Lo que terminamos haciendo por ellas (aunque no queramos)
AVISO: Esta es una nota humorística, cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia. O no.
No es ninguna mentira, cuando queremos algo con una mujer, o mantenerla a nuestro lado, estamos dispuestos a lo que sea, a caminar sobre cristales rotos descalzos o a cruzar a nado un río lleno de cocodrilos. Y algunas de esas cosas nos convierten irremediablemente en unos mandilones. Son esas normas que acatamos con la cabeza baja, mientras murmuramos "sí, ahora mismo (palabra cariñosa)". Aquí te dejamos 10 de ellas.
1. Que ellas elijan la cartelera: Bienvenido a la nueva censura. Nada más empiezas a salir con una mujer, ella se convertirá en tu nueva agenda cultural. ¿El concierto de tu banda favorita? Será mejor ir al teatro a ver una obra. ¿Una película de acción con explosiones? Será mejor una comedia romántica donde el galán se enamora de la mujer fea por su personalidad y al final se casan. Podemos consentir muchas cosas por amor, pero alguna elección libre no nos iría mal.
A todas las mujeres amantes de la acción, el suspense, el terror o el cine de autor: gracias.
2. Llamadas cuando estás con tus amigos: Hace un par de días no te hablaba ni por WhatsApp pero justo el día que tienes para salir con tus amigos algo extraño sucede. Una vibración peor que 10 temblores azota tu celular. Por educación contestas y te cuenta sus penas en un largo monólogo de obra shakesperiana. Ni se te ocurra cortarla, si lo haces la llamada aumentará proporcionalmente en tiempo y número con el factor añadido de los reproches. Una operación matemática que no quieres resolver.
3. Dejar de salir con mujeres con las que has tenido algo: Puede que con algunas de tus ex (novias, amantes...) no tengas relación y con otras sí, pero en el fondo da igual: todas son una amenaza. Sí, compañero, bienvenido al mundo de los celos femeninos, donde toda mujer es una competidora que quiere robarle el novio. Ciertas manipulaciones conseguirán que no vuelvas a hablar con ellas tan seguido, e incluso que tu mejor amiga acabe no siéndolo tanto. Facturas que hay que pagar. Porque, reconozcámoslo, esta es una regla de dos direcciones.
4. Pagar cuentas y caprichos: Desde el amanecer del ser humano el hombre proporcionaba sustento a la casa y eso se traslada en que en el s.XXI pague la cuenta por cortesía. Pese a que lo aceptemos, en la época de los salarios más iguales no estaría de más que las mujeres ayudaran en más de una ocasión.
5. Ir de compras: La gran pesadilla de todo hombre, mil tiendas de ropa en un gran mall y todas por recorrer. Prepárate para sentarte estoicamente a ver 10 combinaciones con preguntas afiladas de "¿me queda bien?" y para el tedio de ser un burro de carga lleno de bolsas.
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6. Cargarlas: Vuelve a emerger el burro de carga. Por alguna extraña razón, las mujeres conciben nuestros brazos y piernas como aposentos mucho más cómodos que las sillas o los sillones. Antes, ahora y siempre.
7. Ser un chofer: Decir que no a llevarla, sea donde sea que vaya, es violar el pacto de caballeros bajo el cual no se deja a una señorita aventada en la calle. Pero eso no nos convierte en el Uber más barato de la ciudad cuando íbamos a tener una cita y acabamos pasando dos horas con sus amigas o su familia.
8. Apapachos no recompensados: Ha sido un día agotador para ambos, ella te pide amablemente que le hagas un masaje y tú accedes con la pequeña esperanza de que más tarde ella acceda a algo más. Cuando llega el momento se niega y se duerme risueña. Una tiranía que resulta bastante frustrante.
9. Dejarlas tomar el control (literalmente): En toda relación se llega a un punto en el que el hombre sabe que si ella toma el control remoto es señal de que ya se perdió el partido, la película o la serie que había estado esperando toda la jornada para ver. Lo mismo ocurre cuando se toma la sabia decisión de ver una serie juntos: pobre del que viole ese juramento, aunque pasen semanas sin que ella encuentre el momento adecuado para verla. Lo mismo ocurre con los espacios de la casa, basta con dejarla llevar un cepillo de dientes para que de pronto tu baño, tu cocina, tu habitación y hasta tu sala esté infestada de objetos y aromas femeninos. No sería tan malo si por lo menos te dejará ver tus programas favoritos.
10. Decirles que se ven hermosas todo el tiempo: Quizá en esta ocasión es algo que preferimos hacer para evitar un drama interminable, pero es mentira. No hay mujeres feas, sólo bellezas raras, pero hay que aceptar que hasta las supermodelos más hermosas tienen sus altas y bajas. Cuando encuentres una mujer que al decirle hoy no te ves bien (quizá sea la ropa, o el maquillaje) y ella no termine sin dirigirte la palabra un buen rato, cásate en ese preciso instante.
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