Era solo el principio. Aquella relación, a partir de entonces mucho más seria y consolidada, no dejó de crecer durante los años posteriores gracias, especialmente, a la tenacidad de Jean-Paul Gaultier y Walter Van Beirendonck –ambos convencidos de la fuerza del futbol en la cultura popular–; a la exitosa reinterpretación del deporte llevada a cabo a comienzos de este siglo por el belga Dirk Birkembergs –“el futbol será el lenguaje más universal del siglo XXI”, aventuró el diseñador en 2001–; a la legendaria alianza que firmaron en 2014 el Real Madrid y Yohji Yamamoto, y al desfile organizado en 2016 por Dolce & Gabbana en el centro histórico de Nápoles, en el que la firma rindió un homenaje a Diego Armando Maradona, ídolo de la ciudad partenopea.
El salto de las pasarelas a las calles era, pues, una consecuencia lógica. En 2018, Jordan anunció la que a la postre se convertiría en una larga, exitosa y fructífera relación con el Paris Saint-Germain, la primera de la marca con un equipo de futbol y el parteaguas definitivo para la industria.
Tanto, que cuando el club parisino anunció solo dos meses después el lanzamiento de una cápsula con A Bathing Ape, aristocracia japonesa del streetwear, el síntoma ya se había transformado en tendencia.
Mientras Virgil Abloh, el niño prodigio, celebraba la inauguración del Mundial de Rusia 2018 con una alianza entre Off-White y Nike, Palace, tótem de la cultura callejera londinense, se atrevía a intervenir la otrora intocable camiseta de la Juventus de Turín, Daily Paper homenajeaba sus raíces subsaharianas a través de una colaboración con el Ájax de Ámsterdam inspirada en Bob Marley, la Roma entregaba un lienzo en blanco a la británica Aries para diseñar la camiseta prepartido de la institución y la selección femenina de futbol de Inglaterra disputaba el Mundial de 2023 vestida por Martine Rose.
El deporte, la religión, la obsesión y la seducción se despojan de sus funciones, dejando solo la sensación de ser prendas de moda
“Crecí con futbolistas y sacerdotes en Georgia. El deporte, la religión, la obsesión y la seducción se despojan de sus funciones, dejando solo la sensación de ser prendas de moda”, dijo Demna Gvasalia, director creativo de Balenciaga, tras la presentación de la alianza entre la firma francesa y Adidas en la Bolsa de Nueva York. Palabra sagrada.