La simpleza de un arquitecto
Apenas tiene 30 años y, desde hace 10, Elías Kababie es dueño del exitoso despacho que lleva su nombre. No tiene socios: está convencido de que diseñar es una práctica "muy personal" y que no le atrae la idea de compartir un proyecto con alguien más. "Además, se dice que en muchos despachos empiezan dos socios que luego se separan. Así que nunca me interesó intentarlo", cuenta en su estudio de Polanco, diseñado por él. Allí también vive: una casa de dos plantas atípica, donde el baño funciona como pasillo, y en el que la tina está a la vista. El vestidor también llama la atención: en lugar de llenar un rincón oscuro, ocupa una gran habitación a la calle. "De todos modos, tengo muy poca ropa. Cuanto más gastada está más me gusta", dice este graduado de la Universidad Iberoamericana y de la Parsons School of Design.
Kababie no quiere hablar de lo que en el ambiente del diseño es un secreto a voces: su despacho ha sido elegido para ambientar las tiendas de Hermès en Guadalajara, Monterrey y DF. Prefiere hablar de su objeto preferido: los floreros. "Es que tengo una conexión con las flores frescas. No con plantas, con flores", aclara. Y que cada vez que termina un proyecto, le envía un ramo al cliente. "Siento que es como regalar vida. Cuando se marchitan y se tiran, ya han cumplido su objetivo. A veces, la gente me pregunta '¿Qué le falta a este ambiente?' '¡Flores!', les digo". Y nada de comprar un ramo casi marchito en un supermercado: para él, un bouquet sólo se adquiere en el puesto de un florista. "Así ayudas al que tuvo el gesto de recogerlas del campo o del invernadero y las eligió".
También podría interesarte |