La historia de México en JO contada por 10 grandes protagonistas
Elegir el gran momento histórico de México en los Juegos Olímpicos es tarea de sus protagonistas. Hoy, nos acercamos a deportistas y entrenadores que han cambiado la historia de nuestro país para conocer qué implica pelear por escuchar el himno nacional en el podio y tener una medalla olímpica en el pecho. y también Para entender en que momento de la historia, las olimpiadas transformaron sus vidas.
María del Rosario Espinoza
Cuando ves que gente que trabaja a tu lado logra sus metas, te incentivas y mentalizas. Por eso creo que el momento más significativo, el que me transformó y me preparó para los Juegos Olímpicos, fue cuando vi cómo Víctor Estrada, en Sídney 2000, e Iridia y Óscar Salazar, en Atenas 2004, consiguieron sus medallas. De los mejores momentos que recuerdo de cualquier edición de los juegos olímpicos. Ahora, mi primer gran momento en relación a los Juegos Olímpicos fue al entrar por primera vez a la Villa de los deportistas, en Beijing.
No tenía idea de en que me estaba metiendo y ahí lo entendí. Por un lado, estaban esos grandes deportistas con los que todos querían fotos y, por el otro, la necesidad de concentrarme en lo mío, pensando sólo en el podio. Estuve muy concentrada en mis combates y al subir por la medalla de oro todo el estrés quedó atrás y apareció eso que anhelamos: el podio olímpico. Sentía mucha felicidad al tener a personas a mi lado compartiendo ese gran momento... gente que sentía que también habían buscado esa gloria a mi lado. Ahora, a Río 2016 llego con mucho entusiasmo, como si fueran mis primeros juegos. Se trata de un sueño el estar en mis terceros juegos y buscar mi tercera medalla, que es lo que le falta a mi trayectoria.
Guillermo Pérez
A los 12 años vi los Juegos de Barcelona 92. Vi cómo Williams de Jesús conquistó el oro en taekwondo, aunque era de exhibición,
y fue algo que me marcó y me dio la ilusión de imitarlo y lo logré.
Mi primer recuerdo de ello es que cuando estábamos en la Villa Olímpica, previo a nuestra participación, había mucha tristeza porque no se habían dado los resultados para la delegación mexicana. Ahí, un reportero me preguntó sobre mi aspiración en la competencia y respondí: el podio. Incrédulo, me cuestionó acerca de mi rival y cómo era superior, entonces respondí: "Soñar no cuesta nada".
Hacer sonar el himno nacional, después de la incredulidad, no tiene precio y cada vez que lo recuerdo parece que lo estoy volviendo a vivir. Para mí fue un sueño hecho realidad, las emociones explotaron al máximo. Ser el primer medallista de oro oficial en mi deporte me llena de mucho orgullo. Ahora sólo espero poder cantar el himno muchas veces en Río y que el pueblo mexicano se sienta orgulloso.
Aída Román
Es muy bonito ser medallista olímpica porque le muestras al mundo otra cara de México. Es el momento de tu vida. En el que entiendes que haces historia y tu país también.
A nivel internacional, la gente admira a los medallistas olímpicos y donde te pares tienes el reconocimiento por el que trabajaste.
Creo que mi mayor recuerdo es en Londres 2012. Era el día de las semifinales y Mariana (Avitia, medallista de bronce) y yo nos preparamos para el duelo que tendríamos entre nosotras. La charla que tuvimos fue encantadora y logramos lo que buscamos. Subir al podio olímpico fue una sensación de misión cumplida, trabajo hecho, ya no le debo nada a nadie. De decir "ya me puedo morir en paz".
María del Pilar Roldán
Ser la primera medallista olímpica mexicana fue un logro para mí y para las mujeres de México, igual que el de Maritere Ramírez, que ganó sólo dos días después que yo.
El ganar esa medalla fue un clímax de todo el entrenamiento de 14 años que estuve compitiendo. Como recuerdo de mis primeros juegos, en Melbourne 56, comíamos con los hindúes y le pregunté a un señor cómo se hacía su turbante, se lo quitó y me lo puso. En eso pasó un fotógrafo de AP y esa foto es con la que me conocen en el mundo.
Paola Espinosa
Mis primeros recuerdos ligados a los Juegos Olímpicos son totalmente familiares. Todo comienza con mi papá, sentado frente al televisor, enseñándome a detalle los Juegos de Barcelona 92. Ahí fue cuando dije: "Yo quiero estar en unos Juegos Olímpicos y quiero que mi familia me vea como estoy viendo esos juegos". Nunca me imaginé que algún día iba a llegar, nunca me imaginé que ellos iban a estar ahí conmigo siempre. Nunca pensé que yo puedo ser el recuerdo de algún otro niño mexicano que suba al podio. De esos días, recuerdo que me encantaba la idea de poder ver desde la televisión las proezas de la clavadista china Fu Mingxia, la máxima ganadora de medallas en ese tiempo. Me ponía la piel china y me emocionaba como pocas cosas. Desde ese momento quería estar en una plataforma y en los Juegos Olímpicos.
Hoy, parece fácil decir que estoy a punto de mis cuartos Juegos Olímpicos y se dice muy, muy rápido, pero ha sido toda una vida de esfuerzo, de dedicación, de trabajo, de sueños, de metas, objetivos, de tristezas, de dolor, de muchas alegrías también y de pasión. Son años que representan el cúmulo de emociones que puedes sentir por algo que te apasiona. Todo lo que he tenido que pasar, lo bueno y lo malo, todas las medallas me han costado mucho trabajo. Nadie me ha regalado nada. Lo que quiero siempre inyectar en la gente es que los sueños se cumplen. Yo empecé así, simplemente con un sueño y lo pude hacer realidad. Es muy difícil, mucho más en este país, poder ser doble medallista olímpica, yo lo logré y lo hice trabajando para ponerme las medallas. Las dos tienen su historia.
