Emilia Clark, la heroína sexual de Hollywood
"Es importante ser sexy", asegura Emilia Clarke. "No se trata de ser agresivamente sexual, solamente. Soy feminista y me siento feliz de que me asocien con esa idea, así que el secreto consiste en reconocerme como una feminista sexy. Soy una mujer muy fuerte sexualmente".
Así inicia la entrevista con la actriz inglesa. Muchos se asombrarían de lo bajita que es —mide apenas 1.57 m—. Se presenta con un espectacular vestido azul que intensifica su belleza: deja la espalda descubierta y su escote es una aventura que, como el equilibrista ante el abismo, invita a sucumbir frente el vértigo. A sus 28 años, sabe que las fantasías, elogios, deseos y punzadas que cada uno siente por ella se elevan al mito que sólo Hollywood sabe confeccionar. "Es un privilegio que me vean así, pero eso sólo sucede en este negocio. Mi formación tiene otras raíces, mi mundo es mucho menos complejo", asegura, sin pose ni destellos de falsa humildad. Aunque la identifiquemos como la mujer más sexual en Game of Thrones y este pasado verano como la icónica Sarah Connor en Terminator Genisys, Emilia se mantiene sencilla.
"Me estoy acostumbrando a interpretar a mujeres valientes y fuertes. Se vuelven una extensión de mí. Soy determinante y si me ponen un reto, me gusta enfrentarme a él". En cinco años, Emilia ha transitado el turbulento camino de ser la joven revelación a la mujer capaz de encabezar la lista de las más sexys de Hollywood. "Puede ser encantador que te consideren símbolo sexual, pero quisiera pensar en mí como una mujer joven con fortalezas y un cerebro sexy. No creo en la suerte de las cosas, sino en las decisiones y sus consecuencias. Ése el secreto de mi éxito en los últimos años", dice.
En 2010, Emilia presumía en su currículum habilidades como camarera o servir tragos en un bar. Había concluido sus estudios en el Drama Centre de Londres y en su mente no existía otra posibilidad más que pasar la vida actuando, no obstante que en su familia no había tradición dramática. Su madre era empresaria; su padre, ingeniero de sonido. "Tendría unos cinco años cuando me obsesioné con My Fair Lady. Quería ser Audrey Hepburn. Tuve una infancia muy feliz, crecí en la campiña inglesa, en Oxford, y siempre tuve el apoyo de mi familia. No sé cómo explicarlo, jamás consideré otra posibilidad en mi futuro. Fui muy afortunada de crecer con esa ambición", afirma. Hoy, tres dragones —Viserion, Rhaegal y Drogon— sirven como amuleto de una carrera prometedora. Su papel como Daenerys Targaryen, una belleza rubia platino, obsesiona a los espectadores y fanáticos de los relatos de George R. R. Martin.
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Es irónico cómo el planeta gira. Emilia Clarke se inspiró en Sarah Connor, el personaje femenino central en la versión original de Terminator, para construir su personaje en Game of Thrones. "Sarah Connor es un papel icónico, era imposible negarme a él. Siempre admiré lo que hizo Linda Hamilton, fue un punto de partida, pero me intrigaba hacer mi propia versión. Teníamos un guión extraordinario. La Sarah que ves en mí tiene la misma fortaleza y bravura de Terminator 2. Daenerys tiene la responsabilidad de retratar la fortaleza de una mujer y representar ese sector en la sociedad. Creo que soy un balance entre ambas mujeres", cuenta.
Televisión, cine o teatro, Emilia no tiene límites para extender su reino. Sabe que es su momento y no titubea. En 2013 protagonizó Dom Hemingway, con Jude Law. Ese mismo año interpretó en Broadway a Holly Golightly, de la legendaria Breakfast at Tiffany's, inmortalizada en cine por Audrey Hepburn. Ha prestado su voz a personajes de Futurama, este verano estrenó Terminator Genisys y tiene en puerta proyectos como una cinta de horror.
Parece obsesiva cada vez que se le cuestiona de trabajo. "Soy un ratón de biblioteca", se ríe de ella misma. "Cada vez que preparo un personaje me gusta llevármelo a casa y trabajar con él. No soy una persona que se sienta ajena a ellos, por el contrario, se vuelven parte de mi día a día. Soy muy obsesiva". Y es que este tipo de manías las aprendió como juego infantil. Recuerda que los días más felices de su vida los vivió jugando con su hermano mayor, en Inglaterra. "Los veranos eran cálidos", dice con una sonrisa que ilumina la habitación. "Con mi hermano me ponía a leer todos los libros de la biblioteca familiar. Charles Dickens, Aldous Huxley, Edgar Allan Poe... cualquier autor era bueno para jugar. Nos gustaba hacer voces y cambiar personajes. Se me eriza la piel con los audio libros, me remiten a mi infancia".
En este mundo de Hollywood pareciera que las celebridades son una bola de charlatanes presumiendo que su vida está mejor que nunca, así que le pregunto sobre el tema. “Definitivamente”, contesta, “la vanidad impera en este mundo. Lo esencial es que, desde un principio, sepas quién eres. Sigo viviendo en Londres, y esa forma de identidad, que estoy segura que la tengo, es muy importante. Cuando salgo mal en una foto o alguien me dice que estoy gorda, podría sentir que el mundo se viene abajo, pero regreso a casa y alguien me invita un trago, y es cuando recuerdo que hay cosas más importantes en la vida”. Y eso que Emilia tiene poder, con sus más de 242,000 seguidores en Twitter y 860,000 likes en su cuenta de Facebook. “Sólo uso redes sociales cuando tengo algo importante que decir”, asegura. Y sí, esa humildad también resulta muy sexy.
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