Ahora más que nunca, la moda se está deshaciendo poco a poco de construcciones de género. Cada vez es más la libertad de ser uno mismo, sin importar lo femenino o masculino y su combinación con el cuerpo . Platicamos con Bárbara Sánchez-Kane, una de las mayores exponentes del genderless en México, sobre esta era de la moda, así como de su participación en What Design Can Do.
Bárbara Sánchez-Kane: el acto de desafiar los roles de género
Estamos en una época muy interesante en cuestión de moda y género porque cada vez hay una mayor ruptura con las estéticas binarias. ¿Cómo percibes esa situación?
Primero tenemos que hablar de esa fragilidad del género, de esa construcción sociocultural alrededor de lo que se espera que sea el género dentro de este contexto sociocultural, literal de ser masculino femenino, esta binariedad del sistema. Es increíble todo lo que se está logrando, pero al final sólo sólo hay que hacerlo porque Bad Bunny tiene un crop top y es una persona muy famosa y eso le da una aceptación a que un hombre heterosexual se quiera poner este crop top. Espero que no sea una moda pasajera y que sea una ruptura de este sistema que se inventó. Yo le digo a cualquier diseñador: hazlo porque realmente tú crees en esto, no porque te va a generar más ventas o porque es cuestión de marketing. Al menos en moda, estamos mal al abordarlo así.
Vestirse con ropa del género incorrecto ha sido un tema tabú. Ahora que las cosas están cambiando, ¿sigue siendo un acto de valentía o ya es normal?
Hoy quien se identifique como mujer y salga con una minifalda o con algo expuesto, la valentía es parte de la repercusión de estar afuera, y va a estar lista para pelear por tu cuerpo. La sociedad sigue estando muy cerrada a decir cosas absurdas, como “tenía minifalda y se lo merecía”, cosas así. No es cierto, pero al final todavía tienes que salir con ese mindset de defensa, porque vas a tener muchos comentarios hacia tu vestimenta, que es el primer contacto con el mundo, tu coraza. En mi experiencia. A veces a mí preguntan cómo me identifico. Y, o sea, yo me considero lesbiana, pero cómo me identifico en el sentido de ver si me dicen el o ella, fluyo. Para mí es muy fluido el “hoy me siento más en contacto con mi yo femenino, hoy más en contacto con mi yo masculino. Hoy me siento con los dos en el mix”, y siento que cada día hay una diferencia cuando te levantas en cuanto a cómo te vistes. Se trata de cómo te sientes hoy hasta para vestirte, para peinarte. No creo que sea un acto de valentía, es como un acto de “I give a fuck about the system”, más que de valentía. Es como decir que en este sistema capitalista nuestras identidades están sujetas a este poder. Hoy me considero esta persona y lo que digan las demás personas no importa, no estoy lastimando a nadie. Y yo creo que al final de cuentas hay cosas básicas de lo que tenemos que hacer como seres humanos y lo demás –si quieres tener una relación abierta, estar con mil personas– no importa. Lo importante es lo que te hace feliz a ti, con lo que tú te sientas en contacto ese día.
¿Cómo fue para ti entender esa fluidez, viniendo de un país y una educación muy heteronormada?
Pienso en cuando estaba mucho más chavita, creciendo en Mérida, que es muy chiquito, muy conservador. Mi primer traje me lo regaló mi papá cuando tenía 12 años, por alguna razón. Ahí me obsesioné, probablemente me daba pena que alguien me dijera “chavito” o “¿por qué estás vestida así?”. Imagínate creciendo con todas las ideas de lo que es correcto, lo que no es correcto, que está bien, a quién estoy lastimando, qué no... pero realmente son imposiciones con las que creces, ya sea de religión, familia, cada quién tiene las cosas que los atan. A mi me costó hasta que me fui a estudiar la carrera de diseño de modas a los 23 años. Ahí dije: “No entiendo ¿Por qué si me quiero poner traje hoy, cortarme el pelo mucho más chico, no usar maquillaje, no puedo? No estoy lastimando a nadie”. Te empiezas a quitar esa venda de los ojos y eres más libre. A mí me llegó un poco más tarde. Hoy por hoy no considero que le tenga que pedir permiso a nadie, ni para crear ni para vestirme. Yo soy la persona con la que tengo que lidiar. A veces nosotros somos nuestro peor demonio, no los que existen afuera.
Mucha gente me pregunta cómo se creó mi marca, y obviamente es un proceso de mil cosas que están pasando aquí, lo que estaba viviendo yo, y se ve reflejado en el trabajo de una manera muy orgánica. No es como que me senté a decir que la marca va a ser de tal manera. De hecho empezó como ropa masculina, hasta que dije: “esto que estoy haciendo es parte de mi aprendizaje”, y poco a poco las tallas de la marca fueron evolucionando a un genderless, a conocer más a la persona que quería vestir, quiénes usaban mi ropa. Todo es un proceso.
Ahorita vas a participar en What Design Can Do. ¿Qué te llamó la atención de este foro?
Es una oportunidad para que ahorita, con todo lo que está pasando –estudiantes que no pueden ir a la escuela, que están en un sistema de Zoom, que bastante frívolo, que al final de cuentas, imagínate lo difícil que es concentrarte. No quiero ni pensar en intentar concentrarme en mis clases, cuando estaba estudiando, en una cámara– me pongo a pensar en la ansiedad, en las dudas. Yo tenía dudas de qué iba a hacer con mi vida en esa edad, y ahora están todas esas dudas de todo lo que está cambiando el mundo de una manera muy fuerte: covid, todas las restricciones… Esta generación las está experimentando de forma muy fuerte porque se está nutriendo vía Zoom. Es muy importante poder dar este tipo de pláticas y que muchas personas puedan acceder a estos diálogos. Se me hace como giving back en un momento en el que estas nuevas generaciones de creativos lo necesitan.