El bronce, en Beijing 2008, representa mucho porque fue mi primera medalla olímpica, pero la de plata en Londres 2012 me supo diferente porque la compartía con Alejandra Orozco, quien, además de ser mi compañera de equipo y de clavados sincronizados, es mi amiga. Tienen diferente historia, pero guardo con mucho más cariño la de Londres. Aunque si se trata de anécdotas, en Beijing tuve más: por ejemplo, me acuerdo que me quería tomar una foto con el basquetbolista chino Yao Ming, pero fue muy difícil tomarla porque mido 1.54 y él mide 2.29 m, entonces fue muy difícil para que me viera, aunque sea poquito, porque él ni se agachaba ni nada. Hoy sueño con Río 2016. La misión va a ser pelear una medalla hasta el último clavado, hasta que el último dedo entre al agua.
José Reyes Ronfini
Mi primer contacto con los Juegos Olímpicos fue en Los Ángeles 84, pero la edición más significativa, previo a mi participación olímpica, fue Barcelona 92. Veía los juegos de baloncesto y yo ya era árbitro. Tenía 20 años de edad y me decía: "Quiero estar". Cuatro años más tarde, lo había logrado. He estado en dos finales de Juegos Olímpicos como árbitro, ése es mi gran orgullo. La noche anterior, duermes poco: la responsabilidad de dirigir un juego de esa magnitud te hace exigirte no cometer errores. Son días excepcionales en la vida de un árbitro. Por ejemplo, cuando recibí la nominación a la final de Atlanta, estábamos en el salón común de los dormitorios de los árbitros y llegó el árbitro de Argentina, me dio un abrazo y un beso en la mejilla y sólo me dijo "Hiciste un torneo espectacular". Desde ese momento, me sentía como en una nube donde veía mi vida pasada, una situación indescriptible y mi gran momento olímpico.
Daniel Bautista
Ver por televisión a Abebe Bikila ganar descalzo el maratón, en Roma 1960, fue lo que me marcó en la vida para desear estar en unos Juegos Olímpicos. Ahí empecé a correr, a los ocho años, y cuando tenía 24 años, vi por televisión la inauguración de Múnich 72. Ahí le dije a mi hermano "Los próximos juegos ahí voy a estar". Fui a los juegos olímpicos del 76 y gané la medalla de oro. Cuando iba a entrar al estadio recordaba a mi familia. Haber salido de donde salimos y lograr la presea me llenó de mucho orgullo. Recuerdo que cuando terminó la prueba de 20 kilómetros de marcha fui a la Villa Olímpica, ya había terminado la clausura, me saqué los zapatos y los tiré a la basura. Alguien por ahí los recogió, no me dijo nada y cuando llegamos a México me los volvió a regalar. Hoy, son mi gran recuerdo.
Raúl González
Las competencias de 5 y 10 mil metros de Juan Máximo Martínez, y la de marcha, de José Pedraza, en México 68, me marcaron profundamente. Las vi en un televisor de un aparador de una tienda comercial, sentado en mi cajón de bolear. Siempre tuve el sueño de estar en unos Juegos Olímpicos y de ganar una medalla que me cambiara la vida. Entre mis grandes anécdotas yo debuté en Múnich 1972 con el número 639 y en mis últimos juegos, Los Ángeles 84, me tocó el mismo número. Fue una gran coincidencia, pero nada como subir al podio. Escuchar tu himno nacional, ver ondear tu bandera... toda mi preparación estaba en ganar las dos medallas de oro. Subir a lo más alto del podio es una profunda emoción, pero cuando uno sube por segunda vez es todavía mucho más impactante, más profundo. Sin duda, mi gran realización personal.
Iván García
Vi los Juegos Olímpicos de Beijing 2008 donde Germán compitió, muy pequeño. Vi que Matthew Mitcham le ganó la medalla de oro en el último clavado al chino. Son cosas que me dejaron marcado porque te das cuenta de que en el deporte, y más en los clavados, cualquier cosa puede pasar. Desde ese momento me preparé psicológicamente para estar peleando a esos niveles y lo logré. Subir al podio olímpico es lo mejor que he podido sentir. Fueron muchos sentimientos encontrados, pero lo mejor es que fue la culminación de muchos años de entrega, de sacrificio, de sufrimiento, de alegrías. En ese momento fue como si hubiera pasado el examen final.
Edgar Rivera
Mi primer recuerdo de los Juegos Olímpicos son los VHS de mi papá llamados 100 años de gloria olímpica. Así aprendí a ver lo que hay detrás de una victoria: los sacrificios que pasan los atletas, las derrotas y el éxito. Ahí aprendí de compromiso. Hoy, saber que representaré a mi país en Río 2016 es un honor. Esta oportunidad se da cada cuatro años y uno no sabe cuándo se va a volver a presentar. Aspiro a hacer algo histórico en Río, a tener mi propia historia. Me ha costado, aunque, obviamente, uno está aquí porque lo quiere y porque es su pasión. Espero estar en la historia de los siguientes 100 años de gloria olímpica.
Así que no esperes más, levántate del sillón y sal a cumplir tus sueños. #Desfronterízate
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