"He respetado Terre y es todavía Terre, pero con otros equilibrios", explica la perfumista mientras compara su aproximación a su nueva obra con la de algunos de los escultores más relevantes de Francia. “Fue como tomar una fotografía desde varios ángulos diferentes. Me interesa mucho la escultura, y durante el proceso leí varias cosas que encontré fascinantes. Por ejemplo, Camille Claudel agrandaba las manos y los pies de sus obras para hacerlas más naturales, más humanas, y en ocasiones esto también ocurre con los perfumes”, detalla.
Nacida en Suiza de madre italiana, disciplinada por geografía, pero mediterránea por convicción, Christine Nagel llegó al mundo de la perfumería gracias a la química, que estudió con solvencia hasta que en 1997 se mudó a París para emprender una de las carreras más celebradas de la historia de la perfumería, con éxitos globales como Her de Narciso Rodríguez o Miss Dior Chérie de Dior. “Si conociera la receta del éxito, por supuesto que la usaría, pero también sería un poco aburrido. Los perfumes son muy emocionales y sé que si pongo todas mis emociones en un perfume, en algún momento también podré remover las de alguien más”, relata. A Hermès, donde hoy ejerce como directora de creación olfativa y de patrimonio, llegó en 2014 de la mano del legendario Jean-Claude Ellena, a quien sustituyó en el cargo en 2016.
Desde entonces, tal y como declararó la propia Caroline Fulconis, en ese tiempo presidenta de Hermès Parfums, la casa del lujo tradicional por antonomasia “inició un nuevo camino”. Y las expectativas no tardaron en concretarse. Ese mismo año salió al mercado Eau de Rhubarbe Écarlate, su primera creación para la casa, a la que siguieron Twilly d’Hermès, Eau des Merveilles Bleue, Ombre des Merveilles, Twilly Eau Poivrée y Un Jardin sur la Lagune, entre muchas otras.
Terre, obra de Ellena, es sin embargo la que ocupa el centro de su altar, de ahí el acercamiento totalmente orgánico, según sus propias palabras. “En Hermès nunca he sido requerida para trabajar en un tema particular. Todo se basa en mis deseos, en un encuentro personal, sea en el momento que sea. A comienzos de 2021, empecé a pensar en Terre y me di cuenta de que verdaderamente quería darle un tono muy diferente. Lo intenté, pero sin éxito. Entonces me llegó la idea de la tierra helada, que encajaba perfectamente”. Cuenta Nagel que su primera relación con Terre d’Hermès Eau Givrée surgió tras un encuentro “sorprendente” con un ingrediente.
“Un día tuve un encuentro maravilloso con la baya de enebro”, relata. “Es un material muy fuerte, pero también significaba un reto. La tierra helada es un elemento que encuentro maravillosamente poético, muy gráfico que puede ser también muy bello. Pensé que quizá podría encontrar notas de hielo al tiempo que proyectaba algo caliente, encontrando así una armonía. Quería desafiar la idea de que la frescura es sinónimo de cierta ligereza”, continúa. “Al final, en cualquier obra el material es la clave, ya sea una artesanía en piel, en seda o un perfume”, destaca.