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Del traje sastre y sus derivados

El origen del gran básico del armario masculino se remonta varios cientos de años. A pesar de ello, es capaz de reinventarse temporada tras temporada.
mié 05 octubre 2022 09:37 AM
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Looks totales, Dolce & Gabbana.

El traje tal y como hoy lo conocemos se ha ido configurando desde el siglo XVII, cuando el rey Carlos II de Inglaterra impuso un código sartorial inspirado en la corte francesa de Luis XIV, quien unos años antes lo había recibido en el palacio de Versalles. Un pantaloncillo a la rodilla, capa o saco largo, chaleco y pañuelo al cuello se integraban con un sombrero que completaba el ajuar. Desde entonces, ese código se ha ido modificando de acuerdo con eventos históricos. Por ejemplo, tras la Revolución Francesa, a través de la gran renuncia masculina, se alargaron los pantalones y se dejaron de usar pelucas. Los grandes decorados se mantenían en exclusiva para el vestuario femenino.

Durante el siglo XIX, antes de adoptar la actual connotación formal, el traje era más bien un atuendo destinado a actividades recreativas en el campo o la playa, especialmente por la facilidad con la que sus usuarios podían moverse con él. Fue a principios del siglo XX cuando se extendió a las ciudades como un atuendo permitido durante el día (nunca para eventos de gala), y ganó tanta popularidad que incluso los hombres procedentes de las áreas rurales tenían uno reservado para asistir los domingos a la iglesia.

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Pero no todo fueron parabienes, el traje también ha tenido detractores. Así, durante el periodo de entreguerras, surgió, en Gran Bretaña, el Partido de la Reforma de la Vestimenta Masculina (Men’s Dress Reform Party), un grupo cuyos miembros proponían optar por estilos menos sobrios, más coloridos y libres que el traje, que ya entonces era considerado convencional. Togas, faldas y kimonos eran prendas que favorecían un cuerpo más “ventilado” y acorde con el estilo de vida natural que promovía el movimiento. Sin embargo, sus propuestas, arriesgadas aun hoy, nunca llegaron a popularizarse.

Tras la Segunda Guerra Mundial, el traje siguió evolucionando. El uso del chaleco se reservó solo para ocasiones especiales, con chaquetas tipo frac o esmoquin. El traje estadounidense de tallas estandarizadas, toda una revolución, surgió en los talleres de Brooks Brothers, la marca de moda más antigua del país, mientras que en Londres, los experimentados artesanos de Saville Row confeccionaban y terminaban a mano el clásico bespoke (hecho a la medida). Unos años más tarde, el genio Alexander McQueen sería discípulo de Anderson & Sheppard en la legendaria calle donde aprendió el oficio.

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Look total, Fendi.

Puede decirse que el traje es un símbolo de masculinidad clásica, pero no es exclusivo de los hombres. En 1966, Yves Saint Laurent lo incorporó al guardarropa femenino.

Puede decirse que el traje es un símbolo de la masculinidad clásica. De caballeros y casanovas como James Bond, vestido por Anthony Sinclair durante el periodo en que Sean Connery dio vida al personaje y por Tom Ford en las últimas películas protagonizadas por Daniel Craig. Aun así, esto no significa que sea exclusivo de los hombres. En 1966, Yves Saint Laurent revolucionó la industria trasladando esta prenda, en forma de esmoquin, al guardarropa femenino y aunque en sus inicios fue un fracaso (solo se vendió un traje de esta colección), fue rápidamente apreciado por las jóvenes francesas. Más adelante, términos como “power dressing” describirían las prendas sastre en las mujeres como una forma de demostrar autoridad en la esfera pública o corporativa.

En la década de los años 80, el traje tenía que ser Armani después de que Richard Gere elevara a los altares su silueta amplia y relajada con sacos sin forro en la película American Gigolo (1980). Ahora, en un momento en el que disfrutamos de una enorme diversidad de estilos, esa silueta fresca y ochentera ha regresado tras varios años de cortes más skinny, pero siempre con Armani como referente de este tipo de prendas.

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Traje, camisa y corbata, Gucci; calcetines, Falke; zapatos, Fendi; lentes, Loewe en MyTheresa.com

Otras marcas de lujo como Louis Vuitton han ido ajustando su sastrería a las tendencias globales, acercando el traje a las generaciones más jóvenes, inspirándose en las subculturas urbanas. El legado de Virgil Abloh en la casa francesa (quien además de director creativo era músico y DJ) continúa con colecciones en las que el traje puede ser elaborado utilizando desde un paño de lana clásico, a un peluche con devoré que adquiere proporciones exageradas.

Es curioso que mientras los líderes mundiales van dejando atrás la formalidad de los trajes, los más jóvenes la recuperan hasta convertirla en tendencia en TikTok.

Por su parte, el diseñador londinense Kim Jones ha llevado a Dior un traje actualizado y deconstruido en diferentes capas en el que los sacos se drapean o se les añaden guiños deportivos como capuchas o correas. A veces, el cambio en un clásico puede estar en el color, como sucede con el Valentino de Pier Paolo Piccioli. Para la colección otoño-invierno de este 2022, todos los looks se tiñeron de rosa mexicano, incluidos los trajes. Y hablando de innovación, el diseñador estadounidense Thom Browne experimenta cada temporada con el traje de dos o tres piezas, que se exagera o se recorta. Para Browne, las posibilidades creativas que estas prendas permiten son ilimitadas.

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Looks totales, Moschino; zapatos, Thom Browne New York.

Pero, ¿qué futuro le espera al traje más allá de las pasarelas? En la pasada cumbre del G7 –que se celebró en Baviera, Alemania–, las fotografías oficiales presentaban a todos los líderes vistiendo trajes sin corbata, hasta el punto que parecían haberse coordinado. De hecho, cada vez menos personas la usan, al tiempo que antiguos códigos de vestimenta en oficinas o restaurantes también van evolucionando en sus lineamientos. Es curioso, sin embargo, que mientras los hombres más importantes del mundo la van dejando de lado, los más jóvenes la recuperan hasta convertirla en tendencia en TikTok. Para el estreno de Minions 2, jóvenes de distintas partes del mundo se pusieron traje y corbata para ir al cine.

Podría verse como un hecho de carácter irónico, pero buscar momentos cotidianos para transformarlos en “evento de gala” sin duda significa algo.Cada generación entiende y porta el traje de un modo diferente, conscientes de que su versatilidad, lo convierten en prácticamente indestructible. Ahí están la moda deportiva, los tejidos de punto y los trajes de principios del siglo XX o los bikers y los conjuntos de pants que se confeccionan con los monogramas de las marcas de lujo. Pero el traje no desaparecerá. Está, simplemente, en constante transformación, como un indicador más del tiempo en el que vivimos.

Fotos: Iluminación; Celso Assunção. Maquillaje y peinado; China Franklin. Asistente de grooming; Rio Kinoshita. Modelos; Dominic Augustin, Arinicius y Valentin R @imgmodels. Estudio: Profile Studios NYC.

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