14 aforismos para recordar a Eusebio Ruvalcaba
El escritor mexicano, Eusebio Ruvalcaba, falleció la noche del martes a los 65 años de edad.
Autor de poesía, narrativa, ensayo, teatro, con obras como Un hilito de sangre -llevada al cine-, Cuentos pétreos, Lo que tú necesitas es tener otra bicicleta, En defensa propia, obtuvo diversos reconocimientos, entre ellos el Premio Internacional de Cuento Charles Bukowski de editorial Anagrama en 2004.
Para recordarlo, les dejamos algunos de sus aforismos y frases.
- Los seres humanos somos cosas. A unos cuantos días de mi muerte, mi familia revisará mi clóset y al momento de que sobre la cama vayan cayendo mis camisas, mis pantalones, mis chamarras, dirán: "Esto era Eusebio", y esto otro y esto otro.
- Porque somos unas cuantas cosas: los libros favoritos, las plumas, nuestro plato, la silla que ocupábamos en el comedor, unos cuantos discos, los zapatos.
- Los 24 Caprichos de Paganini comprenden el llanto de un niño incorregible.
- ¿Qué movía a Beethoven a crear una fortaleza musical de muros de granito capaz de pulverizar aun las voluntades más férreas, e impedir que el escucha huyera una vez capturado? Porque aun el oyente más invulnerable se dobla cuando oye la Sinfonía Heroica, o la Sonata Hammerklavier, o el Cuarteto XIII.
- Tchaikovsky hizo de las mujeres materia prima del tálamo amoroso. Sin proponérselo siquiera, desató los hilos de la caja de pandora vaginal.
- Cuando una mujer escucha/ Mozart / su rostro se dulcifica.
- Lo único que eleva mi espíritu es la música. Doy cursos donde Beethoven es la equivalencia del alcohol. Porque sólo en Beethoven y en el alcohol encuentro el aliciente para seguir vivo.
- El alcohol se filtra entre lo versos. Los raspa. Hasta hacerlos que sangren. El alcohol es una bendición. Te abre los ojos. Y los oídos. Beethoven se aprecia más cuando de la sangre bulle el alcohol.
- El poder de convocatoria de Jesús palidece delante del de Héctor. Se necesita un héroe. No un mártir.
- Si hemos de morir —un poco antes, un poco después—, siempre habrá alguien que se sonría de nuestra muerte. Y alguien que palidezca.
- Siempre serán superiores las metáforas emanadas de la sangre popular.
- Cada quien arroja su moneda al aire. El que la arroja es un triunfador. Sabe que si pierde, triunfa.
- Tengo cara de pocos amigos. Y corazón de perro rabioso. Como todo hombre que se respete.
- Estoy liquidado. Hoy es el día más feliz de mi vida.