todo cuando la veía aparecer en su uniforme con cinturón y su tahalí de cuero que apretaban sus carnes, suscitaba en mí un delicioso estremecimiento gustativo de origen bucal que me conducía a un éxtasis wagneriano. Soñaba a menudo con Hitler como si se tratara de una mujer. Su carne, que imaginaba blanquísima, me seducía. (…) Hitler encarnaba para mí la imagen perfecta del gran masoquista que desencadenaba una Guerra Mundial por el solo placer de perderla y de enterrarse bajo las ruinas de un imperio”.
El rastro de Hitler en las pinturas de Dalí
Hay tres obras de Dalí inspiradas directamente por el dictador nazi. El Enigma de Hitler (1939) que fue pintada poco antes de que comenzará la Segunda Guerra Mundial. Y otras que dos que se realizaron después de la tragedia nazi: Metamorfosis de la cara de Hitler en un paisaje iluminado por la luna con acompañamiento (1958) y Hitler Masturbándose (1973).
A las obras anteriores se les han dado interpretaciones tanto positivas como negativas. Algunos críticos consideran los cuadros como una crítica a la Segunda Guerra Mundial y otros más como una adulación hacia Hitler.
Eso sí, al momento de presentarlas –y todavía en la actualidad– muchos critican estas pinturas por lo que significó la Segunda Guerra Mundial para millones de personas. De hecho, esta bizarra fascinación por Hitler significó la expulsión de Dalí de ciertos grupos artísticos.
“Para los surrealistas –que desde un principio habían experimentado recelo ante el descaro con que Salvador Dalí exhibía públicamente sus obsesiones sexuales– la representación de Hitler por parte del artista sobrepasó el límite de lo aceptable, por lo que decidieron excluirlo del grupo liderado por André Breton”, así lo explica Paloma Esteban Leal, doctora de Historia del Arte por la Universidad Complutense, en un análisis para el Museo Reina Sofía de España.