"La neurociencia ha dejado claro que el olfato y la memoria parecen estar estrechamente vinculados por la propia anatomía del cerebro”, explica Venkatesh Murthy, profesor de Ciencias Biológicas y presidente del departamento de Biología Molecular y Celular de la Universidad de Harvard.
El poder del olfato
“Los olores son manejados por el bulbo olfativo, es decir, la estructura ubicada en la parte frontal del cerebro que envía la información a las otras áreas del comando central del cuerpo para su proceso. Los olores toman una ruta directa al sistema límbico, incluyendo la amígdala y el hipocampo, regiones relacionadas con la emoción y la memoria”, concluye Colleen Walsh en su publicación What the Nose Knows publicada por The Harvard Gazette.
Esta es una forma muy científica para explicar por qué, cuando olemos una fragancia, podemos sentirla como un viaje en el tiempo hacia un punto específico de nuestras vidas o como si nos teletransportara a otra parte del mundo. Los perfumes tienen un efecto envolvente y poderoso que puede transformar el estado de ánimo, levantar la energía, complementar la personalidad, y mucho más. Incluso mejor: el efecto que provoca en nosotros al evocar ciertos momentos, también se manifestará en otras personas, quienes nos asociarán con ese aroma insignia.
El único problema es que, en un mundo donde verdaderamente existen cientos de miles de opciones, puede resultar estresante encontrar el perfume perfecto. Así, para simplificar este proceso, recomendamos delimitarlo teniendo en cuenta lo siguiente. El primer paso es determinar el presupuesto, con una ventana de precios que oscila entre los 600 y los 38,000 pesos; es decir, hay que elegir el rango que nos haga sentir más cómodos, teniendo en cuenta además que podría convertirse en un consumo recurrente. Después, determinar si lo que buscamos es una fragancia de nicho o una comercial. Las primeras son más difíciles de encontrar y replicar y suelen ser más caras; las segundas son prácticas, están disponibles en muchos formatos (aftershave, crema, travel-size...) y suelen modificarse ligeramente según el pH de la piel.
Una vez delimitada la elección, es momento de seleccionar la familia olfativa, paso en el que el gusto personal es lo más importante. La familia floral es una de las más conocidas y está compuesta por distintas flores como las rosas, el ylang-ylang, el jazmín o el nardo. La familia hespéride incluye las composiciones cítricas y frescas como la bergamota, la naranja y el limón. La familia aromática suele ser asociada con las fragancias masculinas y naturales, porque contiene ingredientes como el tomillo, el romero, la salvia, la lavanda y el té verde. La familia ámbar es cálida e incluye notas de almizcle, vainilla, maderas preciosas y especias.
La familia amaderada normalmente se emplea en la mayoría de las composiciones y cuenta con notas fuertes procedentes del sándalo, el enebro, el cedro y el vetiver. Por último, está la familia Chipre, muy natural por las notas de musgo, roble, ládano y pachuli que se entremezclan con notas hespérides frescas. No hay que obsesionarse con las definiciones ‘masculina’, ‘femenina’ o ‘sin-género’ de una fragancia. No se trata de acoplarse a una etiqueta, sino de encontrar el aroma con el que más nos identificamos.
Una vez definido lo anterior, podemos acudir a una tienda especializada para que nos ayuden a determinar cuáles son las mejores opciones disponibles. Aquellos con una personalidad introvertida o que simplemente no les gusta ser ayudados en las tiendas, pueden aplicar los filtros en internet para elaborar una lista definida que permita comparar las distintas opciones. En los llamados testers, basta con aplicar uno o dos sprays del perfume, agitarlo suavemente y esperar 15 o 20 segundos para disfrutar de la composición en su forma más genuina.
Es importante tomar tiempo entre cada prueba para permitir que la nariz descanse y, de este modo, oler cada perfume en profundidad y sin saturarnos. Una vez que hayamos identificado dos o tres favoritos, el siguiente escalón es probarlos sobre la piel, paso esencial porque las fórmulas interactúan con el pH de nuestra dermis para modificarse suavemente. Y, para personalizar aún más el aroma insignia, el layering es la técnica perfecta. Se trata de aplicar varios perfumes por capas para mezclar las composiciones y crear un aroma que nadie más sabrá cómo replicar.
Las reglas básicas para el layering son:
- Usar máximo dos fragancias si las composiciones son complejas. Si son de una sola nota, se pueden usar tres.
- Aplicar un aroma simple y ligero de base y, como segunda capa, aplicar un aroma más complejo.
- Evitar combinar dos aromas totalmente complejos, pesados y oscuros. Puede resultar agobiante.
- Usar fragancias que contrasten y se complementen perfectamente. Por ejemplo, una composición cítrica y fresca contrasta y se complementa con notas amaderadas y almizcladas.
- Hacer diferentes pruebas con las proporciones de cada fragancia para encontrar la fórmula preferida
El layering, la aplicación de varias capas de perfume sobre nuestro cuerpo, es el camino más sencillo hacia la personalización de un aroma.
Intensifica y prolonga la fragancia
Los renombrados perfumistas y creadores de Tiffany & Love, Honorine Blanc y Marie Salamagne explican que un perfume no deja de emitir su aroma. Sin embargo, con el tiempo, la nariz se habitúa y deja de percibirlo adecuadamente. Pero no hay que estresarse, porque hay varias estrategias que se pueden llevar a cabo para intensificar la fragancia y prolongar su duración. Cuando se intensifica el aroma, la nariz tarda más en habituarse, y al prolongarlo, otros pueden percibirlo durante mucho más tiempo.
Los trucos son:
- Aplicar el perfume sobre la piel húmeda para que pueda adherirse a la piel.
- Después, aplicar una crema hidratante (sin aroma) para aumentar la hidratación y sellar el aroma en la piel.
- Muchas fragancias cuentan con su propia línea de jabones, cremas y lociones. Usar la línea completa con distintas fórmulas intensifica el aroma y prolonga su duración.
- Al aplicar las fragancias, nunca hay que frotarlas. La fricción no solo disminuye significativamente la duración, también altera la composición de las notas.
- Nunca hay que aplicar el perfume sobre la ropa. Además de evaporarse más rápido, puede llegar a mancharla. Es mejor aplicarlo sobre las muñecas, el cuello y el pecho.